Con el violín, su compañero inseparable, Alfredo De la Fe se convierte en el único artista que ha llevado el violín del mundo clásico a la salsa y también al género vallenato. Este artista nacido en Cuba alcanzó la fama mundial llevando sus acordes por 95 países y tocando al lado de los mejores como las estrellas de La Fania All Stars, Celia Cruz, Pavaroti, Bobby Cruz, Óscar de León, entre otros. Hoy, con 50 años de trayectoria artística, llega a Valledupar, para lanzar su segunda producción musical con artistas de la música vallenata esta vez llamada ‘Homenaje al vallenato’.
‘Homenaje al vallenato’ es un disco preparado durante un año, en el cual es acompañado por los acordeones de Wilber Mendoza Zuleta, Gonzalo Arturo ‘Cocha’ Molina, Álvaro Meza y Julián Rojas, mientras que en el canto tiene a Iván Villazón, Ivo Díaz, Silvio Brito, Jorge Luis Montaño y Tomás Alfonso ‘Poncho’ Zuleta, quien ya cantó las canciones ‘La ceiba de Villanueva’ y ‘El palo e’ mango’. Otro invitado especial es Pablo López, en la caja.
“Todo el mundo me preguntaba que cuando iba a sacar el disco, pero pienso que a todo le llega su hora y este es el mejor momento para entregarle este disco a Valledupar. Que hice con mucho cariño, respetando la música vallenata y mi música cubana”, indicó.
El artista de 65 años afirmó “a veces uno hace cosas por el comercio, pero esto es físicamente amor por la música vallenata”.
De la Fe aseguró que aunque tiene su propio estudio de grabación en Bogotá, pero para esta producción prefirió grabar en Valledupar, en La Caja de Música.
“Este trabajo tenía que obtener la esencia vallenata, es un lugar al aire libre donde me impregno de vallenato, es como si al pisar esta tierra todo fluyera a través del folclor”, manifestó.
Este artista ha viajado por casi todo el mundo y ha oído muchos acordeones, pero asegura que como se toca el acordeón en esta región, en La Guajira y el Cesar, no hay igual.
Colacho Mendoza fue el responsable que este hombre de 65 años conociera y se enamorara del vallenato, de sus letras, sus aires, las melodías y hasta de su gente.
“En el año 1985 yo fui a una parranda y estaba ‘Colacho’ Mendoza tocando, él no sabía quién era yo, en cierto punto de la parranda saqué mi violín y le dije si podíamos tocar un tema, ‘Colacho’ miró el violín como un zapato viejo y me dijo “será”, y amanecimos tocando; fue algo tan lindo y me enamoré del acordeón. ‘Colacho’ dijo que me iba a invitar al Festival Vallenato”, recordó. Al año siguiente Alfredo de la Fe llegó por primera vez a Valledupar, parrandeó por más de cinco días y conoció a Emiliano Zuleta y su hermano ‘Poncho’, otros dos baluartes del folclor vallenato.
En una primera incursión en el vallenato, De la Fe grabó un disco llamado ‘Alfredo de la Fe vallenato’ en el que participaron en el acordeón Orangel ‘Pangue’ Maestre, Egidio Cuadrado, Ismael Rudas, Nafer Durán, acompañados de las voces de Iván Villazón y Toby Murgas.
“La gente me conoce por salsero, y como salsero he hecho muchas cosas. Fui director de Celia Cruz, pero cuando me subo a tocar con acordeón me aprietan y eso me encanta, para mí representa un reto, pienso que me identifico con el acordeón”, dijo.
Alfredo ama a Valledupar y en cada visita no pierde oportunidad para salir a trotar a primera hora del día y disfrutar la brisa fresca de la mañana, escuchar el canto de las aves y el apacible sonido del que al correr entre las piedras genera el agua del rio Guatapurí.
“Al caminar por Valledupar empiezo a entender por qué el vallenato tiene esas letras tan divinas, esa cadencia, eso solo puede ser producto de esta tierra de la que cada día me enamoro más”, confesó.
Una nueva vida
Alfredo De la Fe estuvo 22 años sumidos en el miserable mundo de las drogas, hoy con orgullo cuenta sobre su recuperación con la esperanza de ser motivación para que otros puedan salir de la adicción. Asegura que sobrevivió para dar testimonio de vida y ayudar a otros.
“Me inicié en eso buscando ser aceptado en el gremio de los músicos que tocaban conmigo. A los 12 años me convertí en un músico profesional, dejé la música clásica y gracias a la oportunidad que me dio Antonio Fajardo en su orquesta me inicié por la salsa. La primera noche me sentí rechazado porque en los descansos de las presentaciones los músicos me dejaban solo, la tercera noche uno de ellos me invitó a ir y me dijo que si quería probar la droga y acepté. Al principio fue muy divertido, pero los últimos años que estuve consumiendo casi me destruyó”, contó.
Sin embargo, pudo tomar de nuevo las riendas de su vida en 1986, después de incumplir una de las citas más importantes de su vida.
“Toqué fondo en 1986 cuando el Papa Juan Pablo Segundo vino a Colombia. Yo vivía en este país hermoso y el gobernador de Antioquia me propuso cantarle, me preparé dos meses, estaba muy entusiasmado porque creía que si el Papa me tocaba la cabeza yo me iba a curar de la doble adición que tenía, alcohol y droga.
Bueno mi cita era a las 9 de la mañana y la noche antes me fui a tomar un traguito para celebrarlo y fue un trago que se prolongó por cinco días, cuando desperté el Papa se había ido de Colombia y por primera vez cuando me miré al espejo vi, además de un hombre físicamente destruido, vi mi alma destruida. Ese fue mi fondo. Llamé a una amiga y ella me llevó a una terapia de recuperación que ha seguido hasta hoy”, reconoció.
Con la responsabilidad y el compromiso propio de ayudar a otros, que como él buscaron refugio en la droga, este artista quiere a través de la música poder llegar a las comunas y sacar a otras personas de la adicción.
“Quiero poder pararme en una esquina con caja, guacharaca, acordeón y el violín, tocar y poder dar un testimonio.
Quiero expresarle que esa oferta sigue en pie y sueño con que se haga realidad. La mejor persona para ayudar en estos casos es otro adicto que ha sufrido y que a salido delante, y poder decirle que sí se puede y poderlos encaminar ya que en esos sitios encuentras muchos talentos”, manifestó el artista.
Por Ariadne Osorio Ponce