La extrema derecha, fascista, neoliberal, ha saqueado al Estado durante 2 siglos y 14 años, sin que ello sea óbice para exaltar a gobiernos propositivos que impactaron positivamente la historia de Colombia, como la Revolución en Marcha de Alfonso López Pumarejo y el Acuerdo de Paz con las Farc, que le mereció el nobel a Juan Manuel Santos, pero ahora con una alta dosis de hipocresía y doble moral se escandalizan porque se destapan entramados de corrupción en el mandato del presidente Gustavo Petro, lo que ha sido sempiternamente el común denominador en la contratación pública, aunque para Jefferson la clave de un buen gobierno se basa en la honestidad.
Pero también les causa sorpresa porque no se dan los milagros para curar en 2 años largos de gobierno, todos los males estructurales de la Nación, o porque no sea la panacea de un desastre llamado desgobiernos, incubado desde tiempos inmemoriales. Son comedias sin auditorios, porque la gente ya no traga entero, gracias a las redes sociales que llegaron para quedarse y democratizar la noticia, como lo reafirmara en Valledupar Moisés Wasserman.
Y a propósito de corrupción, se hacen charadas y memes cuando se expresa: ¡El día que en Colombia se apruebe una ley para colgar a los corruptos no alcanzarán los árboles ni las sogas!
Gracejo que sale voz en cuello y produce hilaridad, pero también salta a la vista el sofisma de engaño de izquierda y derecha, porque sabido es que la mejor ideología son los valores, la calidad humana, que por cierto languidecen y se extinguen, de ahí la frase proverbial: no hay uribistas ni petristas, no hay izquierda ni derecha, sólo existen corruptos sentados en el poder.
Terrible pestilencia que lo corrompe todo, sin que se ruborice el ‘Plan macabro de las viejas dictaduras’, decodificadas en encierro, destierro y entierro.
En el mismo Estado Vaticano hay elocuentes narrativas de conspiración y corrupción por la disputa del poder en la que muchos papas han sido envenenados. La historia recoge numerosos casos de pontífices y cardenales que perecieron tras oportunas confabulaciones para sacarlos de la carrera papal.
Recapitulando sobre escenas escalofriantes, traen a colación a Teodoro I, que ocupó el solio de Pedro entre los años 642 y 649, y siguiendo por Formoso, emponzoñado en el 896. Formoso fue para colmo envenenado y rematado a golpe limpio porque tardaba demasiado en morir.
Y dentro de la trama por el poder hay artilugios y subterfugios de engaño como decir que la voz del pueblo es la voz de Dios, cuando es un dicho de fuerza con una alta carga de populismo y demagogia que utilizan los candidatos a cargos por elección popular para imponer su criterio, cuando las mayorías no siempre tienen la razón.
Hablar de corrupción es la frase de cajón que más resuena por la degradación del tejido social. “Todo está perdido cuando los malos sirven de ejemplo y los buenos de burla”, frase milenaria de Demócrito. “Cuando los valores se invierten la sociedad se envilece”.
Los valores son entes abstractos que determinan el grado de humanidad y evolución de una sociedad. El primer valor es el de la vida por ser el más preciado, hoy el más hollado, la honradez, la honestidad, la prudencia, la transparencia, la dignidad, la sinceridad, la rectitud moral,
el sentido de responsabilidad y el respeto a la palabra, donde no hay espacios para la corrupción.
El uso es la norma, el árbitro y la ley del lenguaje, esto para denotar que las expresiones cambian de acuerdo al uso popular. El mejor idioma no es el más puro, sino el más vivo, sentenció Gabo. Corrupción es una enfermedad genética de carácter dominante, crónica y hasta la muerte, elucubró el médico pediatra Tico Aroca.
Es como hablar del negocio de la salud, bien explotable que se maneja como una mercancía, porque se cambió el concepto de paciente por cliente, donde el mayor protagonismo se lo llevan las EPS, el mejor aliciente de la corrupción y asociadas con el paseo de la muerte.
Disfruten la Navidad y Año Nuevo y en febrero nos vemos.
Por: Miguel Aroca Yepes.