Por: Gustavo Cotes Medina
Los rendimientos de los bonos italianos están en los niveles más altos desde la creación del euro, lo cual se convierte en un mensaje abierto para los inversionistas que ya están perdiendo la confianza en uno de los mayores mercados de bonos soberanos del mundo.
La huída de los bonos del gobierno italiano generó un derrumbe en los mercados globales impulsados por el temor que Italia, el cuarto deudor más grande del mundo, pierda acceso al financiamiento.
En principio, Italia no tendría mayores problemas para refinanciar el vencimiento de su deuda, pero si el aumento de los rendimientos no se detiene y se consolidad por encima de un 7% durante un largo periodo, el costo del servicio de la deuda podría ser muy alto para Italia.
De esta manera, los riesgos de un colapso son grandes y podría tener un efecto dominó porque los sistemas financieros de Europa y Estados Unidos están estrechamente vinculados y Europa es un importante mercado para las exportaciones de los Estados Unidos, América Latina, Asia y otras partes del mundo.
La deuda de Italia es del orden de los 1,9 billones de euros, la segunda mayor de Europa detrás de Alemania, y cerca de 300.000 millones de euros vencen el próximo año. Hasta el momento las autoridades europeas están analizando como blindar al continente de un problema como el de Italia y no se tiene ninguna solución a mano. La elevada deuda pública y un sistema político caótico generan la sensación que no están preparados para resolver estos problemas, lo cual coloca una enorme presión sobre este país.
Se espera que la situación política de Italia empiece a normalizarse con la renuncia de Silvio Berlusconi para bajar la ansiedad del mercado y para evitar que un problema de confianza pueda convertirse en un problema de liquidez. Esta es la característica de una economía de guerra que tiene en vilo al euro y a la economía mundial.
El fin de la era política de Berlusconi no fue solo por los escándalos sexuales ni de corrupción, también estuvo acompañada por la falta de acción frente a la crisis económica de su país. Mario Monti, economista y comisario europeo durante diez años, será el nuevo primer ministro de Italia a partir de la presente semana. Este anuncio fue suficiente para que las bolsas europeas empezaran su recuperación.
Se espera que los privilegios de la llamada “casta” italiana, el anquilosamiento de su economía y de la administración pública, que estaban arraigadas en la cultura política del país, comiencen a desaparecer en una nueva era sin Berlusconi, que generaba gran desconfianza en Europa y gastaba más de lo que ingresaba, en una especie de sangría financiera que debilitaba al país.
Según Monti, el crecimiento no debe llegar del recurso a la deuda, sino más bien de la eliminación de los privilegios en todas las categorías sociales, que hasta ahora ha frenado al país. El crecimiento y el gran valor de la deuda es el primer problema de Italia, lo que implica más sacrificios y menos lágrimas.
A la fecha, lo mejor que le puede pasar a Europa es parecerse a la América Latina que ha manejado con prudencia sus finanzas públicas y con relativo éxito la regulación de sus bancos. Parece mentira, pero Europa debe aprender de los errores y aciertos de una región que ha sufrido en carne propia y está graduada en crisis económicas, problemas bancarios internos y externos, despilfarros, endeudamientos y falsas promesas de gobiernos populistas.
Hoy, la Región tiene un sistema financiero sólido que le ha permitido el manejo experto de locomotoras en medio de todas las crisis, con algunos sobresaltos, pero sin descarrilarse.
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