Hitos políticos 2016
El año comenzó movido por las elecciones de personeros y contralores municipales, al igual que el departamental, así como las escogencias de los gerentes de los hospitales de la red pública.
Elección irregular
“Yo te financio, tú me escoges”. Eso parece ser fue lo que ocurrió con el abogado Álvaro Castilla, quien fue el responsable de inscribir el movimiento ‘Avanzar es posible’ que llevó a la Alcaldía al mandatario de los vallenato, Augusto Ramírez Uhía. Una vez posesionado el alcalde Uhía y los concejales, la mayoría de la coalición del alcalde, escogieron a Castilla como el contralor municipal de Valledupar sin tener en cuenta que el máximo puntaje de la evaluación que hizo la universidad seleccionada lo obtuvo Omar Contreras Socarrás, actual Defensor del Pueblo del Cesar.
Tumbada legal
Los concejales de Valledupar, 15 para ser más exactos, fueron los protagonistas de la terquedad política del año. A pesar de las advertencias que hizo de manera reiterada la Procuraduría General de la Nación por el conflicto de intereses del candidato de su preferencia, escogieron como contralor de Valledupar a Álvaro Castilla, quien se posesionó del cargo el 15 de enero. Pero más demoró en posesionarse que en conocer la demanda contra su elección. Fueron 11 meses de expectativa por esta elección, que finalmente terminó con anulación por parte del Consejo de Estado, que dirimió esta puja política.
Concejales y sus desaciertos I
Los concejales de Valledupar se posesionaron el primero de enero y en menos de 15 días ya estaban en el ojo del huracán por cuenta de sus desacertadas decisiones a la hora de elegir personero y contralor municipal. Con el primer cargo en mención se abstuvieron de escoger a su candidata, Lorena Cabrera, quien a pesar de pelear jurídicamente por el cargo, no pudo con los argumentos del otro candidato, Alfonso Campo, quien ya venía en el puesto. Menos mal los concejales no se impusieron en este caso, porque también hubiese sido otra derrota para el movimiento político ‘Avanzar es posible’, tal como ocurrió con Álvaro Castilla, quien estuvo en el cargo de contralor solo 11 meses.
Concejales y sus desaciertos II
Este concejo municipal renovado en más del 70% no llenó las expectativas. No se caracterizó por ejercer un control político serio y contundente, sino que parecía más una extensión de los secretarios del gobierno de Augusto Uhía. El novato presidente Guido Castilla pagó su primiparada, con propuestas poco contundentes como prohibir el uso de jean en el recinto de la corporación (noticia nacional), cuando existen otros temas de mayor interés para la ciudad. Les faltó entereza y dinamismo a los concejales, que fueron protagonistas más por sus excesos personales (borracheras, peleas y espectáculos públicos). Se salvaron de la destitución de sus cargos, aunque muchos deseaban que se mantuviera la decisión de primera instancia de la Procuraduría, la segunda instancia los rescató.
Festival de demandas
El año 2016 comenzó con demandas de credenciales. Normal que ocurra en un año que inicia con nuevos gobernantes. Se salvaron de perder sus puestos los alcaldes de Codazzi, Luis Peñaloza; Pueblo Bello, Juan Francisco Villazón Tafur; El Copey, José Luis Nieves; San Diego, Elvia Milena Sanjuan; Pelaya, Luis Said Castro; Río de Oro, Carlos Albeiro Meneses Pérez. Los que no se salvaron de perderla en su primer año de gestión fueron el diputado Julio Casadiego y el concejal de Valledupar, Ciro CHinchía. Al primero la Procuraduría General de la Nación le ratificó la suspensión e inhabilidad general de 10 años para ejercer cargos públicos por conducir su vehículo en estado de alicoramiento a pesar de tener la licencia suspendida, y al segundo, el Consejo de Estado le confirmó la decisión del Tribunal Administrativo del Cesar, que anuló la elección de Chinchía Bermúdez y declaró como concejal a Roberto Carlos Castro Romero.
Los diputados, ni fu ni fa
La Asamblea del Cesar viene de traste en traste. Este año no fue la excepción. Los 11 diputados comenzaron fríos, se pusieron tibios cuando se pusieron de acuerdo para sacar de la duma a Julio Casadiego, la única voz disonante en el recinto por no ser de la coalición del gobernador Francisco Ovalle, y se calentaron en la recta final del año porque el mandatario de los cesarenses no les dio juego en la administración. Las relaciones armoniosas que tenían con la administración departamental pasaron terminaron malogradas y cuando ya quisieron apretar clavijas, nadie les prestó atención. Tuvo el gobernador que hacerles un desplante para que reaccionaran. Se pasó el año y los debates de control político a las obras inconclusas no fueron fuertes. ¿Será que arreglaron?
Continuismo y sillas vacías
En la administración departamental primó el continuismo no solo de fuerzas políticas (casa Gnecco especialmente), sino de funcionarios que pasaron del gobierno de Luis Alberto Monsalvo Gnecco al de Francisco Ovalle Angarita. Cinco secretarios repitieron puesto, lo que hizo que poco cambiara la línea de gestión del gobierno y ni la publicidad diferenció los dos gobiernos. Terminaron el año con sillas vacías en las secretarías de Gobierno y Planeación. Delwin Jiménez salió sin justa causa y Federico Martínez pasó a la de Infraestructura, al renunciar Omar Maestre, quien en el gobierno anterior fue el que firmó la mayoría de los megacontratos que hoy están sin terminar.
Otras entidades como la dirección del Instituto de Bienestar Familiar, Icbf, terminaron el año sin directores. La puja política no ha dejado nombrar.
Congresistas ¿hubo?
Los cinco congresistas del Cesar siguen brillando por su ausencia en discusiones importantes del país y del departamento. Aparecen cómodos, acogiéndose a lo que diga su bancada, pero no se siente la voz del Cesar en el Congreso. Pocas actuaciones contundentes, ausencia de análisis y posiciones políticas. Aparecen para acompañar a inaugurar obras o en reuniones con personalidades nacionales. Mientras unos por lo menos aparecen de coautores en algunos proyectos, otros se dedican a fortalecer su imperio político.