Combinar lo sagrado con lo demoníaco siempre ha sido una buena fórmula para causar intriga en los espectadores. No es casualidad que esta fórmula sea común en el cine de terror. En el caso de La Monja, hay una serie de elementos que siguen generando interés en el universo Warren.
Este spin-off no está basado propiamente en una historia real, aunque sí en una serie de eventos reales. La película se inspira en un demonio con el cual Lorraine Warren afirma haber tenido una experiencia traumática.
¿Por qué esta entrega causa tanto terror?
Terror con historia
La investigación de la muerte de una monja desencadena una serie de eventos paranormales que ponen al espectador con los pelos de punta. La trama, además, se desarrolla en un contexto bastante lúgubre: se trata de nada más y nada menos que de las oscuras paredes de un convento en Rumania. Aunque la película está ambientada en la década de 1950, la arquitectura del siglo XIV le da un toque mucho más aterrador.
Los personajes son otro punto fuerte para el terror. Una novicia, un sacerdote y un joven no solo se muestran como los detectives de una muerte, sino también como figuras con una historia particular que añade interés a la película y con ello, más vulnerabilidad al terror.
Muchísimo jumpscare
El tráiler viral en el que aparece de repente la imagen de la monja con su respectivo sonido terrorífico, es un abreboca de lo que verás en la película. De hecho, el tráiler oficial fue incluso vetado de YouTube, aunque sobreviven los posteos piratas. La plataforma de videos alegó que el video violó su política de “contenido explícito y perturbador“.
La técnica cinematográfica de asustar repentinamente a través de escenas abruptas vuelve con esta nueva entrega de la saga de terror. Lo vimos también en El Conjuro y Anabelle. Corin Hardy continúa aprovechando las oportunidades para hacer que los espectadores salten en sus sillas mientras ven la película, y a pesar de algunas críticas, sigue dando resultados. También ayuda una excelente banda sonora.
La aparición de Valak
Incluso si las historias en las cuales se basa un filme no son reales, incluir elementos más allá de la mente de los guionistas siempre le da profundidad a los personajes creados para causar terror. En el caso de La Monja, en esta ocasión hablamos de un demonio personificado como una religiosa, llamado Valak.
El nombre de Valak no es inventado por los guionistas. En la demonología, se trata de uno de los demonios más poderosos, conocido como “Gran Presidente del Infierno” y con una legión de hasta 30 demonios bajo su mando. Se dice que esta entidad demoníaca se apodera de siervos de Dios, un detalle espeluznante para darle al monstruo del filme una dimensión peculiar.