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Festival Vallenato… oído al piso, mosca en la leche

Por un mal servicio en los hoteles se pone en riesgo la imagen de Valledupar.

Ayer tarde que volvieron preferí negarme, pa no tener que contarle a nadie mis motivos, yo que me muero por ir y es mi deber quedarme, me quedo en la capital por cosas del destino

Abusando de la confianza recibida de mi gran amigo Rafael Manjarrez Mendoza, he transcrito preliminarmente el aparte correspondiente de “Ausencia sentimental” su canción-himno del Festival de La Leyenda Vallenata para referirme a los motivos porque mucha gente – entre ellos yo- no pudimos asistir, como nos hubiera gustado, al Festival Vallenato que acaba de concluir.

LA RESERVA 

Resulta que con el propósito de desplazarme a Valledupar, para disfrutar a plenitud de las actividades festivaleras que más me agradan, hice la correspondiente reserva de dos días con sus noches en un reconocido Hotel de la ciudad de Los Santos Reyes, por tal motivo, ya tenia almidonadas y guindadas las guayaberas que con todo esmero bordó para mi “La aguja de oro” doña Enilfa Curiel, mis zapatos de charol sobre el manar y la maleta de viaje  preparada para lo que presumía serian por fin mis primeros días de oxigeno mental después de año y medio de desesperanzas, velorios y letalidades familiares y de los amigos, pero que equivocado estaba, como decían nuestros abuelos, “Una vaina piensa el burro y otra el que lo está enjalmando” ya les contare por qué.

ILUSIÓN FAMILIAR

Ya les había contado a mis familiares, mis amigos y amigas en el Valle que el esperado reencuentro seria una realidad, que allá estaría mas puntual que novio feo, rechacé todos los ofrecimientos de alojamiento porque no me gusta llegar como engarilla para nadie en tiempos de fiesta, sabemos que a donde uno llega les cambiara a los anfitriones el orden del día, por eso me gusta para esas cosas alojarme en Hotel.

Pues bien, cual sería mi sorpresa cuando faltando dos días para mi ansiado viaje, recibo una comunicación en la cual  “Mi hotel” me anuncia con tonito perentorio que las condiciones pactadas entre las partes cambiaron, que en virtud de su buena temporada por el festival, mi reserva quedaría condicionada a que yo reservara un día más, el cual desde luego no necesitaba, y además, significaba que debía pagar una suma adicional de  doscientos cincuenta mil pesitos del alma ($250.000.00) producto del ejercicio licito de mis funciones.

TODO SE DERRUMBÓ

Ante el abuso de mi contraparte, decidí entonces cancelar la reserva, y después de gestionar infructuosamente la posibilidad de encontrar otra alternativa, me vi precisado entonces a cancelar el viaje, privando a Valledupar de la grata presencia de este cuerpecito debajo de sus palos de mango, siempre, y por razones de dignidad, he preferido sacrificar los placeres transitorios.

Después de lo sucedido, recibí la llamada de algunas personas a quienes les comenté lo que me pasó, y me consolaron diciéndome que no fue el mío el único caso, que igual le sucedió a otros connacionales y también a turistas  extranjeros, situación que ojalá llegue a oídos de mi amigo el Doctor José Luis Urón Márquez, director ejecutivo de la Cámara de Comercio de Valledupar, es un tema delicado que debe examinarse con el sector hotelero, sabemos que vienen de una crisis, es comprensible que establezcan estrategias para su recuperación económica, pero las causas licitas no se pueden lograr con medios innobles, esta vez pudieron haber matado el grillo para sacarle el pito; si algunos de los afectados, porque yo no lo haré, llegare a formular la denuncia ante la Superintendencia, les puede salir más caro el ajo que la carne, fue un atropello inexcusable, y le hicieron un daño enorme a la imagen de la ciudad.

Algunos hoteles abusan con los costos de las reservas de sus servicios.

AHÍ ESTUVO LA MOSCA EN LA LECHE

Tengo la impresión que en la prestación de algunos servicios turísticos, estuvo la mosca en la leche del Festival Rey de Reyes, no me volverá a pasar esa vaina porque para el próximo año, hare la reserva, y pagaré lo que corresponda con seis meses de anticipación y llevaré a notaria el contrato suscrito entre el hotel y yo, a otro hotel porque a ese no vuelvo ni a buscar una herencia, porque sufro el síndrome del gato escaldado, siempre se ha dicho que el gato que sube una estufa caliente, no sube otra ni si esta helada.

Consideramos que el tema no debe pasar inadvertido porque lo bueno es para el dueño y lo malo se reparte, la insatisfacción por el mal trato que se recibe en una ciudad, convierte a la víctima en multiplicador negativo que tiene un impacto demoledor para el sector donde se produce el abuso, el daño o da lugar a la insatisfacción, no merece esa ciudad de mis afectos que se diga que durante las fiestas allá no se debe ir porque se esta contagiando de otras ciudades donde se aprovechan del buen momento,  donde estafan al consumidor y abusan de la posición dominante transitoria por falta de disponibilidad del servicio.

Lo que ha sucedido merece un análisis autocritico del sector hotelero agremiado en La Asociación Hotelera y Turística de Colombia COTELCO antes que las cosas pasen a mayores, es una entidad que se ha hecho acreedora del respeto y la credibilidad de la opinión, es un gremio reconocido internacionalmente, federado, con una amplia trayectoria y mucho reconocimiento, están llamados a poner el oído al piso para que la imagen de ese negocio, industria sin chimenea no se valla al suelo, una sola res echa a perder un rodeo.

Por Luis Eduardo Acosta

Periodista: