Los Estados miembros de la ONU, con la excepción de Estados Unidos, acordaron este viernes el Pacto Mundial para la Migración, el primer intento de gestionar a escala global todo el fenómeno migratorio.
El acuerdo, que no es jurídicamente vinculante, incluye una amplia lista de compromisos por parte de los Gobiernos para abrir más vías de migración regular, proteger a los inmigrantes y cooperar en una mejor gestión de fronteras.
Tras seis rondas de negociaciones, las delegaciones aprobaron hoy por consenso el texto, que será adoptado formalmente en diciembre en una cumbre internacional en Marrakech (Marruecos). Los representantes de los Estados miembros dieron la bienvenida al documento y rindieron homenaje a los líderes de la negociación, los embajadores de México, Juan José Gómez Camacho, y de Suiza, Jürg Lauber.
Gómez Camacho destacó el carácter “histórico” del acuerdo y aseguró que presenta “una nueva visión para el mundo que queremos”.
El pacto es fruto de un encargo hecho en 2016 por los jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo, que acordaron en la ONU negociar sendos acuerdos sobre migrantes y refugiados ante la crisis que se vivía entonces en el Mediterráneo.
Tras un largo proceso de consultas, los países iniciaron en febrero pasado las negociaciones del texto, estructurado en torno a 23 grandes objetivos.
Entre esas metas figuran varias muy generales, como la de trabajar en el ámbito del desarrollo y la prevención de conflictos para reducir las situaciones que fuerzan a la gente a dejar su país de origen o la de mejorar las opciones de migración legal.
Pero también hay compromisos mucho más concretos, por ejemplo tratar de evitar la separación de familias -un tema polémico estos días en EE.UU-, usar la detención de migrantes únicamente como última opción u ofrecer acceso a servicios básicos a todos, sin importar su estatus migratorio.
Los Estados se comprometen también a mejorar su cooperación a la hora de salvar vidas de migrantes durante sus viajes, con misiones de búsqueda y rescate y garantizando que no se perseguirá legalmente a quien les dé apoyo de carácter “exclusivamente humanitario”.
Además, los Gobiernos prometen garantizar un regreso “seguro y digno” a inmigrantes expulsados y evitar siempre el retorno forzoso para quienes se enfrentan a un “riesgo real y previsible” de muerte, tortura u otros tratos inhumanos.
En las negociaciones participaron todos los Estados miembros de la ONU, aunque algunos como Hungría lo han hecho en todo momento con una postura crítica con la iniciativa.
El único país que se mantuvo totalmente al margen es Estados Unidos, que anunció su salida del proceso en diciembre pasado al considerar que el pacto es “incoherente” con las políticas migratorias del Gobierno de Donald Trump.
El presidente de la Asamblea General de la ONU, Miroslav Lajcak, recalcó hoy que el pacto no dicta ni impone nada a los Gobiernos y respeta totalmente la soberanía de los Estados en materia de inmigración, pero supone un gran paso adelante.
“Es un momento histórico y el potencial es enorme”, destacó el diplomático.