Este domingo 24 de diciembre se celebra el noveno y último día de la Novena de Aguinaldos, que para los católicos simboliza el nacimiento del niño Jesús.
Oración para todos los días
Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amaste a los hombres, que les distes en vuestro hijo la prenda de vuestro amor, para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo, en nombre de todos los mortales, doy infinitas gracias por tan soberano beneficio. En retorno de él ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro hijo humanado, suplicando por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con tal desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.
Se reza tres veces: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Oración a la Virgen María
Soberana María que por vuestras grandes virtudes y especialmente por vuestra humildad, mereciste que todo un Dios te escogiese por madre suya, por eso suplico que repares y dispongas mi alma y la de todos los que en este tiempo hacen esta novena para el nacimiento espiritual de vuestro adorado hijo.
¡Oh dulcísima madre!, comunicadme algo del profundo recogimiento y divina ternura con que lo aguardaste para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.
Se reza tres veces: Ave María.
Oración a San José
¡Oh santísimo José, esposo de María y padre adoptivo de Jesús! Infinitas gracias doy a Dios porque os escogió para tan soberanos ministerios y os adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza.
Os ruego, por el amor que le tuviste al Divino Niño, me abraces en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén.
Se reza un Padre nuestro, un Ave María y un Gloria al Padre.
Intención del día 9:
La noche ha cerrado del todo en las campiñas de Belén. Desechados por los hombres y viéndose sin abrigo, María y José han salido de la inhospitalaria población, y se han refugiado en una gruta que se encontraba al pie de la colina.
Seguía a la Reina de los Ángeles el jumento que le había servido de cabalgadura durante el viaje y en aquella cueva hallaron un manso buey, dejado ahí probablemente por alguno de los caminantes que había ido a buscar hospedaje en la ciudad.
El Divino Niño, desconocido por sus criaturas, va a tener que acudir a los irracionales para que calienten con su tibio aliento la atmósfera helada de esa noche de invierno, y le manifiesten con esto su humilde actitud, el respeto y la adoración que le había negado Belén. La rojiza linterna que José tenía en la mano iluminaba tenuemente ese pobrísimo recinto, ese pesebre lleno de paja que es figura profética de las maravillas del altar y de la íntima y prodigiosa unión eucarística que Jesús ha de contraer con los hombres. María está en adoración en medio de la gruta, y así van pasando silenciosamente las horas de esa noche llena de misterios.
Pero ha llegado la media noche y de repente vemos dentro de ese pesebre antes vacío, al Divino Niño esperado, vaticinado, deseado durante cuatro mil años con tan inefables anhelos. A sus pies se postra su Santísima Madre en los transportes de una adoración de la cual nada puede dar idea. José también se le acerca y le rinde el homenaje con que inaugura su misterioso e imperturbable oficio de padre putativo, del redentor de los hombres.
La multitud de ángeles que descienden del cielo a contemplar esa maravilla sin par, deja estallar su alegría y hace vibrar en los aires las armonías de esa “Gloria in Excelsis”, que es el eco de adoración que se produce en torno al trono del Altísimo hecho perceptible por un instante a los oídos de la pobre tierra. Convocados por ellos, vienen en tropel los pastores de la comarca a adorar al “recién nacido” y a prestarle sus humildes ofrendas. Ya brilla en Oriente la misteriosa estrella de Jacob; y ya se pone en marcha hacia Belén la caravana espléndida de los Reyes Magos, que dentro de pocos días vendrán a depositar a los pies del Divino Niño el oro, el incienso y la mirra, que son símbolos de la caridad, de la oración y de la mortificación.
¡Oh, adorable Niño! Nosotros también los que hemos hecho esta novena para prepararnos al día de vuestra Navidad, queremos ofreceros nuestra pobre adoración; no la rechacéis: venid a nuestras almas, venid a nuestros corazones llenos de amor. Encended en ellos la devoción a vuestra Santa Infancia, no intermitente y solo circunscrita al tiempo de vuestra Navidad, sino siempre y en todos los tiempos; devoción que fiel y celosamente propagada nos conduzca a la vida eterna, librándonos del pecado y sembrando en nosotros todas las virtudes cristianas.
Oración al Niño Jesús
Acordaos, ¡oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijiste a la venerable Margarita del santísimo Sacramento, y en persona suya a todos vuestros devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”.
Llenos de confianza en vos, ¡oh Jesús!, que sois la misma verdad, venimos a exponeros toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos por los méritos infinitos de vuestra infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a vos, ¡oh Niño omnipotente!, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que, en virtud de vuestra divina promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente nuestra súplica. Amén.
Se reza tres veces: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Gozos
¡Oh Sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro!
¡Oh divino Niño, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios!
¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡No tardes tanto! ¡No tardes tanto! ¡Jesús, ven, ven!
¡Oh, Adonai potente que a Moisés hablando, de Israel al pueblo diste los mandatos!
¡Ah, ven prontamente para rescatarnos, y que un niño débil muestre fuerte brazo!
¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡No tardes tanto! ¡No tardes tanto! ¡Jesús, ven, ven!
¡Oh raíz sagrada de Jesé que en lo alto presentas al orbe tu fragante nardo!
¡Dulcísimo Niño que has sido llamado lirio de los valles, bella flor del campo!
¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡No tardes tanto! ¡No tardes tanto! ¡Jesús, ven, ven!
¡Llave de David que abre al desterrado las cerradas puertas del regio palacio!
¡Sácanos, oh Niño, con tu blanca mano, de la cárcel triste que labró el pecado!
¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡No tardes tanto! ¡No tardes tanto! ¡Jesús, ven, ven!
¡Oh lumbre de oriente! ¡Sol de eternos rayos, que entre las tinieblas, tu esplendor veamos!
¡Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios!
¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡No tardes tanto! ¡No tardes tanto! ¡Jesús, ven, ven!
¡Espejo sin mancha! ¡Santo de los santos, sin igual imagen del Dios soberano!
¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado y en forma de niño da al mísero, amparo!
¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡No tardes tanto! ¡No tardes tanto! ¡Jesús, ven, ven!
¡Rey de las naciones! Emmanuel preclaro, de Israel anhelo, pastor del rebaño,
¡Niño que apacientas, con suave cayado, ya la oveja arisca, ya el cordero manso!
¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡No tardes tanto! ¡No tardes tanto! ¡Jesús, ven, ven!
¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto, bienhechor rocío como riego santo!
¡Ven, hermoso Niño, ven, Dios humanado, luce, hermosa estrella, brota, flor del campo!
¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡No tardes tanto! ¡No tardes tanto! ¡Jesús, ven, ven!
¡Ven, que ya María, previene sus brazos, do su Niño vean en tiempo cercano!
¡Ven, que ya José, con anhelo sacro, se dispone a hacerse de tu amor sagrario!
¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡No tardes tanto! ¡No tardes tanto! ¡Jesús, ven, ven!
¡Del débil auxilio, del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado!
¡Vida de mi vida, mi dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano!
¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡No tardes tanto! ¡No tardes tanto! ¡Jesús, ven, ven!
¡Véanse mis ojos, de ti enamorados, bese ya tus plantas, bese ya tus manos!¡Prosternado en tierra, te tiendo los brazos, y aún más que mis frases, te dice mi llanto!
¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡No tardes tanto! ¡No tardes tanto! ¡Jesús, ven, ven!
¡Ven, Salvador nuestro, por quien suspiramos!
¡Ven a nuestras almas! ¡Ven! ¡No tardes tanto!
¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven, ven, ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús! ¡Ven, ven, ven! ¡No tardes tanto! ¡No tardes tanto! ¡Jesús, ven, ven!