Humanizar a las mascotas, especialmente a los perros y gatos, es una tendencia que se ha ido expandiendo con el paso de los años. Un gran número de personas, actualmente, prefieren no tener hijos, por lo que terminan teniendo animales domésticos, a los cuales les atribuyen comportamientos humanos.
A menudo se observa que las personas sientan a las mascotas en la mesa para que coman allí, duermen con ellos en la cama, los sacan a pasear en coches de bebés, entre otros comportamientos.
Ante esto, Angélica González Barrera, teóloga y experta en comportamiento y educación canina de Waggo, señaló: “Jamás una mascota debe ser tratada como humano. El hecho de que se conviertan en miembros de nuestra familia no nos da derecho a humanizarlos. Debemos tener bien claro el concepto de familia multiespecie, que hace referencia a un núcleo social compuesto, en este caso, por dos especies totalmente diferentes, la humana y la animal. Aquí no hay una fusión de especies. Es importante evitar frases como ‘mi hijo es mi mascota’”.
Asimismo, algunos estudios han revelado que la humanización de los animales trae graves consecuencias para ellos, tales como:
Agresividad
Es probable que el perro acabe teniendo comportamientos agresivos si no consiguen lo que quieren. Toda vez que entre los procesos de humanización las personas le dan todo a los animales.
Falta de sociabilización
Las personas que tratan a su perro como un ser humano prácticamente no le dejan ser un animal, por lo que rara vez interactúan con otros de su especie.
Sobrepeso
Los perros humanizados normalmente no hacen el ejercicio diario que necesitan y suelen llevar una dieta que no va acorde a sus necesidades nutricionales. Adicionalmente, cuando son sacados a pasear los llevan en coches de bebés para ‘evitar que se agiten’.