Avances en la seguridad pública y normas comerciales propicias para la inversión están impulsando un boom sin precedentes en la minería y el sector petrolero de Colombia, un verdadero oasis para los negocios en una región que ha dado un giro a la izquierda.
Los inversionistas creen que Colombia bien vale la pena el riesgo a lo largo de varias zonas con reservas sin explotar, pero aún plagadas por grupos armados ilegales.
Como el tercer gran productor de crudo de Sudamérica, después de Brasil y Venezuela, Colombia va camino a producir más de un millón de barriles diarios por día para el año 2012, de acuerdo con el gobierno colombiano.
Un 80% de los siete mil 200 millones de dólares en inversión extranjera directa que el país cosechó el año pasado fueron al petróleo y la minería, un sector que consiguió casi duplicar su volumen de inversión hasta unos tres mil 100 millones de dólares.
“Las compañías están buscando el próximo gran negocio, un mercado sin explotar, y Colombia está titilando en el radar”, aseguró el analista Patrick Esteruelas, de la firma consultora Eurasia Group.
Colombia es un mercado en alza tan atractivo para la inversión foránea bajo el nuevo gobierno de Juan Manuel Santos –un ex ministro de Comercio, Hacienda y Defensa– que las autoridades calculan que el país tendrá este año el mayor repunte económico de América Latina: El Producto Interno Bruto (PIB) crecerá 4,5% al cierre del 2010.
El flujo de inversión ha inundado con dólares de tal manera a Colombia, que la moneda local, el peso, se ha revaluado un 12% frente a la divisa estadounidense en lo que va de este año.
Mientras Venezuela y Ecuador han ahuyentado a inversionistas del sector energético al modificar contratos petroleros y aumentar impuestos y royalties al punto que muchas empresas salieron de esos países, el saliente mandatario colombiano Álvaro Uribe les ofreció fuertes incentivos.
“Colombia es uno de los pocos países en América Latina que ofrece garantías contractuales con cláusulas de hierro a lo largo de períodos de 20 años”, aseguró Esteruelas.
El país compite por la inversión minera con Perú y Chile, históricamente apuestas más seguras no sólo por sus reservas comprobadas de oro, cobre y otros minerales, sino porque además son políticamente más estables.
Lo que no les gusta a los inversionistas es pensar mucho en el tema de la seguridad.
El conflicto interno colombiano, que ya lleva casi medio siglo, hierve a fuego lento o en ocasiones se quema, especialmente en las zonas rurales, donde se dan la mayoría de las explotaciones del sector energético.
Históricamente, los grupos armados ilegales de Colombia, especialmente las guerrillas, han cobrado “impuestos de guerra” a las empresas mineras y petroleras. Las que no pagan son atacadas.