Su poca capacidad para sepultar muertos, hacinamiento, infraestructura inadecuada y demás factores, han convertido el cementerio de un municipio del Cesar en un caos, a tal punto de que morirse está casi prohibido.
Se trata del campo santo de El Copey, un municipio situado al noroccidente del país. De hecho, el alcalde de este lugar, Francisco Meza, decidió cerrar el cementerio por 8 días por la presencia de más de mil caracoles africanos y también por la mala infraestructura del mismo.
Desde el año 2020, el alcalde del municipio, Francisco Meza, inició un proceso para construir un nuevo cementerio, no obstante, por el momento se encuentra suspendido por una orden de la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP, toda vez que en este campo santo se encontraron restos de posibles víctimas de desaparición forzada y ‘falsos positivos’.
El mismo caso pasa en Juan de Acosta, un municipio al norte del Atlántico, donde no había espacio para enterrar a una mujer.
Ante esto, los familiares de la difunta debieron ir tocando puerta a puerta en las casas de los dueños de las bóvedas para que le permitieran un espacio y donde darle cristiana sepultura a la mujer.
“Al final tocó sacar los restos de un niño que murió ahogado hace cinco años para abrirle espacio al nuevo cuerpo”, contó el sepulturero del pueblo.