Si algo aprendimos mientras transitábamos los momentos más duros de la pandemia mundial, es que disfrutar el presente es la mejor decisión. En esa sintonía, los viajes tomaron gran relevancia, sobre todo luego de experimentar el impedimento de desplazarnos tras fronteras.
Sumado a esta situación, comenzó a circular todo tipo de información sobre las peculiaridades a uno y otro rincón del planeta. Ese conocimiento compartido para romper fronteras hoy se traduce en el trazado de rutas alternativas a las más conocidas por las olas turísticas.
En esta nota, repasamos los destinos menos visitados de Europa que, sin embargo, vale la pena conocer si visitamos el viejo continente.
Bagnoregio
Aprovechando que Colombia se encuentra entre los países exentos de visa para Europa, podemos poner en nuestra lista esta ciudad antes de que desaparezca. Ocurre que este pueblo italiano está ubicado sobre un cañón que sufre los efectos de la erosión.
Antes de su desaparición, vale la pena deslumbrarnos con una arquitectura de fantasía y recorrer su vertiginosa pasarela construida hace más de 2500 años.
Hondarribia
Antiguamente conocida como Fuenterrabía, esta ciudad vasca es un espacio atemporal que todos deberíamos conocer cuando visitamos España. Las calles empedradas y los coloridos balcones de madera se unen a la perfección con la calidez de la población que la habita.
Monsaraz
Se trata de uno de los pueblos portugueses más antiguos, datando de la Edad Media sus primeras construcciones. Además, fue un territorio en disputa en más de una ocasión contra la expansión árabe, cuya influencia es perceptible en la arquitectura.
Sus imponentes fortalezas y construcciones pintadas de blanco contrastan a la perfección con la ubicación sobre una montaña y la vista al Embalse. Para quienes gustan de la tranquilidad, su mínima población regala la oportunidad de recorrer con calma sus calles.
Tasiilaq
Para quienes tienen una gran resistencia a las bajas temperaturas, esta localidad ubicada en Groenlandia ofrece una vista idílica. Allí, podemos trazar diversos planes, aunque quizás el mejor es recorrer sus extremadamente tranquilas calles.
En las caminatas, podemos contemplar los quehaceres de los lugareños y hasta cruzarnos con un iceberg costero. Eso sí, debemos estar preparados para vivir casi sin la oscuridad de la noche y, si nos toca tormenta, tener paciencia para esperar que pase.
Conques
Al visitar este pueblo francés, podemos sentir que estamos caminando dentro de la escenografía de una película situada en la cumbre del Imperio Romano. Sus laderas y caminos empedrados insertos en medio de construcciones rurales inquebrantables parecen irreales.
Mostar
Ubicada en Herzegovina, esta ciudad incluye un casco antiguo de encanto que rodea las cristalinas aguas del río Neretva. El paseo obligado es cruzar el famoso Puente Viejo que, si bien fue construido en 1554, debió ser reconstruido después de la Guerra de los Balcanes.
Todavía hay acceso a las ruinas de batalla, hacia la periferia, para quienes gustan de recorrer los vestigios de nuestra larga historia. Además, su altura posibilita tener una vista privilegiada de la región.