Ruperto Morán Gutiérrez es un arquitecto de 65 años de edad, que por su enfermedad se vio obligado a dejar a un lado su profesión, pero por cosas de la vida descubrió un talento que tenía oculto.
Hace 12 años los especialistas le diagnosticaron Parkinson, una patología degenerativa con trastornos del movimiento y que a medida que los síntomas empeoran, las personas con la enfermedad pueden tener dificultades para caminar o hacer labores simples; sin embargo con Ruperto ha pasado lo contrario.
“Cuando me diagnosticaron la enfermedad, mi Neuróloga me recetó una terapia ocupacional, terapia que por la misma naturaleza no me satisfacía porque era una serie de dibujos que tenían que ver directamente con mi profesión de arquitectura y eso en vez de recrearme me aburría, porque para mí era muy fácil la solución y yo quería coger algo más difícil”, expresó Morán Gutiérrez.
Seis años después de haberse enterado que sufría de Parkinson, ‘Rupe’ como lo llaman sus amigos, descubrió la actividad que le ayudaría a mejorar su calidad de vida y explotar un talento que llevaba oculto. Aprovechando su condición de hijo de carpintero, este vallenato se dedicó a pulir la madera.
“Una vez llegué a la playa donde mi cuñada en Barranquilla y obtuve una pieza de madera, empecé a sacarle toda la parte podrida y cuando le saqué toda la parte dañada me resultó una figura que yo digo que ayudado por los medicamentos que son psiquiátricos pude visualizar la figura en sí y en vista del buen resultado desde entonces me he dedicado a tallar la madera”, acotó Ruperto.
Con sus manos temblosas y sentado en su pequeño taller, un lugar que improvisó en el segundo piso de su casa ubicada en el barrio Simón Bolívar de la capital del Cesar, ‘Rupe’ le mostró a EL PILÓN la primera escultura que hizo, aquella que resultó del pedazo de madera podrida recogida en la playa. “Se llama ‘Ave rota’ y es el principio de una serie de esculturas que me dio la pauta para realizar las demás”, indicó Morán.
Ruperto dedica 12 horas del día a trabajar en esta actividad de la que no obtiene remuneración económica. Se levanta antes de las 6:00 de la mañana y se queda hasta la 6:00 de la tarde en ese lugar especial que él mismo improvisó para trabajar. ‘Rupe’ no comercializa sus obras, pero a cambio recibe los elogios de las personas que conocen su trabajo y eso le saca una sonrisa en su rostro, suficiente para él. Espera reunir un cierto número de esculturas para realizar una exposición y dar a conocer su trabajo.
Para sus obras trabaja de la mano con un pedazo de segueta, formón, hachuela y principalmente pedazos de vidrios con que talla la madera y la pule, para dejarla lista para lijar y embetunarla, pues la pintura es el betún para lustrar zapatos.
“Este trabajo me ha ayudado a tener la mejoría que he tenido con mi enfermedad, que ni la misma Neuróloga se explica por qué he mejorado tanto”, dijo Ruperto.
Mientras nos explicaba la manera cómo trabajaba y los cambios que ha tenido su vida, la memoria de ‘Rupe’ quedó en blanco; este es uno de los síntomas de la enfermedad. “En este momento se me olvidan las cosas”, dijo Ruperto mientras intentaba recordar la idea que tenía en mente.
Morán Gutiérrez se unió a un grupo creado en las redes sociales por personas que sufren la misma enfermedad. ‘Viviendo con Parkinson’ se llama el grupo donde ha dado a conocer sus obras y ha recibido comentarios favorables, además de intercambiar experiencia con otros pacientes.
En estos momentos ‘Rupe’ realiza para uno de sus hijos una escultura que al terminar será un aguamanil con forma de grulla danzando y que lleva en la parte superior de sus alas una taza. “Normalmente hago esculturas de una sola pieza, pero esta la estoy haciendo con tres. Es difícil porque a veces se me va la inspiración y se me caen las cosas por mi torpeza y me toca iniciar de nuevo”, concluyó Ruperto Morán.
Andreina Bandera / EL PILÓN
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