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La Jagua de Ibirico: la pobreza de un pueblo rico

Por Luis Eduardo Barreto Muegues

 

Entre los habitantes de La Jagua de Ibirico aún se recuerda el 11 de febrero de 2007, cuando la comunidad se lanzó a las calles a protestar por la miseria que se vivía en ese municipio a pesar de las millonarias regalía del carbón. La marcha terminó en asonada y tras los enfrentamientos entre los pobladores y la policía, murió Félix Manuel Mendoza, un taxista de 44 años, quien era simple observador de esta protesta.

 

En La Jagua de Ibirico, Cesar, el segundo municipio productor de carbón en el país, con una producción de 18 mil millones de toneladas al año, seis años después de aquella revuelta social, aún están pendientes de las promesas que hicieron en ese momento el Gobierno Nacional, las multinacionales y la dirigencia.

 

La Jagua de Ibirico está ubicado en las estribaciones de la Serranía del Perijá, limita con Venezuela y en el pasado fue botín de los grupos guerrilleros y paramilitares que se disputaban el control del territorio. A esto se le suma las desatinadas administraciones orientadas por Alcaldes que despilfarraron las millonarias regalías, provocando una suerte negra para los habitantes de esta población del centro del departamento del Cesar. 

Aunque hay una leve percepción de avance, en La Jagua de Ibirico el progreso prometido va a paso lento.

“En 2007, no existía vía, la principal era algo horrible. Esto era como un pueblo olvidado, donde a la gente le tocaba ir a hacer compras a otras partes”, afirmó el periodista y sociólogo Eligio Ortiz Santiago, quien destacó que de 2008 a 2010, llegaron comerciantes y nuevos negocios, con lo que mejoró en parte la situación económica de sus habitantes.

Sin embargo, así como ha llegado algo de bienestar, la riqueza ha traído otros problemas. En el pueblo, dos de los principales problemas son la prostitución infantil y las enfermedades respiratorias.

Según cifras de la Secretaría de Salud Municipal, 4.000 personas son atendidas en el hospital local y muchas están enfermas por la contaminación del aire producto de la explotación carbonífera.

 

Crecimiento poblacional

 

La aparente riqueza ha hecho que el pueblo se haya vuelto atractivo para personas de otros lugares del país que llegan a buscar su parte de la bonanza carbonera. El profesor José Antonio Mejía Vargas, quien ha escrito varios textos históricos sobre La Jagua de Ibirico, percibe en el crecimiento poblacional un mal mayor con sus consecuencias. Según el censo del DANE, el pueblo tiene 22.163 habitantes, pero con la población flotante la cifra supera las 34 mil personas.

 

Vargas recuerda que, antes del paro, las carboneras no empleaban a los nativos. “Si no se hace el paro, la gente de La Jagua no estuviera siquiera empleadas porque las multinacionales no querían emplear a la gente de aquí”.

 

A esto se le suma que los pobladores ven en las mineras sus únicas opciones de trabajo incluso con otras consecuencias. Según el alcalde Didier Lobo Chinchilla, muchos jóvenes dejan sus estudios pensando que su única opción es entrar a una mina a operar un camión. “No visionan mucho más allá”, agregó Lobo que también coincide en que la supuesta prosperidad de la región ha hecho que el municipio se vuelva en un receptor de desplazados, pero con una visión simplista del problema.

 

“Viene mucha población flotante y nos toca resolver todas esas situaciones, el tema de desplazados, se vienen del interior del país y atraviesan 550 pueblos, pero terminan aterrizando en La Jagua y vienen donde uno, porque hoy la Ley los ampara, y me toca darles techo o alimentación por dos y tres meses”, dijo el mandatario local quien aseguró que uno de los mayores huecos que tiene el municipio está en la atención de salud del régimen subsidiado.

 

Sin embargo, si se miran las cifras que ha recibido por regalías este pueblo a partir de la bonanza carbonera, se podría decir que ha habido una alta cuota de despilfarro y corrupción. Según el Comité de Seguimiento a la Inversión de las Regalías del Carbón, CSIR Cesar, entre 2004 y 2011, este pueblo había recibido más de 240 mil millones de pesos, y con giros pendientes por recibir del orden de los 210 mil millones de pesos, que sumados a los 42.768 millones de pesos del 2012 y los 53 mil millones asignados para este año, superan los 500 mil millones de pesos y a pesar de todos estos recursos hoy en día no tiene siquiera agua potable.

 

Además de los problemas de salud de la población, los trabajadores de las minas también han sido afectados por la fiebre del carbón. El alcalde considera que no se ha hecho la explotación de la mejor manera y hoy están afectados en su salud.

 

El concejal Reginaldo Peralta agregó si bien ya se ha identificado de donde provienen los problemas de salud, las multinacionales del carbón aseguran que estas partículas que salen de la explotación del mineral no son nocivas para la salud.

 

Esta negación riñe con las cifras. Según estadísticas de la Asociación de Trabajadores Enfermos del Carbón de La Jagua de Ibirico, Asotrecaj, que cuenta con 80 afiliados en este municipio, hay más de 120 enfermos graves con diversas patologías.

 

Uno de los casos es el de William Orozco, trabajador de la multinacional Glencore, quien después de 17 años hoy está confinado a una cama por cuenta de cuatro cirugías que le practicaron por una lesión en su columna. Según Asotrecaj que agrupa a 1.500 trabajadores, el 60% padece una enfermedad originada por la actividad minera.

 

La prostitución es otro de los males naturales de esta actividad económica, que ha llevado a disparar los indicadores de enfermedades de transmisión sexual, sin dejar atrás el abuso a menores, el incremento de adolescentes embarazadas y embarazos no deseados.

 

Pero según Eligio Ortiz Santiago, en La Jagua ha habido dinero para todos incluidos los grupos al margen de la ley.

 

“Ellos han sido uno de los mayores beneficiados, todos conocen que aquí se perdieron más de 300 mil millones de pesos, de igual manera se han beneficiado unos alcaldes que diría que llegaron a la administración sin amor por La Jagua, sino mirando a ver cómo se enriquecían. También se han beneficiado unos contratistas que anteriormente venían de Valledupar, después llegaron de otras partes y entonces, esos contratistas son los que prácticamente han hecho unas obras y que a veces ni han servido”, agregó Ortiz Santiago.

 

Elefantes blancos

El dinero del carbón ha servido para iniciar obras pero para dejarlas inconclusas. En esta población se pueden encontrar a medio hacer la Casa de la Cultura, el Centro Recreacional Tucuy, y las aulas de los colegios José Guillermo Castro Castro y Luis Carlos Galán Sarmiento, entre otras.

 

“Lo cierto es que los mayores beneficiados son las multinacionales que vienen y se llevan nuestros recursos a costa de lo que sea y no les importan más nada. A ellos no les importa lo social, a pesar de que en el 2007 en las mesas de trabajo en la parte social se hicieron unos acuerdos, que la inversión social de las empresas se concentraría en tres puntos que eran: vivienda, vías terciarias, y proyectos productivos, pero vemos que esto prácticamente no se ha dado”, puntualizó.

 

Para Antonio Mejía Vargas, las regalías del carbón han sido mal administradas, ha faltado planeación y se han desperdiciado los recursos. No en vano desde el 2008, los alcaldes que han pasado por la silla municipal han terminado presos o en líos con la justicia.

 

“La Jagua ha recibido más casi un billón de pesos, que podría ser un dinero que bien invertido, si hay planeación y si hay conciencia, se hubiese construido una ciudad a los 15 o 20 años, y hoy estuviéramos disfrutando una ciudad con todas las condiciones que en cualquier parte del mundo con todos estos recursos se puede organizar y planear una ciudad”.

 

El alcalde Lobo, quien administra los recursos de regalías y a quien la Dirección Nacional de Regalías liquidada, le liberó en 2012, con el nuevo Sistema General de Regalías, más de 100 mil millones de pesos, considera que los que cometieron los errores han pagado y otros están pagando, pero mientras tanto el trata de administrar el dinero lo mejor posible.

Sin embargo, no la tiene fácil porque el nuevo Sistema General de Regalías les exige a los mandatarios presentar proyectos y cumplir siete pasos ante el Departamento Nacional de Planeación –DNP- para que pueda ser aprobado y ejecutado. Ahora con las nuevas reglas de juego, los municipios ya no reciben las regalías directamente en sus cuentas, sino que son administradas desde Bogotá y el balance en los dos años que lleva es negativo, pues son pocos los proyectos aprobados y menos los ejecutados.

La mala racha de los alcaldes

 Desde 1998 la suerte de cada uno de los alcaldes elegidos popularmente se ha visto empañada por los malos manejos administrativos y de inversiones de las regalías del carbón.

 1998-2000. Estuvo como alcaldesa Ana Alicia Quiroz Martínez. Pagó cárcel por peculado por apropiación.

 2001-2003. Dirigió los destinos del municipio Hernando Enrique Díaz. Desvío dineros de regalías a sus cuentas personales. Huyó de la justicia y fue capturado en Venezuela. Hoy tiene casa por cárcel.

2004-2005. Llegó al poder Osman Mojica Cuadro. Destituido por contratar sin el lleno de los requisitos legales y por falsedad en documento privado.

2005-2006. En calidad de encargado se posesionó Edinson Lima Daza, que en cuatro meses contrató 36 mil millones de pesos. Fue procesado y condenado por peculado, celebración indebida de contratos e incumplimiento de requisitos legales en los mismos.

2006-2007. Fue elegido Laureano Rincón, quien fue suspendido por contratación indebida y hoy huye de la justicia.

 

2008-2011. Alfonso Palacio Niño, destituido e inhabilitado este año por peculado por apropiación en la declaratoria de una urgencia manifiesta. Fue capturado, liberado, le expidieron otra  orden de captura, huyó y recientemente fue capturado nuevamente en Medellín. (Tomado de la Revista Semana).

 

 

Estos mandatarios, tuvieron que lidiar a su paso por la Alcaldía con los grupos al margen de la Ley como guerrillas o paramilitares, que en su momento usaron el erario como un fortín para financiar el gasto militar. Paralelo a ello se dieron acciones de corrupción vía contratación y se apropiaron de dineros públicos a través de unas ‘redes judiciales’ que demandaban al municipio, sacando, entre abogados y jueces, grandes cantidades de dinero que hoy le hacen falta a La Jagua de Ibirico para avanzar en su desarrollo.

 

La Jagua hoy

A seis años de un suceso que convocó al Presidente de la República y que hizo voltear la mirada del país hacia esta población del centro del departamento del Cesar, La Jagua de Ibirico soporta su desarrollo en la minería del carbón, dejando de lado la actividad agropecuaria, sufriendo las consecuencias de estar en un área fuente de contaminación y recibir cada día nuevos residentes en busca de oportunidades.

 

Las estadísticas hablan de un municipio con una población superior a los 35 mil habitantes, con un desempleo que hoy supera la media nacional, con informalidad en todos los sectores especialmente en el comercio, servicios públicos y el agro.

“La Jagua era un pueblo, amable, humilde y hospitalario dedicado a su vida agropecuaria, de su ganado, de sus cultivos, y que eso no le hacía daño a nadie, entonces hoy con la explotación minera se ha abandonado el campo, se ha abandonado la ganadería, se ha abandonado todo y tenemos pues los problemas que tenemos”, dijo con cierta nostalgia Antonio Mejía Vargas.

 

 

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