Sin despertar sospechas, pese a que los vecinos se encontraban en las puerta de sus casas y veían los movimientos extraños de los delincuentes que sacaban los elementos de valor y los embarcaban en un automóvil, los delincuentes ingresaron al inmueble propiedad de una docente oriunda de Chiriguaná y, tras reducir a la impotencia a los hijos, sobrinos y algunos menores del sector, varios hombres cometieron un hurto millonario.
Las personas fueron amordazadas y dejadas en una de las habitaciones del inmueble.
La acción delictiva se registró hacia las 7:00 de la noche del sábado en la vivienda demarcada con el número 5-46 de la carrera 19E del barrio Arizona, de esta capital, propiedad de la educadora, Guillermina García Domínguez, de donde los asaltantes con armas de fuego en mano se apropiaron de prendas de oro, relojes, teléfonos celulares, zapatos, perfumes, los documentos de todas las personas que se encontraban en ese momento, dinero en efectivo, un bajo electrónico y otros elementos.
“Mi casa me la revolcaron toda, me desocuparon todas las gavetas de los closets, de las mesitas de noche y hasta los colchones de las camas los tiraron al suelo, porque según me cuentan mi hijo y mis sobrinos, ellos estaban buscando plata, porque los amenazaban apuntándolos con el arma de fuego para que dijeran donde tenía yo metida o escondida la plata, por el solo hecho de ser una educadora”, dijo la mujer.
Según la docente, los delincuentes le decían a su hijo que sabían que ella tenía dinero guardado. “Aquí no hay plata y mi mamá tampoco es que la tiene, si ella es una asalariada más en Colombia y, cuál plata va a tener mi mamá”, le dijo uno de los menores a los asaltantes, pues al momento del robo, la docente había salido de la vivienda.
Los hechos
Los menores, jóvenes y adolescentes se encontraban en la terraza de la vivienda, cuando uno de los delincuentes se bajó de un automóvil, al parecer marca Daewoo de color azul oscuro, y con una pistola en la mano se dirigió hacia ellos para reducirlos a la impotencia. Varios de ellos lograron ingresar a la casa y fue aprovechado por el atracador para obligarlos a entrar a una de las habitaciones del segundo piso, donde fueron amordazados con las sábanas de las camas y les tiraron las almohadas encima para que no gritaran.
La maestra, víctima de la acción delictiva, reveló que algunos de sus vecinos sí vieron que los hombres llegaron en el vehículo, salían con cosas en las manos y las metían en el automotor y volvían a entrar, pero que no se pellizcaron y no alertaron a la Policía sobre esos movimientos sospechosos.
Por Abdel Martínez Pérez
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