“Esta es la historia que quiero contarle a mis seguidores
Y dejarles como ejemplo mis experiencias vividas
Ay lo bonito que es la vidacuando hay deseos de vivirla
Y apartar el rencor pa’ curar las heridas”
Corría el año de 1997, cuando en el mes de octubre, Diomedes Díaz es capturado por el escándalo de la muerte de Doris Adriana Niño. Enfrentó en ese momento, una de sus más duras pruebas: estar recluido en una cárcel. Al salir, se traslada a Valledupar y su familia, amigos y fanaticada, le hacen un recibimiento que duró 3 días.
Regresa a Bogotá a cumplir con algunas presentaciones de su último trabajo musical “Volver a Vivir” al lado de Iván Zuleta. Decide regresar a Valledupar y es detenido nuevamente por determinarse que el delito por el que se le acusaba había sido preterintencional.
Sin embargo, su abogado Evelio Daza, logró que se le determinara la casa por cárcel porque “El Cacique” enfrentaba otra dura prueba; sería diagnosticado con la enfermedad Guillain-Barré, un trastorno grave que ocurre cuando el sistema de defensa del cuerpo, ataca parte del sistema nervioso por error, y esto lleva a que se presente inflamación del nervio que ocasiona debilidad muscular.
Recluido en la clínica Santa Fe de Bogotá, empieza el tratamiento para poder salir victorioso de la enfermedad, y al mismo tiempo, empieza a recibir demandas que sus trabajadores y algunos cercanos amigos, instaurarían en la oficina de trabajo por incumplimiento en el pago de sus sueldos, o por alguna deuda sin saldar.
El hecho, además de sorpresivo, fue triste para un hombre como Diomedes, que se caracterizaba por su generosidad, lealtad y solidaridad con sus trabajadores y amigos. En reposo en su casa en Valledupar, compone una de sus más famosas canciones: “Experiencias Vividas” una composición que se convirtió en un himno al valor de la amistad.
“Cuando empecé a ganar plata quería que todos tuvieran
Para que todos comieran y toditos trabajaran
Sin pensar que me pagaran como Juda’ a Jesucristo
Se reunieron toditos y me hirieron el alma”
Mejor no lo puedo haber expresado. El dolor físico que tuvo que vivir, no era comparado con el dolor de su alma al sentirse defraudado y decepcionado, mientras frágil, empezó a enfrentarse a una nueva realidad, determinar quiénes eran sus verdaderos amigos.
“Me ha pasado ni el profeta dueño de varios caballos
Los enseñó a comer carne pa’ que no comieran paja
Y al cabo de la jornada como todos pueden ver
El día que no hubo carne, se lo tragaron a él”
Y así era, generoso, buscando siempre el bienestar de sus más allegados, pero eso nunca fue retribuido, por lo menos, por aquellos que en ese momento le daban la espalda. Sin embargo, estaría ahí un personaje histórico en la vida del “Cacique” Joaquín Guillen, quién había dejado de ser su manager, pero continuaba siendo el amigo de siempre, y el compadre de toda la vida.
Joaco nunca accedió a las audiencias en las que los demandantes lo citaban como testigo para atestiguar sobre la relación de ellos con Diomedes. Ese gesto y la compañía permanente al “Cacique de la junta”, lo llevaron a ser el protagonista, y tal vez, el personaje por el cual se crea la canción en tono de agradecimiento.
…y es el ejemplo que quiero
Dejarle a mis seguidores
Que el amigo hay que quererlo
Que cuídalo y protégelo”
Basta con escuchar la canción para recordar uno de sus famosos saludos, que en Valledupar y en todas partes, se convirtió en un dicho popular:
“Amigos como Joaquín Guillen, que siempre ha estado ahí, ahí….”
Fue sin duda un canto al valor de la amistad, a la lealtad, la solidaridad y el amor por los amigos. Fue también un homenaje a los que a su lado, continuaron con una amistad que aún hoy, 3 meses después de su muerte, continúa intacta.
Por: Antonio Peralta Nieto