Este jueves 3 de octubre se cumplen 10 años del fallecimiento del líder político Aníbal Martínez Zuleta y su familia lo recordará con una ofrenda floral y una oración en el Archivo Departamental, el cual lleva su nombre.
Martínez Zuleta fue alcalde de Valledupar, contralor general de la Nación, representante a la Cámara, diputado, concejal, historiador, escritor, periodista y propietario de la emisora La Voz del Cañaguate, tradicional medio de comunicación de la región.
El exalcalde falleció a los 88 años, el 3 de octubre del 2014. Abogado egresado de la Universidad Nacional; diputado y representante a la Cámara por el Magdalena Grande; concejal de Valledupar y representante a la Cámara por el Cesar.
Elegido en dos períodos consecutivos como contralor general de la República, en 1975 y 1982. Juez en Cundinamarca, del Circuito y juez Superior de Bogotá, magistrado y miembro de la Comisión Nacional de Instrucción Criminal.
Anécdota
A propósito de su aniversario, Carlos Augusto Rojas Castaño contó una anécdota con el excontralor Aníbal Martínez Zuleta. “Me hice anunciar una mañana en su casa del barrio Novalito de Valledupar para saludarlo y entregarle un regalo con el que creí sorprenderlo: la biografía recién publicada de Juan Pablo II, un ‘best seller’ en esos días. Cuando llegué hasta donde él estaba, vi a su alrededor dos libros en medio de varias revistas y cuatro periódicos del día -El Tiempo, El Espectador, El Heraldo y EL PILÓN- como cartas de la baraja esparcidas sobre una mesa de juego”, relata.
Y agrega: “Uno de los libros era el de la vida del Papa polaco (Juan Pablo II) recién fallecido, cuya lectura estaba terminando y sobre el cual hizo un largo comentario que me sirvió de acicate para comenzar a leer ese mismo día el ejemplar que le iba a obsequiar y que por obvias razones se quedó en mis manos; me ahorré la compra del libro para mí”.
“El doctor Martínez fue un lector incansable, leía de todo: periódicos, revistas, folletos, documentos especializados; libros, cuando salía un nuevo libro lo encargaba a Bogotá para tenerlo en sus manos recién salido del horno, y lo devoraba como el más apetitoso menú de comida típica vallenata. Y cuando se es buen lector, surge por generación espontánea el deseo de escribir: también fue un buen escritor”, contó.