Por DEBORA REY y DANIEL ZADUNAISKY
BUENOS AIRES. AP. Ernesto Sábato, el laureado escritor quien, según sus propias palabras, “descendió a los infiernos” para investigar los crímenes cometidos por la última dictadura en Argentina, falleció ayer sábado a causa de una bronquitis. Sábato tenía 99 años, en junio próximo cumpliría los cien años.
Su hijo Mario Sábato leyó conmovido un comunicado en nombre de la familia ante decenas de periodistas apostados frente a la vivienda: “Hace horas murió mi padre, sé que todos ustedes comparten la tristeza que sentimos en la familia. Mi padre no nos pertenecía sólo a nosotros, con orgullo y alegría sabemos que los compartimos con mucha gente”.
Adelantó que su padre será velado en la sede del club Defensores de Santos Lugares porque ese era su deseo. “Cuando me muera’, nos dijo, ‘que me velen acá para que la gente del barrio pueda acompañarme en este viaje final y quiero que me recuerden como un buen vecino, aunque a veces cascarrabias”.
Sábato y sus obras
El canciller Héctor Timerman escribió en su cuenta Twitter que “me apena la muerte de Ernesto Sábato, nos quedan sus libros y el recuerdo de un hombre apasionado por su país”.
Su colaboradora Elvira González Fraga dijo a radio Mitre que “hace como 15 días tuvo una bronquitis y a la edad de él esto es terrible”.
El autor de “El túnel” murió en su residencia del barrio de Santos Lugares, donde vivía desde 1945.
En 1983 dejó a un lado la literatura para dedicarse a elaborar un completo informe de las atrocidades cometidas por el régimen militar (1976 a 1983), que se tituló “Nunca Más” y sirvió de prueba para juzgar a los oficiales tras el retorno de la democracia en 1983.
El informe sobre los desaparecidos
Ante las atrocidades cometidas por los militares durante la llamada “guerra sucia”, aceptó estar al frente de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep).
En la época tenía 73 años y sus novelas “El túnel” (1948) y “Sobre héroes y tumbas” (1961), considerada su obra maestra, le habían ganado elogios y honores en el mundo entero.
El informe elaborado por Sábato y otros nueve integrantes sirvió de base para juzgar a los miembros de las juntas militares en 1985. Durante ese período murieron o desaparecieron entre 12.000 y 30.000 personas, según las cifras oficiales y de organismos de derechos humanos.
Sábato comenzó a criticar a la dictadura en 1979, cuando denunció la censura en el ensayo “Apologías y rechazos”.
Premios y honores
Recibió la Legión de Honor francesa, el Premio Medici de Italia y la Gran Cruz al Mérito Civil de España. En 1984 le otorgaron el Premio Cervantes, el Nobel de las letras castellanas. Colombia lo condecoró con la Orden de Boyacá, e Italia con la Orden del Mérito.
Obras más importantes
En 1945, publicó su primer libro, “Uno y el universo”, que recibió el Primer Premio de Literatura de la municipalidad de Buenos Aires.
Su novela breve “El túnel”, una historia psicológico-policial del asesinato de la joven María Iribarne por el pintor Juan Pablo Castel, mereció el elogio de Albert Camus, quien dijo admirar “su dureza, su intensidad”, y de Thomas Mann, que la calificó de “impresionante”. Camus la hizo traducir al francés.
Sábato también pintaba, y sus obras fueron expuestas en el Centro Pompidou de París y en el Centro Cultural de la Villa de Madrid, entre otras salas.
“Antes del fin”, aparecido en 1998, el año que murió su esposa Matilde, es un testamento que escribió “sobre todo para los adolescentes y jóvenes, pero también para los que, como yo, se acercan a la muerte y se preguntan para qué y por qué hemos vivido…”.
Una vida comprometida
Nació el 24 de junio de 1911 en Rojas, provincia de Buenos Aires.
Abandonó los estudios de física en 1930 y llegó a ser secretario de la Juventud Comunista. Pero en 1934, en un viaje a Bruselas para asistir a un congreso contra el fascismo y la guerra, conoció las purgas en la Unión Soviética y rompió con el comunismo. Esta fue la primera de las que él llamó “las tres crisis fundamentales de mi vida”.
De regreso en la Argentina, Sábato se casó con Matilde Kuminsky-Richter, la que sería su compañera de toda la vida. El matrimonio tuvo dos hijos: Mario, un destacado director de cine documental, y Jorge Federico que se dedicó a la política y murió trágicamente en 1995.
Obtuvo el título de doctor en física y consiguió una beca para trabajar en radiaciones atómicas en el laboratorio Joliot – Curie en París. Allí sufrió su segunda y tercera “crisis”.
“En París, asistí a la ruptura del átomo de uranio, que se disputaban tres laboratorios: ganó la ‘carrera’ un alemán. Pensé que era el comienzo del Apocalipsis”.
La tercera crisis, fruto de su amistad con artistas surrealistas como el chileno Roberto Matta, el cubano Wilfredo Lam y el fundador del movimiento, André Breton, lo llevó a abandonar para siempre la ciencia y dedicarse a la literatura.