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Padre Becerra: más de medio siglo al servicio espiritual de La Guajira, Cesar y Magdalena

Familiares, amigos y sacerdotes de la Diócesis de Valledupar despidieron entre lágrimas y tristeza al presbítero Armando Napoleón Becerra Morón, reconocido sacerdote que durante 69 años estuvo al servicio espiritual de numerosos feligreses en los departamentos de La Guajira, Cesar y Magdalena, pero por complicaciones de salud debido a su avanzada edad, falleció en la Clínica Cardiovascular de Valledupar a la edad de 94 años. 

El “hasta luego”, como lo señaló uno de sus tantos amigos, se le fue dado en una misa solemne en la Catedral de Santo Eccehomo de Valledupar. A la eucaristía asistieron alrededor de 500 personas entre familiares, amigos, exalumnos y sacerdotes que con cariño y admiración recordaron a través de la palabra de Dios la vida y obra del padre Becerra. 

“El padre Becerra entregó su vida a la iglesia. Yo lo identifico como un hombre con un gran amor al Señor, a la oración, con una profunda devoción a Santa Teresa de Lucía y como un hermano. Una de sus principales características era su sentido de fraternidad. En su vida de sacerdote mayor sabía comprender, guiar y valoraba la vida de los sacerdotes más jóvenes”, manifestó el sacerdote Iver de la Cruz. 

Así mismo, el padre Alexander Brand, comentó que Becerra era un referente en el ministerio sacerdotal por su entrega a Dios, su amor a la eucaristía, la catequesis, al sacramento de la confesión y a la predicación, labor que desempeñó sin descanso en las diferentes parroquias de la ciudad, tales como la iglesia La Concepción.

“Era un sacerdote que se formó a la antigua escuela, pero se fue adaptando a la modernidad porque le tocó una transición de tiempos muy difíciles en la región, pero siempre estuvo con la comunidad en sus necesidades y guiándolos en todas las circunstancias. Era un hombre entregado a la cultura, intelectual, conocedor de esta región, de sus tradiciones, humilde y muy cercano a la gente”, recordó con orgullo el presbítero Brand. 

UNA VIDA DE SERVICIO

Por más de medio siglo el presbítero cesarense, Armando Napoleón Becerra, estuvo al servicio de miles de feligreses.  Nació el 7 de septiembre de 1930 en San Diego, Cesar, tan solo dos años antes del inicio del Holocausto, el cual comenzó en 1933, cuando Adolf Hitler y el Partido Nazi llegaron al poder en Alemania. 

Estas fechas ponen en evidencia algunas de las razones por las que Becerra tenía un amplio sentido de humanidad. Vivió, aunque a distancia, en una de las épocas más sanguinarias de la historia mundial y a nivel nacional del conflicto armado colombiano y de manera especial en los departamentos del Cesar, La Guajira y el Magdalena. 

Hijo de Rosa Morón Canales y Francisco Becerra Arzuaga, tuvo tres hermanos: Andrés, Elda, y Paulina Becerra Morón. Siendo criado en un hogar bajo las bases de la fe cristiana, amor y la unidad, Becerra desde muy niño se caracterizó por su sentido de fraternidad, intelecto, solidaridad y amor a Dios. 

El 1 de noviembre de 1954 se consagró como sacerdote en la iglesia La Concepción. Sus primeras experiencias sacerdotales fueron bajo la tutela del vicariato de Valledupar. Posteriormente lo trasladan al corregimiento de Atánquez y al pasar los años se consolida con experiencias y saberes para la docencia en diferentes colegios de pueblos y corregimientos de San Juan del Cesar, impartiendo asignaturas como Historia, Geografía, entre otras, según Juan Manuel Becerra, sobrino nieto de este presbítero.  

HOMBRE DE CHISTES Y ÉTICA 

De acuerdo con sus familiares, el padre Becerra era un hombre sencillo y descomplicado. En ese sentido, su primo, Iván Morón Cuello, puntualizó que cuando se despojaba del rito religioso en reuniones de primos o fiestas familiares, era muy jovial, espontáneo, bailaba y disfrutaba sanamente los espacios de esparcimiento debido a que siempre resaltaba que “se debía aprender a ser feliz” porque la felicidad no es permanente. 

“Cuando había fiestas a él le gustaba comer. Le gustaba el sancocho de gallina, chivo, plátano asado, queso picado, el dulce de toronja, es decir, los manjares que tenemos acá y echar chistes. Era muy anecdótico, eso es algo muy característico de nuestra familia”, explicó con jovialidad Morón Cuello.

REGRESO A CASA 

A pesar de que familiares y amigos expresaron su tristeza por el fallecimiento de Becerra, la mayoría concluyó que se sentían en paz y felices porque este destacado cesarense al servicio de la comunidad y su familia, vivió en plenitud y cumplió con los deseos de su corazón en relación a la prédica de la palabra de Dios y a la unificación familiar. 

En ese orden de ideas, el cuerpo de Becerra fue trasladado al municipio de San Diego donde recibió un homenaje póstumo en la parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. En el homenaje estuvieron presentes familiares, amigos y feligreses que posteriormente acompañaron al féretro para el entierro en el Cementerio Municipal de San Diego.

Por Namieh Baute Barrios
@Namiibb

Categories: Cesar Religión
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