En su segundo día en Colombia el Papa Francisco, ante más de 600 mil habitantes, pronunció una homilía titulada ‘Reconciliarse en Dios, con los Colombianos y con la creación’, en la que dijo ‘todo esfuerzo de paz sin un compromiso sincero de reconciliación será un fracaso’.
El sumo pontífice afirmó “que la reconciliación, por tanto, se concreta y consolida con el aporte de todos, permite construir el futuro y hace crecer la esperanza. Todo esfuerzo de paz sin un compromiso sincero de reconciliación será un fracaso”, dijo el Obispo de Roma.
En las afueras de la capital del departamento del Meta, tuvo lugar la beatificación del sacerdote colombiano Pedro María Ramírez Ramos, asesinado en los hechos del 9 de abril de 1948 en la ciudad tolimense de Armero; y de monseñor Jesús Emilio Jaramillo Monsalve, obispo de Arauca, asesinado por la guerrilla en 1989.
Francisco dijo que estos dos dos colombianos son ‘expresión de un pueblo que quiere salir del pantano de la violencia y el rencor’.
En el calendario de la Iglesia católica se celebró este viernes el nacimiento de María, y el Papa dijo que esta festividad proyecta su luz ‘así como se irradia la mansa luz del amanecer sobre la extensa llanura colombiana, bellísimo paisaje del que Villavicencio es su puerta, como también en la rica diversidad de sus pueblos indígenas’.
‘La reconciliación no es una palabra abstracta; si eso fuera así, sólo traería esterilidad, más distancia. Reconciliarse es abrir una puerta a todas y a cada una de las personas que han vivido la dramática realidad del conflicto’, sostuvo.
Aclaró que ‘esto no significa desconocer o disimular las diferencias y los conflictos.
No es legitimar las injusticias personales o estructurales. El recurso a la reconciliación no puede servir para acomodarse a situaciones de injusticia’.
Se refirió también a la riqueza natural de Colombia y acudió a la letra de una canción de Juanes para subrayar que hay que cuidarla.
En este entorno maravilloso, nos toca a nosotros decir sí a la reconciliación; que el sí incluya también a nuestra naturaleza. No es casual que incluso sobre ella hayamos desatado nuestras pasiones posesivas, nuestro afán de sometimiento. Un compatriota de ustedes lo canta con belleza: «Los árboles están llorando, son testigos de tantos años de violencia. El mar está marrón, mezcla de sangre con la tierra» (Juanes, Minas piedras). La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes (cf. Carta enc. Laudato si’, 2). Nos toca decir sí como María y cantar con ella las «maravillas del Señor», porque como lo ha prometido a nuestros padres, auxilia a todos los pueblos y a cada pueblo, auxilia a Colombia que hoy quiere reconciliarse y a su descendencia para siempre, dijo el santo padre.