Para conmemorar el segundo aniversario de la partida del escritor Luis Mizar Maestre, la Oficina de Cultura Municipal, en articulación con el Instituto Técnico Industrial Pedro Castro Monsalvo, Instpecam, recapituló la obra de uno de los grandes de la literatura de nuestra región.
En homenaje a la obra poética del literato se realizó en la biblioteca del Instpecam un conversatorio y recital, ofrecido en honor a este personaje que dedicó su vida a la literatura.
Más de 300 asistentes, entre personalidades del sector literario, estudiantes, familiares y amigos, conversaron sobre la vida y obra del fallecido poeta, durante cuatro horas que adicionalmente permitieron la lectura de sus poemas y escritos.
El espacio cultural le dio continuidad del propósito de la oficina de Cultura Municipal de priorizar la promoción y el cultivo de la lectura en los niños adolescentes y adultos.
Por su parte, el también poeta y actual director de la Oficina de Cultura de Valledupar, José Atuesta Mindiola, manifestó su satisfacción y gratitud a los asistentes al evento, e hizo entrega de los Psalmos Apócrifos, de la autoría de Mizar, a los participantes activos de la actividad.
Breves acotaciones
El asesor de Cultura, José Atuesta Mindiola, se refirió al autor homenajeado así:
Luis Mizar Maestre desde su infancia vive sediento de evocaciones. Apenas escuchaba el nombre de Atánquez (tierra de su madre Carlina y de su abuela Delfina Carrillo): en sus manos se posaban invisibles pájaros y la voz enternecedora de la abuela le tejía el alma de fábulas.
Se deslumbraba con la celeste geometría de noches luminosas y descubre que en la constelación de la Osa Mayor existe una estrella con el nombre de Mizar; sorprendido por este hallazgo fonético similar a su apellido se sumerge en las contemplaciones del pensar y el silencio, en los lentos recorridos por infatigables libros de literatura y filosofía, hasta convertirse en el poeta universal, centinela de los acertijos de la luz.
Es en el ‘Taller Candil’ donde Luis Mizar revela las epifanías de las metáforas, y con paciencia desmedida olvida los saltos del reloj, se anega en los secretos de los libros y enciende su rebeldía contra los falsos profetas del arte que pregonan que todo sale ardiendo de manera espontánea del corazón y de la mente.
De la mano del maestro Felipe Colorado, ejercita su vocación de poeta y medita en profundos silencios, repasa los senderos de la memoria, reescribe como en un rompe cabeza de versos y busca la palabra precisa con su imagen, su color y su acústica. En la revista ‘El Candil’, publica sus primeros poemas; desde entonces revela su espíritu observador persistente y persuasivo del entorno material y metafísico, y fascina a sus lectores con la mariposa de los sueños erguidos, con la peineta azul que interrogaba la mano de la abuela y con el pájaro posado en un rayo de luz, cantando rojos ocasos al misterio de la muerte.