Cuarenta años han pasado desde que Edilma Chinchilla Romero, más conocida como ‘Tía Mima' aprendió a hacer tinajas.
Fue un día en Guacoche, la tierra de la tinaja, cuando vio a una mujer haciendo la vasija de barro y se le metió en la cabeza que tenía que aprender.
Inició la tarea y al poco tiempo ya era una experta, desde entonces y con sus propias manos fabrica el recipiente que es vendido en Valledupar, Atánquez, Pueblo Bello, La Guajira y otras regiones en donde aún acostumbran guardar el agua en este tipo de vasijas. Aunque la modernidad que llegó con la energía eléctrica y le dio vida a las neveras, ha ido acabando con las tinajas, Tía Mima sigue fabricándolas y a mano, como muy pocas mujeres lo hacen, porque ahí en su terruño muchas lo hacen, pero con moldes.
Tía Mima en cambio, amasa y 'acaricia' el barro hasta darle la forma que quiere.Para ella, lo más difícil de este oficio es conseguir la leña, pues en la quema está el secreto para que estas vasijas queden bien elaboradas.
Trabaja por encargo, “meto 30 ó 40 tinajas al horno, hago una pila, le pongo los tiestos y le paro la leña, las pongo como a las 9 de la mañana y a las 9:30 ya están rojitas”, dice en medio de risas. Con una lata de barro hace siete tinajas, cuyo valor oscila entre 12 mil y 30 mil pesos, claro que eso depende de si la persona es conocida, y también del tamaño.
Hoy esta mujer, una de las pocas fabricantes de tinajas de manera tradicional, que quedan, asegura que falta más apoyo del gobierno para seguir en esa labor, debido a que hacen un festival pero pocas veces exhiben las vasijas. Aunque sus hijos la ayudan con recursos, Edilma asegura que sigue haciendo el recipiente porque le gusta la plata.
Esta mujer que levantó a sus hijos con parte de los recursos que le generaba la fabricación de las vasijas, teme hoy que con su muerte se acabe la tradición, porque son pocas las mujeres que quieren seguir haciendo tinajas.