Con una calle de honor adornada con globos blancos y banderas de Colombia, fue recibido en el corregimiento de Valencia de Jesús el soldado profesional Óscar Eduardo Mendoza Ávila, asesinado en la vereda La Pradera del municipio de Sardinata, Norte de Santander.
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A pesar de la pandemia provocada por el coronavirus, los habitantes del corregimiento de Valledupar se solidarizaron y acompañaron la familia del joven de 26 años de edad, quien pereció a manos de grupos al margen de la ley.
El féretro del uniformado fue trasladado desde la ciudad de Cúcuta, Norte de Santander, hasta su tierra natal y fue recibido por las tropas de la Décima Brigada Blindada del Ejército Nacional para llevarlo a la vivienda en la que por muchos años vivió.
En horas de la tarde estaba previsto que el cuerpo estuviera en cámara ardiente por media hora en la plaza principal mientras recibía los honores de las Fuerzas Militares.
“La gente lo podría ver escasamente una media hora, en la plaza se realiza una pequeña misa y la idea es que la gente esté distante. Esta es una muerte que ha tocado mucho al pueblo, entonces es difícil atajar a los habitantes”, explicó Jorge Rosado, presidente de Junta de Acción Comunal del corregimiento.
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En el corregimiento la población también contó con el acompañamiento de la Policía Nacional y la Defensa Civil para el control de la comunidad.
LA VÍCTIMA
Gilma Mendoza recordó con nostalgia que la última vez que su hermano los visitó fue hace unos 20 días que llegó de permiso a saludar a su hija de 10 meses de nacida, su compañera sentimental y la familia.
“Siempre nos decía que estaba bien, que nos cuidáramos y cuidáramos a la hija que tiene. Nunca nos daba la preocupación de que estaba en una zona de peligro”, comentó.
Óscar Mendoza tan solo llevaba tres años como soldado profesional luego de haber prestado el servicio militar con el Batallón de Ingenieros en Valledupar.
Una vez ingresó a las filas del Ejército su carrera comenzó con la Décima Brigada Blindada, laborando con el Batallón de Artillería N°2 La Popa pero a inicios del pasado mes de enero fue enviado como agregado al Catatumbo para integrar la Fuerza de Tarea Vulcano.
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Junto a él también fueron enviados los soldados profesionales Vicente Antonio Medrano Mejía, natural de Córdoba, y William Felipe Melchor Galindo, oriundo de Neiva; y el suboficial cabo segundo Helmer Mauricio Ortíz Flórez.
En esa zona todos se dedicaban a la erradicación forzosa de cultivos ilícitos y el pasado 31 de agosto fueron vilmente asesinados por un grupo al margen de la ley mientras se encontraban brindando seguridad a un helipuerto.