Una de las principales promesas durante la campaña de Juan Manuel Santos Calderón fue la formalización de quinientos mil empleos, en los cuatro años de gobierno. Y ese mismo propósito es una de las tareas que tiene en su agenda el nuevo Ministro de Trabajo, Rafael Pardo Rueda.
Pero más allá de la formalización de esa cantidad de puestos de trabajo que no están totalmente formalizados, a razón de cientoveinticinco mil por año, una de las metas de la política económica del actual gobierno, y además política de Estado, debería ser la generación de empleo.
En los últimos datos del Dane, la tasa promedio nacional de desempleo sigue por encima del 10 por ciento, y el Presidente Santos ha dicho que la meta es bajarlo a un solo dígito. Y a ese objetivo deberían apuntarle las gestiones de varios ministerios: el de Hacienda, el de Industria y Comercio, el de Vivienda, todos los ministerios de los sectores económicos y el nuevo Ministerio del Trabajo, y también el Ministerio de la Educación.
Sin embargo, en realidad, es mucho lo que va de la teoría a la práctica, o del dicho al hecho, en los temas de las políticas económicas. En el empresarismo si que se palpa lo anterior; ya que, aunque en teoría tenemos un sistema económico de libre empresa, de estímulo y fomento de la iniciativa privada y de economía de mercado; curiosamente, en la práctica de los negocios lo que se vive pareciera ser todo lo contrario…
Iniciar un negocio en el país, y en particular montar una empresa, es una verdadera odisea, un acto heroico. Los costos de capital, los intereses, los impuestos, la seguridad social, la falta de apoyo estatal efectivo, parecieran atentar contra el empresarismo.
No obstante lo anterior, a pesar de todas las dificultades que son las mismas para todo el país, vemos regiones como Antioquia, el Valle del Cauca, Bogotá, los santanderes, y hasta el Atlántico, para citar sólo algunos ejemplos, donde hay empresarismo y principalmente en el sector industrial y de servicios.
Por el contrario, en el caso del Cesar y la Guajira, con excepción de los proyectos asociados a la gran minería, y en los últimos meses a la construcción de vivienda y centros comerciales, vemos que no prospera la formación de empresas en el sector de la industria, y en particular en el sector de la agroindustria que debería ser nuestro fuerte.
Nos preguntamos qué pasa con el espíritu empresarial en los cesarenses y guajiros. ¿Será que no damos más que para invertir y reinvertir en la agricultura y la ganadería, en la compra de tierras y vacas?. Será un problema de cultura, de falta de liderazgo, de falta de visión de mediano y largo plazo?. ¿Qué será lo que nos pasa?.
Hace varios años se podría afirmar que era la falta de recurso humano; pero hoy, hay el talento humano, hay el capital y hay los mercados nacionales e internacionales, para que surja en un sector empresarial pujante en el Cesar. ¿Qué más se requiere?, se requiere liderazgo, voluntad y la alianza sector público y privado para fomentar la creación de empresas, principalmente en la en la agroindustria, en la mediana y pequeña industria, que contribuyan a la reducción del desempleo y la pobreza en la región, y desvirtuar las supuestas razones culturales para no contar con empresas de capital cesarense y fundadas por cesarenses, como sucede en las otras regiones del país.