En la mañana del 25 de octubre y viendo por la ventanilla del avión que descendía hacia Valledupar, pensaba en la situación y posibles necesidades que pudieran tener los habitantes de las zonas rurales que se divisan cuando el aterrizaje está próximo a producirse. Viajaba a la capital cesarense para participar en un foro sobre el estado de la competitividad y la productividad de la ciudad y del departamento y claro, me cuestionaba sobre las posibles barreras o cuellos de botella que pudieran tener sus habitantes desde la perspectiva del acceso a las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TICs) en particular, respecto de la conectividad y la accesibilidad tanto a Internet como a los servicios que sobre éste se pueden implementar para dar respuesta a dichas necesidades en tópicos como educación, salud, trabajo y claro está, en el desarrollo de actividades que con enfoque económico permitan hacer más competitivo y productivo un departamento que en estas materias presenta preocupantes e históricos retrasos.
En general en Colombia, pese al sostenimiento de las inversiones del sector privado en redes de acceso a Internet junto con la ejecución de políticas públicas y programas del sector público para el efecto, las necesidad de cobertura de Internet sigue siendo un propósito pendiente de ejecución plena y, por efecto, una barrera a la penetración para los servicios de las TICs y del ecosistema digital.
Retomando los minutos previos a mi aterrizaje en Valledupar, vi con claridad que las zonas rurales son extensas y que se caracterizan por grandes territorios verdes separados por fuentes fluviales serpenteantes en donde la agricultura tradicional, la nueva ola de agroindustria y la ganadería, parecen dominar el panorama. Adicionalmente, salvo las imponentes montañas aledañas y aquellas propias de la sierra nevada de Santa Marta, el territorio es plano y extenso.
Pues bien, con emoción visualicé que el departamento y su capital son el terreno ideal para analizar y proyectar dos soluciones tecnológicas de reciente surgimiento, a saber:
Por una parte, soluciones de conectividad a Internet de banda ancha a través de las nuevas opciones que la Agencia Nacional del Espectro de Colombia (ANE) ha establecido desde 2017 por medio de la regulación de los denominados espacios en blanco de televisión o TVWS (por sus siglas en inglés).
Por la otra, soluciones haciendo uso del Internet de las cosas o IoT (por sus siglas en inglés) para efectos de hacer monitoreo de cultivos, de ganado y de los procesos productivos de biocombustibles, solo por citar tres casos de importante magnitud en la región.
Veamos en detalle de qué se trata:
En cuanto a la primera solución, mi participación y experiencia en el proceso de desarrollo de pruebas pilotos en tres zonas de Colombia, cuando la regulación de espacios en blanco se encontraba en proceso de estudios y pre validación, así como mi conocimiento de proyectos consolidados en algunos países de Latinoamérica, África y Estados Unidos, me permitieron entender que en el Cesar se puede hacer lo mismo. ¿Hacer qué?:
Conectar fincas de dedicadas a la agricultura tradicional, a la agro industria o a la ganadería a Internet mediante el uso de espectro radioeléctrico que no requiere de licencia y hace uso de los canales que originalmente están destinados para prestar servicios de televisión abierta (funciona muy bien en áreas geográficas llanas e incluso en algunas zonas de baja y media montaña), pero que están en desuso y que a través de la tecnología inmersa dentro de TVWS, permiten proveer Internet de banda ancha en zonas en donde no hay cobertura por parte de los proveedores de éstos servicios ya sea a través de redes de fibra óptica o redes inalámbricas como las de los operadores de servicios móviles.
Para el efecto es necesario contar con un proveedor de acceso, en otros términos un proveedor de red (con acceso a Internet) en donde dicha red, por ejemplo, pase por un centro urbano desde el que, a través de un kit de antenas y radios, se puede extender la cobertura a zonas rurales y semi rurales gracias al uso del espectro radioeléctrico para actividades como las antes relacionadas, pero también para otras como tele-educación, telemedicina y telegobierno. Todo lo anterior sin tener que incurrir en grandes costos y con unas opciones de gran cobertura, buena calidad de servicio y precios asequibles para los usuarios finales.
Con la vinculación del sector público y/o privado, la definición de un proyecto objetivo y su articulación a través de expertos en este tipo de soluciones de conectividad y cobertura, es bastante probable que se pueda implementar desarrollos en corto plazo y con la obtención de resultados favorables fácilmente constatables.
Tratándose de la segunda de las soluciones enunciadas arriba, esto es el Internet de las cosas o IoT, se trata de sensores de diferentes características que instalados sobre organismos vivos como animales y plantas o cualquier objeto, permiten transmitir, procesar, modificar y compartir información, a través de Internet, sobre cualquier condición o características que se decida procesar respecto a esos organismos vivos y objetos. En términos prácticos esto significa, por ejemplo, poder hacer seguimiento al comportamiento del ganado 24h/365 días del año para obtener y procesar información que permita optimizar los procesos propios de la actividad ganadera de que se trate. Similares posibilidades para sectores agro industriales en pleno auge como el de los biocombustibles.
Implementando proyectos de conectividad estratégicos y con un número creciente y constante de industrias que llegaran a adoptar tecnologías entorno al IoT, sin lugar a dudas se escalaría exponencialmente en los indicadores de competitividad y productividad del departamento del Cesar. Es preciso contar con la difusión de estas alternativas tecnológicas en todos los sectores que puedan ser beneficiados, realizar pruebas piloto y posteriormente, con la debida asesoría técnica, regulatoria y de gerenciamiento de proyectos, implementar soluciones que con el paso del tiempo, permitan divisar desde los aviones que aterricen en el Cesar, el impactante paisaje natural con el que cuenta el departamento y, divisar desde las pantallas y dispositivos propios de la economía digital, un mapa de conectividad y desarrollos de IoT que pongan a la región en los primeros lugares de productividad y competitividad no solo de Colombia sino también de Latinoamérica.
“Todo está por hacer, hacer de la mano de las tecnologías emergentes, emerger sobre la base la planeación y la experiencia, experimentar, probar y desarrollar proyectos, proyectar a la población y sus empresas, emprender y transformar”.
Por Héctor Urrea Ayala
Consultor en TICs y Transformación Digital
Miembro del grupo de estudios GECTI
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