Por: JACOBO SOLANO CERCHIARO*
La muerte del máximo jefe de las Farc, Alfonso Cano, tiene varias lecturas que pueden allanar el camino hacia la paz. Aunque no hay que ser demasiado optimista con esta guerrilla que ha demostrado tanta terquedad ideológica y amplia capacidad de remplazar a sus jefes caídos, sin explorar posibilidades de un dialogo sincero y abierto que por fin detenga este derramamiento de sangre en el que vive Colombia hace más de 50 años.
El primer efecto es en la propia guerrilla, que se queda sin uno de sus mejores lideres, el del pensamiento político con formación académica, dejando un vacío de liderazgo muy difícil de remplazar, además porque ahora viene la pugna por su remplazo entre: Timochenko, Iván Márquez y Joaquín Gómez que puede generar disputas que afecten su unidad interna, lo que agudizaría la derrota estratégica y algunas desmovilizaciones aisladas, pero no significará necesariamente su fin. La guerrilla no opera bajo la dirección de un jefe sino del secretariado, compuesto por siete miembros, por lo tanto deberían unificar criterios y sentarse a dialogar civilizadamente para hacer la política de forma diferente, mirando muy de cerca el ejemplo de Gustavo Petro, quien demostró al llegar a la alcaldía de Bogotá, que sí existen espacios de reconciliación y también se puede acceder al poder sin la intimidación de las armas. El tiempo del terrorismo de las Farc terminó, sus frentes se encuentran desarticulados e incomunicados y acuden al narcotráfico como única tabla de salvación para solventar sus excesivos gastos. Vemos el declive en España de ETA, que anuncia “el cese definitivo de su actividad armada”, renuncia a sus actividades demenciales, dejando atrás más de cuatro décadas de asesinatos, extorsión y atentados. Colombia debe dar un paso adelante y voltear la pagina de la guerra, no más secuestros, ni tampoco reclutamiento de niños, y entrar en la dinámica del desarrollo y la igualdad de oportunidades, las ilusiones románticas de tomarse el poder por las armas han terminado, no es ni será una alternativa en un mundo globalizado, donde las dictaduras son cosa del pasado, como está ocurriendo en los países árabes que se transforman y se orientan hacia una democracia participativa y pluralista.
Pero este golpe militar también genera efectos positivos en el gobierno de Juan Manuel Santos, que recupera gobernabilidad, eleva la moral de las fuerzas militares y la menguada confianza de los colombianos en ellas, desde que se reveló el escándalo de los ‘falsos positivos’ y los contantes pronunciamientos del ex presidente Álvaro Uribe que pedía resultados concretos. Además le da un gran impulso a la nueva cúpula militar, así este triunfo sea el resultado de un trabajo acumulado desde el Plan Colombia, pasando por los ocho años de seguridad democrática y ahora el mandato Santos. Este golpe también fortalece la economía, debido a que los inversionistas internacionales ven en Colombia un país atractivo que se acerca a la paz, lo cual es propicio para fomentar el empresarismo. Un abrazo a cada soldado de la patria, porque con este impecable operativo el país mira con optimismo hacia el futuro.
*Twitter: @JACOBOSOLANOC