Valledupar en medio de su grandeza se encuentra rodeada y habitada por personas amables, zonas verdes, una cultura que atraviesa fronteras, una gastronomía que embelesa a todo aquel que la prueba y también, cuenta con una gran variedad de monumentos en sus calles, plazas, y demás lugares.
Estas esculturas aparte de darle embellecimiento a la ciudad cuentan una parte de la historia valduparense. Detrás de cada una de ellas se esconde una historia real o mitológica que espera ser contada, todas conforme a la cultura, tradición y folclor de este territorio. En ese sentido, la capital del Cesar cuenta con monumentos que hacen homenaje a la ‘Cacica’ Consuelo Araujonoguera y a las primeras bailadoras del pilón, a las peleas de gallos, al primer rey Vallenato del Festival, Alejandro Durán; al fundador de la ciudad y demás personalidades.
En el caso del monumento alusivo a los poporos, en este se encierran las raíces ancestrales de la región y evocan a los indígenas que habitan las Sierra Nevada de Santa Marta: arhuacos, koguis, kankuamos y wiwas. Este es el recipiente que usan los indígenas para conservar el ‘jayo’ o ‘hayo’. De ese modo, los pueblos ancestrales hacen parte de la historia, cultura e idiosincrasia de Valledupar.
Es por eso que las esculturas deben convertirse, de una u otra forma, en escenarios propicios para potenciar el turismo cultural, en otras palabras, que los visitantes, e incluso las personas que viven en la ciudad, lleguen hasta estas obras para conocer parte de la historia de la capital del Cesar, teniendo en cuenta que esta actividad surge como consecuencia de una de las principales motivaciones de viaje de los turistas, que es el deseo de visitar nuevos lugares y conocer su cultura, tradiciones y costumbres.
Esto a su vez, ayuda a reactivar la economía y potenciar el desarrollo social de Valledupar, además, los defensores culturales alegan que los beneficios económicos pueden servir en parte para la rehabilitación de los propios monumentos históricos que se visiten.
“Hay monumentos que representan un importante capítulo de la historia, sea real o mitológico, y se convierten en polos magnéticos extraordinarios y de esos tenemos muchos ejemplos en el mundo entero. Ejemplo: al estar en Egipto todos quieren ver los obeliscos, en Bélgica quieren ver el monumento del niño que está orinando sobre las llamas, porque representa una parte de la historia mitológica, y aquí en Valledupar tenemos el Cacique Upar o la Sirena de Hurtado”, indicó Tomás Darío Gutiérrez, historiador de la ciudad.
Y agregó: “En mi juventud yo me quejaba ante los escultores, que eran mis amigos, y les decía que Valledupar era una ciudad buena para monumentos, que teníamos muchos hechos históricos que podían ser representados escultóricamente, precisamente pensando en el atractivo que significarán en el futuro”.
FALTAN CAMPAÑAS PARA POTENCIAR
El escultor Walter Arland en diálogo con EL PILÓN manifestó: “Lo que se debe hacer es una campaña para mostrarle a los turistas los motivos por los cuales se crearon los monumentos”. En ese sentido, asegura que es necesario que las autoridades competentes realicen toda una campaña para vender las esculturas como destinos turísticos culturales. De esa forma, Valledupar no solo sería reconocida por el Festival Vallenato, sino también por sus increíbles historias narradas a través de los monumentos.
Sin embargo, Tomás Gutiérrez alegó diciendo: “Hay turistas a los que no les importan los monumentos porque hay muchos tipos de turismo; incluso en la misma ciudad contamos con personas que desconocen el significado y la historia de estas obras de arte. Pero, debemos buscar la forma de atraer a esas personas que quieren conocer museos, bibliotecas, monumentos y que quieren conocer nuevas culturas”.
Por: Ketty Gutiérrez Maestre/EL PILÓN