Por Juan Rincón Vanegas.
Twitter: @juanrinconv
Por los puntos cardinales de ese paraíso llamado de San Andrés se nota el sentido de pertenecía por sus raíces y especialmente por su música.
Así quedó demostrado cuando el grupo de música típica de las islas, Orange Hill, cuyos integrantes son adultos mayores, presentó ese sentimiento a través de guitarras, quijada de caballo, The Tube, o tina de lavar, bandolina, maracas, dulzaina, y para que los visitantes vallenatos se sintieran como en casa interpretaron la canción ‘Anhelos’, de la autoría de Oswaldo Ayala y que el tres veces Rey Vallenato, Alfredo Gutiérrez, hace varios años se encargo con su acordeón y su voz de llamar la atención de una mujer a la que se quería tener al lado de los latidos del corazón.
Después del apoteósico concierto brindado por la Reina y los Reyes Vallenatos y sus respectivos acompañantes, los aplausos fueron el premio a este grupo de personas que se dedican a exaltar los clásicos vallenatos. Es así como por la tarima desfilaron canciones de Rafael Escalona, Leandro Díaz, Alejo y Nafer Durán, Luis Enrique Martínez y Calixto Ochoa. Y qué decir de la puesta en escena de los cantos de Gustavo Gutiérrez Cabello, donde comienza a declamar las historias vividas, esas mismas que arropa con poesías salidas del corazón de su alma.
La mañana de la despedida de ese territorio insular a orillas del mar Caribe en medio de una fuerte brisa que allá llaman “frente frío”, estaba Eugenio Hawkins, quien sentía que ese momento era único y que el fenómeno le refrescaba todo su cuerpo.
Este sanandresano raizal estaba pensativo, metido en su mundo de ilusiones, pero al ver la presencia del visitante sonrió y aceptó intercambiar muchas palabras que lo pintaron de cuerpo entero.
La primera pregunta fue a que se dedicaba. Miró para la inmensidad del mar de siete colores y contestó que era pescador. No muy bien había dado a conocer su oficio, le dio salida a una larga exposición donde el Tribunal de la Haya, llevó la peor parte. La solidaridad no se hizo esperar, pero el tema era otro, era sobre vallenato.
De una se le interrogó: ¿Qué sabe de la música vallenata?
Esta vez sí lo pensó y luego de darle algunas vueltas a la memoria contestó: “El vallenato es raizal como nuestra música. Tiene mensajes de lo que han vivido sus protagonistas y una música que gusta de inmediato. Mire, tengo conocimiento de esa música a través de Carlos Vives, quien grabó muchas canciones”. Frenó de repente y se le indagó: ¿Cómo cuales? Volvió a visitar al recuerdo y dijo “De nombres, no me acuerdo. Está una que dice más o menos que ‘Acórdate Moralito de aquel día que estuviste’… No me acuerdo más”.
No quedaba otra opción, había que cantar ‘La gota fría’ de Emiliano Zuleta Baquero, para que Eugenio Hawkins, volviera a sentir de cerca ese vallenato raizal, donde se envió un recao grosero.
Acórdate Moralito de aquel día
que estuviste en Urumita
y no quisiste hacer parranda.
Te fuiste de mañanita
sería de la misma rabia.
Eugenio Hawkins acompañó el canto con sus manos y expresó: “Esa es”. Enseguida preguntó: ¿Me puede cantar otras de esas de Carlos Vives?
Había que complacerlo. Se hizo un rápido ejercicio por esos clásicos vallenatos como ‘Alicia adorada’, ‘El cantor De Fonseca’, ‘Matilde Lina’, ‘Honda herida’, ‘Lirio rojo’ y ‘Pedazo de acordeón’.
Enseguida volvió a replicar. “Ahora lo que suena en las estaciones radiales se pasa rápido, y es un efecto Alka-Seltzer. No me gusta criticar, pero hay que cuidar la música natural y al fin y al cabo esa nunca pasa de moda, así como la nuestra que llevamos en la sangre y en el movimiento de nuestros cuerpos”.
No muy bien había dicho eso, siguió hablando en el idioma de su territorio, el Creole, y tocó acudir al colega Guillermo ‘Billy’ Pertuz, para que tradujera lo que decía. Era la ratificación de lo dicho con anterioridad.
No se podía dejar pasar por alto la pregunta del Festival de la Leyenda Vallenata, cuando San Andrés cuenta con un Rey Vallenato.
Ante esto Eugenio Hawkins se emocionó y comentó: “Claro, nuestro rey es Julián Rojas, el hijo de José Gabriel Rojas y Ligia Terán y hermano del también acordeonero Jorge Rojas, los cuales vivieron en el barrio Sarie Bay. Para nosotros es grandioso estar en la historia de ese soberano evento cuando Julián le ganó a un grande como era Juancho Roís”.
Sin más, y cuando creyó que podía continuar su camino se despidió, pero antes sonriendo dijo que “¡Mi gwain go it a crab soup!, and thank fi rimember mi that vallenatos episodas (Que iba a tomarse una sopa de cangrejo y que gracias por recordarle esos episodios vallenatos).
Se fue tarareando aquella célebre canción donde ‘Mile’ y Moralito’, que él únicamente escuchó nombrar, se convirtieron en leyendas, al una vez intentar acabar con aquella vaina donde afloró hasta un ‘Madrazo’, porque el duelo de versos nunca se efectuó y quedó la recorcoma.
Al final quedó ratificado que el compositor Octavio Daza, no se equivocó al inspirarse en una linda morena de esa encantadora tierra, lo que hizo posible que el viento silbara imitando a las aves en medio de la inmensidad de ese imponente mar.
Cuenta la historia
que Morgan el pirata
de muchas islas
un tesoro se llevó,
y yo quiero llevarte
linda Sanandresana
pa’ mi tierra vallenata
y el pirata seré yo.