“Para el hombre más trabajador que he visto en mi vida, ‘El Chino Santero’. Lo conocí de niño picando hielo en la Kz Matecaña, luego de mesero y vendedor de sándwich. ‘El Chino’ no disfrutó su niñez, ni infancia, todo lo luchó”.
Con esas palabras describió el historiador y locutor Jaime Pérez Parodi, a Domingo Santero Molina, un hombre descendiente de la etnia indígena Yukpa, pero que se destaca como uno de los más juiciosos y perseverantes personajes en el interior del folclor vallenato.
Quedó sin padre cuando tenía nueve meses. Así le ha tocado vivir el resto de sus días porque solamente conoció a su mamá, Ana Vicencia Molina. Fue ella quien lo llevó a casa de Eladia Santiago en Becerril, su pueblo natal, para que allí hiciera mandados y se ganara el diario vivir trabajando.
Solo hasta los nueve años comenzó a ir a la escuela. “Yo trabajaba en la Serranía de Perijá, en la finca de unos amigos de mi mamá. Buscaba leche en una mula que estaba enferma y también sembraba tabaco, con eso vivíamos y reuní algo de dinero”, rememoró ‘El Chino CD’, como es conocido actualmente en la música.
Recordó su grado de primera en 1981, cuando ya tenía 15 años y lo hizo en Valledupar.
“Un día cualquiera mi hermano Oswaldo me invitó a venirme para Valledupar porque yo hasta dormía en las calles de Becerril. Él tenía una carreta y vendía accesorios, me llevó a la carrera sexta y pidió una pieza para mí, me advirtió que con lo que ganaría debería pagarla”, explicó.
Entonces este hombre hoy de 51 años se embarcó en un bus sin retorno y fue el de trabajar sin descansar para poder estar un peldaño más arriba.
En 1983 y ya establecido en la capital del Cesar, Domingo Santero se ideó la manera de hacer sanduches y venderlos en las calles. Pero vio el negocio más rentable en los espectáculos públicos, es decir, las famosas casetas.
“Comencé dándome a conocer en los buses de los músicos para que me dejaran viajar con ellos, les ayudaba primero con los instrumentos y después me cambiaba para vender mis sanduches en los eventos”.
Se ganó la confianza y entonces era casi imposible no verlo con Los Diablitos de Miguel Morales y Omar Geles, Jorge Oñate, Diomedes Díaz, Rafael Orozco e Israel Romero.
Un día cualquiera, mirando más allá de ser vendedor, le pidió una grabadora prestada a Álvaro Del Toro y comenzó a grabar las casetas. Al tener el material se lo llevaba para que lo reprodujeran en casetes y después comercializarlos.
“Los casetes costaban entre $100 $300, y los sanduches $30. La mejor plaza para vender eran San Juan del Cesar, en junio cuando tocaba Diomedes Díaz en la kz Internacional, y el Festival de la Paletilla en mi pueblo Becerril. Una anécdota me ocurrió en Maicao, cuando bajé los instrumentos de la agrupación de Silvio Brito y después me cambié para vender los sándwich me sacaron, la dueña del negocio dijo que no habían contratado el grupo para vender sino para tocar, al final Silvio habló con la señora y pude trabajar”, sostuvo.
También se metió en el negocio de vender música, dejando de un lado entonces los sándwich y todo lo referente a esa actividad: “En 1990 me convierto en vendedor ambulante de casetes, especialmente en la Terminal de Transportes de Valledupar”.
Como manera anecdótica sostiene que fue hasta a la cárcel porque en la Terminal de Transportes no permitían a los pequeños comerciantes y sin embargo, generalmente violentaban las leyes. “Me sacaban del sitio y como vendía sin permiso un día fui a parar a un calabozo, después estuve detenido en la Permanente y me tocó pagar $30.000 para salir (risas)”.
Nunca paró de soñar y así fue como consiguió el respaldo de Humberto García, exgerente del terminal terrestre, quien en 1994 lo invitó a montar un negocio y vivir de él. Fue cuando nació ‘Musicales El Chino’, que incluía la venta de casetes, dulces, LP, comida, gorras, gafas, entre otros accesorios.
“Ya son 27 años como vendedor, pero la música ha quedado relegada desde el 2013, precisamente el 22 de diciembre cuando murió Diomedes. No por nada, sigo comercializando, pero hoy la gente no compra discos, uno cada ocho días, hoy pueden escuchar cualquier canción en Internet y se les hace más fácil, por eso las ventas bajaron y entonces pasé a ser comerciante y a tener mi propio programa de televisión”.
Desde 2001 comenzó a coleccionar y guardar conciertos que filmaba Libar Maestre, que después los quemaba para ponerlos a la venta en VHS, casetes y CD.
“Comencé vendiéndole el repertorio al programa ‘Parrandas y Casetas’, un día en un concierto en la antigua caseta ‘Tropicana Club’ me pasó algo con Arturo Romero y decidí montar mi propio programa de televisión, arrendé un espacio en Satelcaribe en 2005 y hoy ya tenemos 12 años trabajando”.
‘Musicales El Chino’ actualmente es transmitido los fines de semana por el Canal 12 de Valledupar, por allí han pasado diversos artistas, “desde el más grande al más pequeño”, dice de forma jocosa Santero.
Tiene un ‘mar’ de fotografías, encabeza la lista Diomedes Díaz y le siguen personajes reconocidos como Celia Cruz, Sergio Vargas, Iván Villazón, Leandro Díaz, Silvestre Dangond. Mejor dicho, no hay agrupación que no esté retratada por Santero.
“En el programa tengo dos presentadoras, Camila Rojas y Stefany Bermúdez, trato de mantenerlo con publicidad porque los músicos no pagan (risas), ellos se alegran de verlo a uno y le colaboran con las entrevistas que finalmente las publicamos en nuestras redes y el programa”.
Fruto de su esfuerzo y dedicación, Domingo Santero recibió grado el dos de diciembre pasado como técnico en Producción y Locución de la corporación Uparsistem.
“Terminé el bachillerato en el colegio Rafael Núñez y decidí entrar a Uparsistem. Aprendí mucho con los profesores, de pronto tengo que mejorar, pero me siento feliz. Es bonito estudiar y hacer cosas buenas en la vida para que a uno le vaya bien. La plata no es todo. Yo recomiendo a cualquier persona que estudie, que se prepare para que salga adelante y pueda cosechar frutos”.
Como todo un profesional, el próximo año realizará el relanzamiento de su programa televisivo y continuará en su oficina en la Terminal de Transporte, que no tiene más de dos metros de ancho, atendiendo a propios y visitantes a la capital vallenata.
‘El Chino’ destaca que con su lucha está logrando ver a sus hijos profesionales: Yuleines está a punto de ser Ingeniera de Sistemas; María Camila ya es contadora; Andrés Felipe cursa cuarto semestre en Arte y Folclor; y Sharol Juliana está cerca de ser psicóloga.
Por: Carlos Mario Jiménez |EL PILÓN