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¡Que alguien haga algo !

BITÁCORA

Por: Oscar Ariza

Cada día la crisis de derechos  en Valledupar está llevando a que sus ciudadanos pierdan la fe en las instituciones de control, en el gobierno y en la misma administración de justicia.

Cuando se deja de creer en las instituciones como generadoras de orden, entonces pasamos a un estado de anarquía que conduce a la anomia, es decir, al desconocimiento de las leyes y al desequilibrio social en el que cada habitante quiere impartir justicia por sus propias manos.

Cuando un gobierno desconoce o se niega a poner en funcionamiento su papel regulador del orden, permite entonces que el desequilibrio sea tan profundo que los desórdenes y la vías de hecho terminan imponiéndose como formas ilegítimas, pero legitimadas por la misma inoperancia del Estado.

A pesar de las innumerables denuncias que a diario se presentan, la ciudad sigue sumida en un caos por  falta de agua, y la única respuesta es recordarnos lo que ya sabemos desde hace una década.

Nos hemos quedado rezagados por nuestras propias excusas y atollados en nuestra enorme incapacidad para dar soluciones. Los ciudadanos no esperan del gerente de Emdupar, ni del alcalde que salgan a pedir disculpas,  sino que puedan garantizar  el respeto de nuestros derechos constitucionales. Ni siquiera tienen la responsabilidad  de procurar abastecer el líquido vital  a través de carro tanques, como lo hacen administraciones responsables de otras ciudades cuando hay este tipo de crisis como la que vivimos, generada por incompetencias heredadas de administraciones anteriores
La ausencia periódica y constante del agua potable en muchos barrios de la ciudad se constituye en una falta grave, toda vez que al no prestar el servicio a estos sectores, Emdupar está violando la Constitución Nacional, sin que las autoridades de control establezcan sanciones inmediatas frente a esta aberrante actitud violatoria del derecho fundamental al agua.
Con la ignominia a que ha estado sujeta esta ciudad por parte de Emdupar se está desconociendo que la Corte Constitucional ha reconocido el derecho humano fundamental al agua potable, interpretándolo como consustancial al derecho a la vida. Así lo manifiesta la  jurisprudencia constitucional colombiana mediante sentencia T-232 de 1993, que dice que el derecho al agua, es un derecho fundamental para el hombre por conexidad con los derechos fundamentales a la vida y la salud, en cuanto al consumo humano como necesidad básica.

Pero el agua apenas es uno de los derechos que se violan y como tal se atenta contra la vida. Otro caso violatorio  y por demás  vergonzoso  es el servicio de salud que se presta en los hospitales. Es inaudito que un niño haya muerto en Mariangola por una absurda equivocación en la administración de un medicamento, que en lugar de ser un desparasitante para mejorar las condiciones de salud del infante, terminó siendo un fatal analgésico como el tramadol, que cegó las esperanzas del niño  a quien se lo administraron por equivocación, sin que hayan destituidos a quienes sean culpables directa o indirectamente de este desastroso  hecho.
A diario se accidentan personas y sufren la indiferencia de la administración de salud. Al dejarlos abandonados en el suelo, quienes sujetos al dolor y la desesperación se cansan de esperar a que el deber del Estado en cabeza de la Secretaría de Salud procure la salvación de su vida, enviándoles una ambulancia para darle atención inmediata.

Cuando ocurren accidentes de tránsito las ambulancias aparecen una y dos horas después, cuando la solidaridad de la ciudadanía impide esperarlos más y por lo que se asume  el riesgo del transportar los heridos con tal de salvar la vida del lesionado.

¿Cómo se garantiza seguridad cuando las instituciones del Estado no velan por sus ciudadanos  ¿Quién garantiza en esta ciudad el derecho a la vida, el derecho a la salud, a quién le corresponde la responsabilidad de actuar en circunstancias como éstas, si el mismo Estado es inoperante ante el deber que tiene de proteger la vida y la integridad de sus ciudadanos?

Mientras no haya dirigentes que respeten la dignidad humana, por mucho pavimento y ladrillos que peguen y se vendan como los mejores, siempre existirá el sinsabor y la inconformidad de saber que la vida no vale nada, mucho menos para quienes están encargados de salvaguardarla y no ejercen esa función.

arizadaza@hotmail.com

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