Por ANNELISE BARRIGA RAMIREZ
Annelise.barriga@elpilon.com.co
Es frecuente toparse por las calles de Valledupar con un mimo que imita los gestos y movimientos de mujeres y hombres, o que se cuelga de la mano de los transeúntes representando a un niño, generando más de una sonrisa en los habitantes de la ciudad.
Se trata de Kevin Joe León Hernández, un barranquillero que desde hace dos años se radicó en la capital del Cesar, para probar suerte con su arte y quedó fascinado con la aceptación y cariño que tuvo de la comunidad.
“Mi interés es desestresar a las personas que me encuentro en el camino, hacerles olvidar por unos instantes los problemas que los aquejan, así como de la cotidianidad; alejar sus tristezas y amarguras”, expresó el artista empírico, cuya ‘universidad’ han sido las calles del país.
Este artista, que sólo cursó quinto de primaria, aprendió a ser un gran observador y a ingeniárselas para el ‘pan de cada día’. Así descubrió que tenía talento y potencial para la dramaturgia, que ama con toda su alma y que le gustaría aprender con profesionales en la materia.
Su jornada inicia a las 7:00 a.m. cuando se maquilla con esmero de blanco y negro, con pintas de corazones. Luego sale de su hogar, localizado en Villa Haidith, para situarse en lugares como la Gobernación, la zona bancaria, Terminal de Transporte y avenida Simón Bolívar. A las 2:00 p.m. parte a su hogar donde se reencuentra con las razones de su existencia, sus hijos Andrés y Jacqueline, de dos y un añito de edad, por los cuales trabaja con ahínco.
Aunque es muy querido y conocido por muchas personas, muchas veces recibe desprecios, los cuales ignora, consciente que todo trabajo dignifica al ser y que no “es monedita de oro para caerle bien a todos”.