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¿A quién la importa el Presupuesto Nacional?

Sin pena ni gloria, como se dice popularmente, pasó por el  Congreso de la República el proyecto de Presupuesto de 2011, aforado en $147,3 billones de pesos, con un incremento de 2,5 por ciento frente al presupuesto ejecutado este año.
Lamentamos el poco debate, análisis y discusión que se presentó en torno a este proyecto, por cuanto el Presupuesto Nacional es el principal instrumento de la política económica del gobierno, particularmente de la política fiscal. En efecto, en él se consignan, se condensan, las prioridades económicas del Estado, como también sus restricciones financieras y económicas.
La primera responsabilidad sobre la poca difusión que tuvo el debate sobre el Presupuesto Nacional hay que atribuírsela al propio Gobierno central; ya que debería ser el ejecutivo el primer interesado en un debate a fondo, de toda la sociedad, más allá de los expertos, incluyendo a los contribuyentes, que somos todos (tanto empresas como personas naturales).
Pero también a los gremios, los sindicatos y las regiones, para discutir de manera democrática, abierta y transparente, cuánto recibe anualmente el Estado, cuanto debemos pagar – en promedio- los colombianos en impuestos de todo tipo, y cuánto y cómo se gasta el Estado, en sus distintos niveles y dependencias, esa plata?.

El Congreso de la República también tiene  mucha responsabilidad en la falta de debate sobre el Presupuesto Nacional. Esta rama del poder público debería hacer una mayor gestión, un mayor esfuerzo, por el debate de los principales aspectos del Presupuesto Nacional, ya que esa es su principal razón de ser.
Pero igualmente debemos reconocer, también,  que los medios de comunicación le damos muy poco despliegue a la información sobre el Presupuesto Nacional, sus principales aspectos y su trámite por el Congreso de la República. Los medios de comunicación, y principalmente los periódicos, en sus páginas de opinión y en sus páginas informativas, fundamentalmente en la sección económica deberíamos dedicarle más espacio a informar y explicarle a la gente, la importancia de este tema trascendental para construir una verdadera democracia económica en el país.
Colombia afronta una delicada situación fiscal; las finanzas públicas del Estado, en su conjunto, están en rojo, es decir hay un déficit estructural y ese déficit, tarde o temprano, se tendrá que resolver por una de dos vías: un aumento en los impuestos, una reducción del gasto, o una combinación de ambas.
Para ratificar esa realidad, sólo bastan algunas cifras: el grueso de ese Presupuesto Nacional estimado en $147,3 billones se va en gastos de funcionamiento, es decir el pago de sueldos y prestaciones para el personal que trabajo con el Estado, este rubro se lleva $82,7 billones de pesos; el segundo gran rubro es la deuda pública, cuyo servicio cuesta anualmente unos $35,7 billones de pesos y finalmente quedan sólo $28,7 billones para inversión.
Esas cifras confirman la inflexibilidad que presenta el Presupuesto General de la Nación, como bien lo ha advertido desde hace varios años, y por varios medios, incluyendo las páginas de EL PILÓN, nuestro amigo y colaborador, el ex contralor General de la República, economista Antonio Hernández Gamarra.
Colombia está en mora de adelantar un debate a fondo sobre la grave situación de sus finanzas públicas, no sólo por el problema del déficit, sino por la alta evasión y elusión de impuestos, la real capacidad de pago del sector productivo, pero también por temas como los costos de la corrupción y la ineficiencia. Y esa falta de difusión al Presupuesto General de la Nación, del gobierno, el Congreso y los mismos medios, lo único que hace es aplazar un debate trascendental para el país y del cual depende, definir si seguimos gastando en el problema de la guerra, si le invertimos más a la educación, a la salud, a la construcción de infraestructura que nos falta para ser más competitivo, entre otros asuntos. La discusión del Presupuesto General de la Nación debería ser un tema de interés para todos los ciudadanos, desde el más pudiente hasta el más humilde, sin distinción.

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