“Si no era para él, no era para nadie”, así describió Mario Marenco Castillo, una de las sentencias que dio su medio hermano Emiro José Peña Castillo, a la relación sentimental de seis años que había terminado hacía tres meses con Zoila Escalante Arenas.
Pero lo que nunca imaginó Mario era que su hermano, padre de seis hijos con distintas mujeres, sería capaz de cumplir esas palabras. “Sí me contó que tenía problemas con la muchacha y estaba obstinado”.
Eran las 2:30 de la tarde, del pasado martes, cuando Emiro, un humilde vigilante de 35 años, llegó a la vivienda ubicada en la carrera 24 con calle 35, donde su ex, Zoila Escalante Arenas, de 30 años, estaba radicada luego que dieran por terminada la relación.
Según testigos del hecho, sin mediar palabras, el vigilante furibundo ingresó a la casa, aprovechando que la puerta estaba abierta e ingresó a última habitación, donde se encontraba su ex.
Nadie se atreve a asegurar qué pasó en las cuatro paredes, pero si recuerdan los vecinos que en cuestión de segundos escucharon varios impactos de bala.
“Al entrar encontramos todo lleno de sangre. A Zoila tirada en el suelo y también a ese hombre (Emiro)”, relató un allegado a la mujer asesinada, que solicitó la reserva de su identidad.
Aunque en un desesperado intento por salvarle la vida, la mujer fue trasladada al Hospital Eduardo Arredondo, allí los médicos indicaron que llegó sin signos vitales.
El destino parecía darle una segunda oportunidad al vigilante que fue llevado al Hospital Rosario Pumarejo con leves signos vitales, pero minutos después de ser intervenido quirúrgicamente, los galenos confirmaron la noticia de su fallecimiento.
Con el macabro crimen que es materia de investigación por parte de las autoridades terminó el idilio de Zoila y Emiro, uno más de los innumerables casos de amores que matan.
Antecedentes
El 7 de marzo de 2012, Obdulia María Acosta Paso, ama de casa de 36 años, fue asesinada de cinco impactos de bala propinados por su esposo, tras una fuerte discusión a las afueras de su residencia en el municipio de El Copey.
El 13 de junio de 2012, el intendente de la Policía Leonardo Larry Niño Castañeda, asesinó a una mujer con la que sostenía una relación extramatrimonial y a un abogado que la acompañaba en el suroccidente de Valledupar. El uniformado luego de cometer el doble homicidio se suicidó.
El 9 de octubre de 2012, Astrid Beatriz Urdiales Rodríguez, de 43 años, fue asesinada de dos puñaladas por su exmarido en el barrio San Antonio, al oriente de Valledupar.
El pasado sábado, Argenedith Elina Blanco Caro, de 28 años, acabó con la vida de su compañero sentimental Jorge Luis Pino Gutiérrez, al propinarle dos puñaladas. El crimen ocurrió en el conocido sector ‘El Boliche’, pleno centro de Valledupar.
Autopsia psicológica
María Eugenia Sarmiento, psicóloga de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia, UNAD, trabajadora social del Hospital Rosario Pumarejo de López, experta en el estudio suicidios en Valledupar, analizó el caso del vigilante que mató a su excompañera sentimental y luego al parecer se suicidó.
“Como estaban separados, esto fue generando en él un estado de depresión. Cuando la persona está deprimida se presentan alteraciones a nivel cognitivo, emocional y eso lleva a que una persona tenga conducta que por la sociedad es desaprobada; en este caso llegar a suicidarse o matar a otra persona”, dijo la investigadora.
Precisó que quien se suicida ya lo tiene premeditado. “No sabemos si Emiro había discutido con la pareja anteriormente, por celular u otro medio. Lo más probable es que lo haya planificado”.
Por último recomendó a las personas depresivas buscar ayuda profesional para evitar desenlaces fatales.
“Si alguien dice que se va a matar bromeando, lo puede llevar a cabo”, advirtió.