Sobrevivió al accidente de los Andes
* Se trata de Fernando ‘Nando’ Parrado, uruguayo, quien a los 21 años quedó con su equipo de rugby atrapado en los Andes, luego de un accidente aéreo.
La empresa EDUPOL de Colombia, que traduce Educación Polimodal y que en términos cristianos se refiere a la educación presencial y semi presencial, trajo a Bogotá a ‘Nando’ Parrado. Este es un nombre que a la primera vista no dice nada, pero que al decir que se trata del hombre que en compañía de varios amigos permaneció perdido más de dos meses en los Andes chilenos y uruguayos después de estrellarse su avión, toma mucha más relevancia.
‘Nando’ fue el invitado especial de la multinacional que vía televisiva les oferta educación a más de 7 mil estudiantes del país en zonas donde no hay acceso a salones, profesores y otras ayudas. Lo trajeron para que contara su experiencia a una multitud que debía entender que, cuando se quiere se puede.
Y se dice ‘cuando se quiere se puede’, porque la experiencia de Parrado y sus amigos al sobrevivir a un siniestro a más de 4 mil metros de altura en las nieves perpetuas de la Cordillera de Los Andes es un hecho bastante significativo, pero más significativo aún, cuando después de 2 meses, él toma la decisión de no morir en la montaña y atraviesa en 10 días y medio la agreste montaña, para llegar a terreno chileno y posteriormente traer el rescate.
‘Nando’ contó su historia dos veces. La primera, como panelista principal en el evento de EDUPOL para el público; allí fue entrevistado por el periodista barranquillero Mauricio Vargas. Posteriormente, en una rueda de prensa informal y especial para el grupo de periodistas invitados a Bogotá. Con más tranquilidad habló del hecho que lo marcó: La muerte de su madre y hermana de 17 años, que él mismo había invitado a Chile como parte de la facilidad que había dado el gobierno uruguayo que le dijo a los jugadores y al entrenador que podían invitar a uno o dos familiares.
El equipo de rugby, entre otros pasajeros, viajaba a Santiago de Chile para jugar un partido el viernes 13 de octubre de 1972. El mal tiempo hizo salir de su curso al avión, que chocó contra un pico y se partió en medio del aire. ‘Nando’ tenía 22 años, y como sus amigos, nunca había estado en montañas antes. Nunca habían tocado la nieve. “Hacía un minuto estábamos haciendo bromas y ahora estábamos cubiertos de sangre y congelándonos en esta montaña sin salida”, recordó.
Diez días tomaron nieve derretida y comieron restos de comida del avión; tres días para comer una barra de chocolate con maní, primero el chocolate y luego cada maní, por mitades. Pero después tuvieron sólo una opción y era horrorosa: usaron pedazos de vidrio como herramientas y eligieron primero al personal de a bordo. Sin embargo, después se quedaron sin opciones de nuevo, y estaban los amigos.
Todas las mujeres murieron, incluso la mamá y la hermana de Parrado. Cuando llegó el momento de comerlas y así romper un pacto hecho de antemano de no ‘tocar’ a ninguna de las dos, ‘Nando’ decidió cruzar los Andes y buscar ayuda, y llegó a Chile en diez días de caminata. Esos cuerpos quedaron intactos. Les dieron cristiana sepultura y hoy, después de mucho tiempo, ‘Nando’ ya no tiene ningún tabú sobre el canibalismo, al que no define así: “era eso o morir de inanición”, corrigió.
En adelante el diálogo de ‘Nando’ Parrado con los periodistas.
PERIODISTAS INVITADOS: ‘Nando’, nunca lo escuchamos referirse a Dios en su conferencia, ¿por qué no hizo por lo menos una cita de agradecimiento por lo que pasó hace 37 años?
‘NANDO’ PARRADO: “Esos son temas como la política y el fútbol, que se prestan para discusiones y puntos de vista. Les aclaro, soy creyente, pero la religión es un tema muy personal. En una ocasión en una conferencia en New York, recuerdo claramente que tenía 52 años y hablé de algo espiritual y uno aprende; después de hablar de Dios viene un señor con su señora esposa y se para frente a mí y con el dedo me señaló y dijo: “usted no puede hablar del Señor de esa manera”. Me reprendieron como un niño de un kindergarten (jardín infantil) y esa fue una lección también, a veces cuando se expresan las opiniones de religión pueden no ser tomadas de la misma forma que uno lo manifiesta de este lado; por eso, si no me preguntan sobre Dios, no hablo”.
P.I: ¿Era muy difícil manejar el miedo?
N.P: “Lo sentías en el estómago. Era horrible esa angustia física que sentí durante los 72 días con los músculos apretados, los dientes apretados y ese miedo en el estómago era tenaz. La primera noche después del rescate que me tiran en la cama del hospital en Chile, aún recuerdo como físicamente me relajé. Ahí se me fue el miedo, me hice como un flan (se acostó y relajó) y me decía: “no lo puedo creer estoy en una cama”; el miedo allá (en los Andes) fue tenaz, pero nunca más lo sentí”.
P.I: ‘Nando’, usted sin lugar a dudas fue un líder pero, ¿un líder nace o se hace?
N.P: “No tengo ni la menor idea. En mi equipo de rugby, el líder o Couch murió a los pocos días del accidente, cuando una avalancha nos taponó. Siempre me he preguntado, ¿cómo pude hacer eso yo? (atravesar los Andes), y yo no se si lo que soy hoy en día (adinerado empresario uruguayo, dueño de varios canales de TV) depende de aquello. Yo quedé con la cabeza reventada (trauma craneoencefálico) y aún lo hice. En ese momento el líder era Marcelo (capitán del equipo que murió en la avalancha), y yo me voy recomponiendo, voy haciendo un análisis de la situación y decía: “tenemos que hacer algo”, y eso pasaba después de 15 días de estar yo anestesiado en coma y me recupero, convenzo a todos y arranco. Podría pensarse que en ese momento me convertí en líder; pero les hablaré de dos de mis amigos que murieron: ‘Panchito’ y Guido… eran líderes innatos. Ellos eran de los que en las clases tomaban el liderazgo, hacían las propuestas, y se destacaban jugando y con las chicas. Ahí hay dos experiencias, pero no podría afirmar que un líder se hace o nace, diría que hay de las dos”.
P.I: ¿Qué piensa usted que le hizo superar tremendo trauma?
N.P: “El instinto de supervivencia es lo más fuerte. En los campos de concentración, prisioneros de guerra, y eso es fuerte; hay gente que sobrevive por las ganas de vivir. Pero en el caso mío fue diferente. En el accidente perdí a mi mamá y mi hermana y sólo me quedaba mi papá, esas ganas de verlo de abrazarlo, de explicarle y de evitar que nos terminara de matar la montaña, me llevaron a hacer la travesía que hice. Dicen que si tu tenés a alguien o algo en quien pensar, tus opciones de vida en estos casos son mayores y las ganas de ver a mi padre me hicieron hacer lo que hice”.
P.I: ¿Qué pasó cuando se encontró con su padre?
N.P: “Al enterarse, mi padre viajó de inmediato a Chile. Al encontrarnos en el hospital nos abrazamos y me preguntó: “¿Xenia (madre de Nando) vive?”, porque él no sabía que había muerto junto con mi hermana, porque nunca nos encontraron. Yo le conté todo y él me contó que ya tenía otra mujer que había sido la única persona que lo había atendido. Pues imagínese, mi papá era un hombre que había perdido a toda su familia y estaba muy mal, en el trago, la vida licenciosa y demás. Yo por eso nunca cuestioné a mi padre, porque hubo gente que sí lo hizo y le exigían explicaciones. Por el contrario lo entendí. Mi papá me dijo: “Nando hacé lo que querás, pero tené una vida”; y yo opté por los deportes, la educación, los negocios, mis perros y soy lo que soy. Pude meterme y dañar mi vida con el alcohol, las drogas y esas cosas no buenas”.
P.I: ‘Nando’, ¿díganos unas premisas que lo hayan formado en su vida para ser quien es hoy día?
N.P: “Sin duda la educación es una de ellas. Nosotros (el equipo) fuimos formados por padres irlandeses, era una formación recia, fuerte, formadora de hombres con carácter; no nos maltrataban, pero sí existía el tirón de orejas y uno que otro golpecito en las manos con una regla, a ellos le debo mucho. Podría decir que mi familia, mis padres nos formaron desde pequeños con responsabilidad, para ser alguien, con mucho amor y comprometiéndonos a lo bueno de la vida y, para finalizar, diría que el deporte. El rugby no es un deporte que funcione individual, si tú no protegés al otro nada funciona. No es como el fútbol que a pesar de ser colectivo permite algunas individualidades; acá o te proteges con tu compañero o nada funciona. Los consejos de mi padre fueron fundamentales para formarme educativamente, hacer mis empresas y ser quien soy”.
Milagro en los Andes: Fernando ‘Nando’ Parrado
Milagro en los Andes (titulada en inglés como Miracle in the Andes) es una novela de Nando Parrado y Vince Rause, publicada por primera vez por Editorial Orión en 2006. Fernando Parrado, más conocido como ‘Nando’ Parrado, fue uno de los sobrevivientes del accidente aéreo de los Andes. ‘Nando’ Parrado narra en este libro, la historia que él vivió cuando el avión en el que viajaba sufrió un accidente cayendo en medio del complejo sistema montañoso. En ese accidente perdió a su madre y a su hermana.
En 11 capítulos, Parrado narra lo sucedido. En el antes y el después, describe cómo junto a sus demás compañeros, luchó por sobrevivir cuando el avión cayó, además, de qué forma murieron muchos intentando ser rescatados y cómo los supervivientes lucharon para que alguien los encontrara.
El primer capítulo es ‘Unos días antes’, ‘Lo más preciado’, donde describe cómo murió su madre y cómo intentó que su hermana no muriera; ‘Una promesa’, capítulo en el que muere la hermana de Nando, Susy, y Nando se promete a intentar sobrevivir al comenzar a escasear el alimento; ‘Respira una vez más’, sepultan a Susy en medio de los Andes y comienzan a planear cómo salir de ahí. Por haberse terminado la comida, los supervivientes comenzaron a devorar carne humana de los que habían muerto; ‘Abandonados’, cuando las autoridades deciden suspender la búsqueda.
El sexto capítulo corresponde a ‘Una tumba helada’, ‘Hacia el este’; ‘Lo contrario a la muerte’; ‘Veo un hombre…’; el décimo capítulo se denominó ‘Y después’, finalizando con el Epílogo, donde ‘Nando’ reflexiona sobre todo lo que pasó en los Andes y da gracias a Jesús por haberlo salvado de la muerte.