Por: Gustavo Cotes Medina
Con el marco de la sabiduría popular que tiene el proverbio inglés, “Si no puedes vencer a tu enemigo únete a él”, el doctor en Medio Ambiente e Ingeniería de Recursos Naturales, el japonés Hitoshi Baba, sentenció: “Aquí, en Colombia, no saben vivir con el invierno. Y deben aprender a hacerlo más rápido de lo que han planeado- si es que lo han planeado-, porque no habrá muchas treguas”.
Es una verdad inmensa que nuestro país tiene que organizarse para enfrentar las épocas de lluvias y debe estar volcado a favor del agua y de su buen manejo, porque las precipitaciones de ahora en adelante serán más frecuentes e intensas debido al cambio climático. Los pañitos de aguas tibias, con soluciones a medias, están mandados a recoger. ¡Las lluvias de los inviernos deben ser siempre bienvenidas sin tener que pensar que traerán nuevas tragedias!
Los expertos consideran que este país debe planificarse bajo un nuevo patrón climático, ajustado a las realidades presentes y diseñadas de acuerdo con las nuevas experiencias. La Mojana, por ejemplo, debe ser un gran humedal y un área protegida para amortiguar las aguas de las inundaciones, a costa de reubicar una parte de la población. En Colombia la mayoría de los humedales han sido destruidos para ser desecados y convertidos en áreas agrícolas y para levantar poblaciones, pero los ríos siguen actuando en su forma natural e invaden después estas zonas en el lógico intento por recuperar sus recorridos originales. ¡La naturaleza busca la forma de defenderse!
Los ríos son sistemas vitales, pero en Colombia se tiene una visión diferente y los consideran como obstáculos y fronteras lejanas; cada día, con jarillones y dragados, estamos volviendo más artificial el caudal para que no se comporte naturalmente. Pero lo verdaderamente urgente es establecer áreas de amortiguación de fuentes hídricas, revisar las rondas de los ríos y construir parques dentro de las ciudades.
Es necesario que las metrópolis revisen sus planes maestros de alcantarillado de aguas lluvias- especialmente Bogotá y Medellín- y más aún en las regiones costeras-como Barranquilla y Cartagena- que tienen la influencia del aumento de la mareas. Además, se le debe poner freno a los asentamientos informales construidos en sitios vulnerables. ¡No se debe pensar tanto en casas nuevas, sino en nuevos suelos para que los más pobres puedan tener un sitio seguro para vivir. Tenemos que hacer el intento de convivir en un país más húmedo!
Si hablar de construir casas flotantes llega a generar sonrisas, por lo menos podrían ser palafíticas para ciudades como Leticia. Lo importante de todo esto es dirigir la mirada a las culturas anfibias que ya tiene país como las de Buenavista y Nueva Venecia en la ciénaga del Magdalena, que han construido sus poblados cerca de los manglares y han sobrevivido con el agua hasta el cuello durante muchos años, y ya no piensan que los fuertes aguaceros le van a traer nuevas tristezas. ¡Se han adaptado a la convivencia con las lluvias!
En Colombia la tragedia invernal ya deja 448 muertos, 3.300.000 personas afectadas y 447.000 viviendas averiadas y nos pone en el dilema de resolver qué hacer con estas pérdidas incalculables, cómo hacerlo bien y por dónde empezar a ordenar la casa en un país que es el tercero en el mundo con mayor población situada en zonas de riesgo, después de China y Bangladesh. Tenemos que pensar en soluciones estructurales- de fondo- que incluyan construcción de embalses, ampliación de los cauces de los ríos y modernización de alcantarillados, entre otros, porque “si no pudimos con el agua, habrá que unirnos a ella” e intentar buscar el lado bueno de esta situación, con énfasis en los municipios más vulnerables a las lluvias.
Fuente: Colombia Acuática, Javier Silva y Dominique Rodríguez.
gustavocotesm@hotmail.com