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Ingrid Betancourt dice que sociedad colombiana es despiadada

En la víspera de sacar un libro sobre su cautiverio, la ex rehén Ingrid Betancourt dijo que se sintió crucificada por algunos sectores de la prensa colombiana.
La ex rehén, de 48 años, también se quejó en una extensa entrevista publicada el domingo por el diario bogotano El Espectador que “la sociedad colombiana es despiadada (y) está enferma de ira”.
Betancourt hará el martes el lanzamiento mundial de su libro sobre la vivencia del secuestro que se titula “No hay silencio que no termine”.
En la entrevista al diario capitalino, recordó que en cierta oportunidad de su cautiverio, encadenada y amarrada a un árbol, escuchó en la radio sobre una relación con Alfonso Cano, actualmente, el máximo comandante de las FARC.
“Ellos (algunos periodistas) decían que estaba de amante de Cano, como si estuviera pasando vacaciones o teniendo un ‘affaire’ amoroso con un guerrillero de alto rango”, señaló.
Dijo que a principios de julio pasado, cuando se conoció que ella había iniciado un proceso administrativo para que el estado colombiano la indemnizara por los padecimientos que tuvo durante su plagio, “volví a sentir todo esto, lo mismo. Otra vez me crucificaban. Un odio concentrado contra mí, como si fuera el ser más infame de la tierra”.
Esa demanda, sin embargo, fue retirada por los abogados de Betancourt “porque no quería hacer más daño del que estaba haciendo ni crear más polémicas y odios”.
En la entrevista también habló del presidente Hugo Chávez y de la influencia que pudo ejercer para la liberación, en diciembre de 2007, del niño Emmanuel, pero opinó que el jefe de las FARC, Manuel Marulanda, al dar la orden de libertad ni siquiera sabía que el menor ya no estaba a manos de la guerrilla.
“Creo que la única decisión humana que tuvo Manuel Marulanda en su vida fue la de liberar a Emmanuel… no creo que la determinación hubiera sido espontánea, creo que Chávez tuvo que ver mucho con eso”, sostuvo Betancourt al referirse al hijo de Clara Rojas, que fue secuestrada junto a ella en 2002.
Sobre su libro, Betancourt comentó que se impuso un estricto plan de trabajo para escribirlo.
“Me levantaba a las seis y media de la mañana y hacía una hora de gimnasia. Después un buen desayuno, de manera que pudiera trabajar sin parar desde las nueve de la mañana hasta las cuatro de la tarde. Pero había días en que me daban las ocho de la noche y seguía escribiendo”, explicó.
La otrora cautiva reconoció que su vida cambió con el secuestro. “Mi ritmo de vida, mi pensamiento, todo es diferente… Ya no quisiera hacer nada más en la vida sino escribir”, expresó.

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