A pocos días de realizarse las elecciones presidenciales en Venezuela, para cubrir el período constitucional de 2025 – 2031, crece la incertidumbre acerca de si el gobierno que encabeza Nicolás Maduro aceptará una derrota electoral como lo proyectan todas las encuestas y que, además, estaría o no dispuesto a facilitar la constitucional alternancia y transmisión de mando, al nuevo comandante en jefe electo en los comicios del próximo 28 de Julio.
Quienes dudan que tal cosa ocurra, esgrimen fundamentadas reservas, en atención a la capacidad de maniobra y antecedentes antidemocráticos, mostrados por la cúpula gobernante, con claros matices autoritarios y con sueños delirantes, de perpetuarse en el poder, de espaldas al mayoritario rechazo de la sociedad venezolana, hastiado de tanta destrucción económica que ha traído la ruina y miseria a los hogares venezolanos, el temor de aumentar la emigración de miles de compatriotas, fundamentalmente jóvenes que, no ven posibilidades de superación y realización de sus sueños en Venezuela, en medio de la permanente división y conflicto político, irrespeto a los derechos ciudadanos, laborales y los bajos salarios, los peores de toda América.
Al contrario de lo que sugieren algunos analistas, asevero que el actual mandatario nacional, Nicolás Maduro, entregará el poder… y por las buenas. Veamos las doce razones que sustentan mi convencida aseveración.
Primero: Maduro cuenta hoy con el respaldo del estamento militar porque así se los impone la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CNRBV), él es su comandante en jefe y de allí deriva la debida obediencia al mismo. Pero una vez que tengamos un nuevo comandante en jefe, electo por el voto popular, las cosas serán distintas y las FANB, cumplirán con su obligación constitucional. De otra manera, tendrían que dar un golpe de Estado y esa negada posibilidad en pleno siglo XXI, no será tolerado por los sectores democráticos del chavismo, ni por sus aliados internacionales más cercanos, mucho menos por las fuerzas democráticas internas, beneficiaria del mayoritario voto popular.
El escenario de quedarse en el poder por las malas, significaría para las FANB, convertirse en el principal órgano represor, para imponer un gobierno antipopular, sobre lo que serían sus ensangrentadas bayonetas. Para ese negado escenario, no existe unanimidad entre las FANB. Se impondrá aquella frase de Chávez la voz del pueblo, es la voz de Dios y el pueblo quiere un cambio de gobierno y de rumbo para Venezuela.
Segundo: La presión y disposición de mandos bajos y medios, de la corporación militar, es también mayoritaria en la dirección de respetar la voluntad avasallante de los venezolanos que quieren un cambio positivo para Venezuela. Estos mandos medios y bajos, junto a sus respectivas familias, padecen las injusticias ocasionadas por las equivocadas políticas económicas, la crisis de los servicios públicos y la galopante corrupción que algunos de sus superiores, practican con descaro.
En 2007, ante los resultados electorales adversos a Hugo Chávez y su reforma constitucional, vimos la actuación de las FANB, respetando y haciendo respetar la voluntad de la mayoría. Lo mismo ocurrió en las elecciones de 2015, para elegir diputados ante la Asamblea Nacional (AN). Ni porque Diosdado Cabello presidía ese espacio, se atrevieron los de la FANB, desconocer el triunfo apoteósico de la oposición venezolana.
El 28 de Julio, la postura de las FANB no será distinta, pese a la evidente parcialización por el madurismo, por parte de algunos miembros del alto mando militar. Con certeza, privará el sentido de protección y preservación histórica de la imagen corporativa de las FANB. No se prestarán para sostener a Maduro, a través de un fraude masivo que burle y desconozca los legítimos resultados electorales, en medio del abrumador rechazo popular de este ruinoso gobierno y que además, acabará por escoger a su nuevo comandante en jefe de las FANB.
Maduro es lo más parecido al barco Titanic, pero los militares nuestros, no serán los músicos de ese barco y su hundimiento. No sacrificarán sus carreras, ni a la institución, en el altar de la temeridad y el desquicio de los fanáticos del poder que los envileció. Se cumplirá una expresión que popularizó el fallecido Presidente Luís Herrera Campins (QEPD)» ”Los militares son leales, hasta que dejan de serlo”.
Tercero: Los sectores empresariales que hoy respaldan al gobierno Madurista, no están dispuestos a poner en riesgo, todo el capital y riquezas que han acumulado durante los últimos años. Se verían afectados sus particulares intereses económicos, si se profundiza el conflicto político, seguramente, los trabajadores, se pondrán del lado del país que demanda cambio en paz y de manera democrática.
Cuarto: Si Maduro insistiera en quedarse en el poder por las malas, dándole una patada a la voluntad mayoritaria que pide democráticamente, el relevo de su pésimo gobierno, no podrá lograr la necesaria gobernanza, siempre encontrará resistencia y diversos conflictos sociales y políticos, amén de quedarse sin narrativa que pueda explicar ante las bases chavistas, la existencia de un gobierno «democrático» madurista, sin legitimidad de origen.
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Quinto: En circunstancias distintas como las de ahora, signadas por el hecho electoral, inclusive donde el oficialismo y su candidato, actúan con ventajismo y abuso de poder, quizás pudo justificar la cúpula gobernante envilecida, actuaciones de corte autoritario, represivo y persecutorio, pues apeló al argumento fáctico de que sectores de la llamada oposición extremista, quería desalojarlo del poder por métodos no democráticos, de manera violenta, pues. Allí estaban a la vista, mamarrachos intentos de golpe de estado, guarimbas insurreccionales focalizadas en el este caraqueño, convocatoria tutelada desde el extranjero, a la mil veces fracasada política de abstención, intento de magnicidio, contratación de mercenarios y hasta gritos histéricos, nada nacionalistas, solicitando invasión militar extranjera sobre territorio venezolano.
Desafortunadamente para la cúpula madurista, todas las corrientes opositoras, están metidos y bien enfocados en perseverar la vía democrática, para derrotar en la urnas electorales, al gobierno más corrupto de toda la historia de Venezuela, aceptando inclusive sus desiguales reglas de juego que incluye al presidente en ejercicio, haciendo campaña electoral, sin desprenderse temporalmente de su cargo y además, utilizando para sus propios fines, todos los recursos financieros y logísticos del estado y sus instituciones, ante el silencio cómplice de un CNE controlado por la cúpula del PSUV.
Sexto: No tendrá manera la cúpula madurista, de justificarse ante sus aliados ideológicos de toda la izquierda latinoamericana, cuyos gobiernos electos democráticamente, le exigirán homologación de origen a Maduro. No le tragan la intención insensata de quedarse por las malas en el poder y más bien le exigirán que se someta a los acuerdos de Barbados, como marco político diplomático que rige la solución pacífica, democrática y electoral, a la muy prolongada crisis del país.
Es la única solución que le ofrecen al madurismo y sin dobleces, para que alcance una salida honrosa y de bajo costo político para los perdedores que hoy representan, una evidente y desgastada minoría política. Dependiendo de su desempeño, podrá garantizar su vigencia política, para próximas pruebas de escrutinio electoral, al que debe someterse el liderazgo madurista, con sus manos fuera de los petrodólares que hoy disponen y sin los necesarios controles institucionales.
Luego, todos los países de América Latina, gobernados por líderes democráticos de izquierda, padecen la terrible presión social y política que originan millones de emigrantes venezolanos en esas naciones, quienes huyen de Venezuela buscando alcanzar, los sueños y metas que hoy son imposibles en su propia patria.
Séptimo: Las conversaciones bilaterales y directas entre los representantes de Biden y Maduro (nunca suspendidas), arrojarán a corto plazo un alivio y disminución al costo de salida de la cúpula Madurista del poder. Antecedentes de conversaciones anteriores entre ambos (realmente los dueños de las cartas en juego), demuestran los buenos dividendos que han obtenido ambos, de acuerdo a lo que sabemos. Los de USA, recibieron unos presos gringos que solicitaron a Maduro, Chevron y otras compañías pueden explotar gas y petróleo que surte el mercado norteamericano, extraditan venezolanos ilegales a Venezuela, apadrinaron y garantizaron las primarias opositoras, etcétera.
A cambio, el gobierno madurista, logró la libertad de dos sobrinos de la primera combatiente, la liberación y regreso del empresario colombiano Alex Saab, el retiro de sanciones a PDVSA y su tesorero Malpica Flores, entre otros. En este nivel de relaciones bidireccionales Biden-Maduro, los representantes de la oposición convencional, semejan al marido cornudo, es decir, son los últimos en enterarse. Sus opiniones y barajas las administra un tercero que responde, como siempre, a sus propios intereses como potencia mundial.
Octavo: La cultura y tradición presidencialista de Venezuela, prevalece sobre los caprichos, ambiciones personales y la toxicidad ideológica. Maduro y su entorno del poder constituído por civiles, lo saben. Diosdado y Carreño fingen no saberlo.
Noveno: Cuando resulte electo presidente constitucional de la República, Edmundo González Urrutia, con la ventaja de votos que obtendrá, según todas las encuestas, de inmediato y sin reserva alguna, pasa a gozar de todas las prerrogativas inherentes a su condición de nuevo comandante en jefe electo, incluyendo la custodia y protección de casa militar, hasta que ocurra la transmisión de mando, el día 10 enero 2025. Tiempo en el que regresarán los demonios a sus fosas y dará lugar a un interesante proceso de transición del modelo autoritario personalista, hipercentralista, con rasgos populistas, para un modelo descentralizado de democracia plena, garantista, con poderes independientes y con economía de libre mercado, para aumentar la producción nacional, generar nuevos empleos y mejorar el poder adquisitivo de la población, sin descuidar a la población vulnerable, pero sin convertirla en rehenes sociales del estado, tal como ocurre ahora.
Décimo: Las deserciones y reacomodos dentro del llamado bloque dominante, estarán a la orden del día, esa es una constante conductual, cuando ocurren cierres y aperturas de ciclos históricos. Este hecho altamente probable, minará la voluntad de Maduro de querer quedarse «por las malas» y resurgirá la frase emitida por el exgobernador de Vargas, Antonio Rodríguez el 11 de abril de 2002, «una cosa es la amistad y otra cosa es la política». También viene el deslave de la base de apoyo político y social del chavismo, mayoritariamente adversa al Diosdado madurismo. Los hechos y circunstancias de la nueva realidad, derivados del 28 de Julio, se impondrán sobre los vanos deseos de perpetuarse en el poder por parte del cogollo psuvista, divorciado de sus bases y de espaldas al país que los rechaza mayoritariamente.
Décimo primero: Una cosa es la campaña electoral, la demagogia radical, los excesos verbales del poder, la búsqueda de confrontación con el adversario, las viudas del abstencionismo y sus atajos, mil veces fracasados y, otra cosa es Edmundo González Urrutia, ataviado con la banda presidencial y su peso específico institucional, con legitimidad de origen (no la de utilería que usó Juan Guaidó) consciente de la inmensa responsabilidad colocada sobre sus hombros, para mantener la paz y la unión de la República. Edmundo González Urrutia, es un político diplomático, sereno, con sabiduría y suficiente experiencia en el arte de la resolución de conflictos de manera negociada, para conducir al país a buen puerto, seguro. Se rodeará de calificados asesores en las distintas áreas de políticas públicas que deben promoverse desde la jefatura del Estado, transmitiendo la necesaria certidumbre y confianza para atraer inversiones. También tenderá la mano civilista y generosa a sus adversarios de hoy, para reinsertarlos en la nueva reinstitucionalidad del país. Con reglas de juego democrático claras, sin revanchismos ni persecuciones. Con el imperio del estado de derecho.
Décimo segundo: Maduro más el sector civil democrático de su partido, saben que aún perdiendo las elecciones el 28 de Julio, conservarán una posición de fuerza institucional nada despreciable y que les servirá para negociar y recomponer su proyecto político, de cara a nuevos escenarios. Esa fuerza y experiencia ganada en el ejercicio del poder durante 25 años, les servirá para contener los demonios del revanchismo y la venganza que puedan aparecer en el horizonte. Cuentan con la mayoría de los gobernadores, alcaldes, diputados de la AN y regionales. El PSUV y sus aliados, obtendrán un respaldo electoral cercano al 30 %, nada malo para preservar su capital político, revisar sus tesis políticas, los errores cometidos, depurar sus filas de personajes impresentables, reorganizar y unificar sus fuerzas y liderazgos con miras a próximos eventos electorales.
En 2025 tendrán su primera prueba como oposición. O actúan con responsabilidad y de manera constructiva para estabilizar y normalizar al país, o su proyecto político inspirado en el ideario de Hugo Chávez, naufragará, como ocurrió con el liberalismo en el siglo XIX, o el gomecismo y el perezjimenismo, en el siglo XXI. Por todas estas razones, Maduro entregará el poder… y por las buenas.
*Tomado de Venezuelausa.org
Por: Carlos Teixeira – Profesor, periodista y dirigente venezolano