Sólo cinco días después de haberse alzado con el título de rey de reyes ‘Costumbrista’ en el Festival Pedazo de Acordeón en el municipio de El Paso, Octavio Daza Gámez repite la hazaña en el Festival de la Leyenda Vallenata. El compositor, hijo del emblemático poeta patillalero Octavio Daza Daza, ganó en una competencia de 62 canciones, con el paseo ‘Sentimiento profundo’, en el cual hace una crónica sobre la entrega que debió hacer la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata del Parque de la Leyenda al municipio por orden del Consejo de Estado y el dolor que este hecho le habría causado a Consuelo Araujo en el cielo.
Daza Gámez fue escogido por un jurado conformado por los compositores Fernando Dangond Castro, Deimer Marín y Tomás Darío Gutiérrez (jefe de Cultura Municipal), el músico y folclorista Enrique Cabas y el coordinador del concurso Efraín Quintero Molina.
Quienes acordaron ubicar a Luis Ángel Rodríguez Bolaño en segundo puesto y a Pedro Alcibiades Otálora en el tercero.
Desde el primer día de presentación de su canción, Daza Gámez obtuvo la gracia del jurado que lo catapultó al primero lugar de la lista en las eliminatorias, lugar de privilegio que lo acompañó hasta el último momento.
La noche de la gala final subió a la tarima de primero, a las 9:30 p.m., vistiendo un conjunto blanco de guayabera con zapatos negros bien lustrados, como la ocasión lo ameritaba. Allí entregó el mensaje de su canción: “El mensaje de mi canción es que el folclor vallenato no es de izquierda, ni de centro, ni de derecha, el vallenato a favor de su cultura, de nuestros ancestros, lo que ha sido un sido es generador de paz y lo que refleja mi canción es paz”, dijo el rey minutos después de ganar el título, con el que supera los dos centenares de certámenes ganados: “Yo llevo 31años de estar participando en festivales y llevo con este 201 títulos, entre primeros, de segundos y terceros lugares”.
Testimonio de una autora ausente
Que si el público aplaudió, si el jurado le prestó atención a la letra, si el mensaje de honra para el acordeón fue bien recibido… ¿Qué pasó? Preguntas que desde su lecho de convalecencia en la distancia se hacía Ruth Ferias Fonseca, autora del paseo ‘El instrumento mayor’ que este año concursó en el Festival de la Leyenda Vallenata, certamen al que ella siendo protagonista no pudo asistir por cosas del destino, viviendo en carne propia la sensación de ausencia sentimental que experimentó su colega Rafael Manjarez: “Aquí estoy, pero mi alma está allá”.
Cada vez que terminaba una ronda eliminatoria, su hijo Mario Andrés le llevaba la nueva noticia: “Me hacía seña con el dedo y me decía: pasamos”, cuenta la compositora a la que pocos días después de inscribir la canción en el certamen le sobrevino un paro cardiaco que obligó no solo a su reclusión en un centro asistencial, sino permanencia en reposo, lejos del Festival.
Ayer en la tarde llegó una noticia maravillosa pues el anhelo más grande de todos los que se inscriben es entrar en el grupo de cinco finalistas que tienen acceso al público en el Parque de la Leyenda, enorme templo del vallenato. “¡Mami, pasamos!, le notificó su hijo con cautela e intentando que ella no se emocionara ‘más de la cuenta’. “Enseguida me tocó el pecho para ver si tengo el corazón acelerado”, cuenta esta mujer que canceló la siesta de la tarde y se dispuso a recibir las llamadas que desde diversos rincones le hacían para desearle luz en el último tramo del camino: la gala final.
Ante la imposibilidad de Ruth Ferias de asistir al Festival, su hermano Eduardo Manuel ‘Yayo’ Ferias se hizo cargo de presentar la canción y llevarla a la final, que desde su casa en La Paz, su autora, una formadora musical de niños, vería por televisión.
“Ya que nosotros habíamos decidido no presentar la canción, por el problema cardiaco y el tema de la canción genera muchas emociones, el internista me dijo que tenía que estar tranquila”. ‘El instrumento mayor’ fue el resultado de un anhelo de Ferias Fonseca de cantarle al instrumento que soporta el vallenato, como lo hizo Emiliano Zuleta con ‘Mi acordeón’ o como Alejo Durán con ‘Mi pedazo de acordeón’; así escribió tres estrofas, que el público pudo escuchar durante cuatro días del concurso.
La semifinal
Después de cuatro días de presentaciones, adrenalina, carreras, abrazos, despedidas y un cambio de escenario, cinco compositores lograron llegar a la tan anhelada gala final del Parque de la Leyenda. Con 1109 puntos, el ‘Son romancero’ de Luis Rodríguez Bolaño; con 1087, el paseo ‘Sentimiento profundo’, de Octavio Daza; con 1013, la puya ‘La controversia’, de Julio y Ricaurte Salas; con 1006, el puya ‘El instrumento mayor’, y con 998 puntos, el merengue ‘Canta tierra vallenata’, de Pedro Otálora García.
El jurado calificador encargado de elegir estas finalistas estuvo integrado por el acordeonero Norberto Romero, el compositor y director de la Casa de Cultura Municipal, Tomas Darío Gutiérrez, y el folclorista Enrique Cabas. Mientras avanzaban las presentaciones, se escuchaban cábalas en el público asistente a la plaza Alfonso López de Valledupar, casi todas a favor de los sones, que durante las otras rondas tuvieron la supremacía; no obstante, sólo uno logró entrar el ‘círculo anhelado’.
Compositores reprimidos
Winston Müegues no se ubicó al frente en la tarima como suele hacerlo en sus canciones, por lo que el público no pudo verlo bailar y debió conformarse con verlo asomado por un lado del afiche. Otro tanto le sucedió a Julio y Ricaurte Salas quienes ni siquiera subieron a la tarima, sino que se ubicaron en la parte inferior a dramatizar su controversia en defensa de dos tiempos del vallenato que al final se integran en armonía y respeto. A otros más se les vio parados, estáticos en un punto, al extremo de que algunos ni las manos movieron. Esto se debió a la prohibición por parte de la coordinación del concurso que, con reglamento en mano, les recordó que entre las causales de descalificación está subirse a la tarima a hacer morisquetas y similares .
Se baja así el telón de la Canción Inédita y los compositores regresan a sus lugares; tres de ellos lo harán con un premio y la alegría del triunfo; los otros 57 (eran 62 en total, pero dos de ellos tenían dos canciones en competencia) se llevan los abrazos, los aplausos y el sueño intacto que los hará volver a seguir buscando la realización de su sueño de monarquía.
Por: Mariaruth Mosquera/El pilón