Valencia de Jesús lo vio nacer y también lo vio sepultar. A través de la narración lírica, inverosímil y realista, Calixto Antonio Ochoa Campo llevó su pueblo al mundo entero a través de las letras y melodías expresadas en diferentes géneros musicales. Autoridades gubernamentales, religiosas, al igual que sus hijos y familiares, le dieron el último adiós.
En la Capilla histórica del corregimiento, construida en el año 1700, donde Calixto se inspiró para hacer la canción ‘El padre Pachito’, permaneció el féretro desde la noche del jueves cuando fue llevado de Valledupar, hasta la mañana del viernes.
A las 8:00 de la mañana, un grupo de buses salió de la plaza Alfonso López en la capital del Cesar, rumbo a Valencia donde se cumplieron las honras fúnebres de Calixto Antonio Ochoa Campo. La ceremonia católica inició a las 9:30 de la mañana bajo la conducción del padre Enrique Iceda.
Una multitud de seguidores ingresaron a la iglesia, mientras otro nutrido grupo tuvo la oportunidad de observar los actos gracias a un andamiaje tecnológico dispuesto por la Gobernación del Cesar.
“Calixto en el silencio de este ataúd nos está recordando que somos seres para la muerte, que nuestra patria es el cielo, porque generalmente nos olvidamos que estamos dispuestos a morir”, dijo el párroco en su homilía.
Exaltó que el ‘Cantor de Valencia’ sin euforia, quizás sin darse cuenta, hizo mucho bien y no necesitó de tener poderes para conseguir el éxito y el reconocimiento del pueblo. Por eso el público de inmediato murmuró que, el poder Calixto lo plasmó en obras, en canciones como ‘La escuela del poder’ en la que dejó plasmada la historia de su nacimiento y visión en la música.
Fueron momentos y palabras de tristeza los recordados, como los declaró el juglar Ovidio Granados y el exgobernador del Cesar, José Guillermo ‘Pepe’ Castro, quienes llegaron a rendirle tributo a su eterno amigo.
Al término de la eucaristía, el padre Iceda llamó a los hijos de Calixto y a su última compañera sentimental, Dulsaine Bermúdez, los reunió alrededor del ataúd y pidió al grupo de cantores que acompañaban la celebración eucarística, entonar la canción ‘No se ha ido’. De inmediato aparecieron lágrimas en el recinto y aplausos para el juglar vallenato que falleció el pasado miércoles en Sincelejo, después de permanecer varios días en la Unidad de Cuidados Intensivos de la Clínica Santa María, luego de sufrir una isquemia cerebral en su residencia el sábado 14 de noviembre.
Como lo vaticinó en su canción ‘Sueño triste’, todo el mundo comentaba lo bueno que había sido el difunto.
“El día que el ‘Negro Cali’ muera
se sentirá el pobre difunto
me llorara mi morena
mi acordeón queda de luto
todo el público comenta
tan bueno que fue el difunto”
Título de bachiller
A Calixto Ochoa le bastó con su inteligencia natural y ser un amante del diccionario de la lengua española para conocer los significados de las palabras. Estudió hasta tercer grado de primaria, pero eso nunca se vio reflejado en su capacidad de improvisar.
Ayer en los actos que antecedieron el sepelio, la Institución Educativa Luis Ovidio Rincón Lobo de Valencia de Jesús otorgó el título de Bachiller Académico Honoris Causa a Calixto Antonio Ochoa Campo, por su desempeño impecable en la vida y su aporte a la población de quien fue y seguirá siendo un ejemplo a seguir.
Honores y reconocimientos
Terminados los actos religiosos, el paso fue para los Niños del Vallenato de la escuela de Andrés ‘El Turco’ Gil, quienes iniciaron los homenajes musicales y protocolarios con la interpretación de las canciones ‘Sueño triste’, ‘Lirio rojo’, ‘Diana’ y ‘Los sabanales’.
La Fundación del Festival de la Leyenda Vallenata, a través del acuerdo 007 exaltó la memoria del rey vallenato Calixto Ochoa Campo. El encargado de impartir este mensaje fue Efraín Quintero, quien dijo que su humor y picaresca urbana lo hicieron un maestro que trasgredió fronteras. “Jamás se olvidó del sabor popular que en gran parte asimilara y le diera vuelta al mundo. Su universo creativo fue maravilloso, permitió que su bondad, su humildad, llegara a tocar los resortes del alma provinciana, la de los oprimidos, los olvidados por el Estado, los humillados por el materialismo, los que sufren, pero producen verdaderas odas de amor en sus momentos de angustia”, manifestó Quintero.
Enfatizó que quedará en manos del Ministerio de Cultura, Gobernación del Cesar, Alcaldía de Valledupar, la Fundación del Festival de la Leyenda Vallenata, erigir un panteón para Calixto y construir la casa museo. “Es una obligación que debe cumplirse, así como los familiares le cumplieron al maestro de traerlo a su tierra”.
Luego la Alcaldía de Valledupar entregó nota de estilo a la familia del rey vallenato 1970, la comunidad Jesús Nazareno también asistió y entregó un pergamino, al igual que la Universidad Popular del Cesar.
Mientras tanto, Rafael Manjarrés rindió tributo a Ochoa Campo desde la Sociedad de Autores y Compositores Colombianos, Sayco.
Por su parte, la Gobernación del Cesar, encabeza del gobernador Luis Alberto Monsalvo Gnecco a través de Decreto 000169, reconoció el gran aporte musical del hijo de Valencia de Jesús, quien murió a los 81 años en la capital de Sucre.
En el decreto, Monsalvo Gnecco expresó el propósito de asegurar que el legado del maestro Calixto Ochoa Campo sea eternizado en el Centro Cultural de la Música Vallenata, que está por construirse y que conservará la memoria histórica del folclor cesarense.
De igual forma, anunció el apoyo de su gobierno a la producción musical, que por iniciativa de la familia de Ochoa Campo, se realizará en homenaje al fallecido cantautor que convocará a reconocidos intérpretes como Carlos Vives, Jorge Oñate, Poncho Zuleta, Jean Carlos Centeno, Martín Elías Díaz, Farid Ortiz y otros grandes de la música vallenata. La producción recopilará 24 de las canciones más famosas de Calixto.
Luego tomó el micrófono Milciades Rodríguez, representante de la comunidad valenciana, y esbozó la historia de cómo fueron los inicios de Calixto: “Rafael Arturo y Juan Bautista Ochoa fueron buenos acordeoneros, Calixto era un niño, pero en cualquier momento a los hermanos Ochoa se les presentó un contrato para aserrar madera artesanal. Se marcharon para una región que quedaba a 12 kilómetros de Valencia, llamada Juan Márquez, y allí aprendió Calixto el arte del acordeón”, declaró.
Serenata a su escuela
Los actos en honor a la memoria de Calixto terminaron con las palabras de sus hijos, Rolando y César.
Primero Rolando pidió un aplauso para Jesucristo, por haberle regalado al pueblo al maestro Calixto Ochoa.
“Él siempre había querido que lo recordaran con amor, con alegría, él fue partidario que la riqueza de un hombre no es un carro, no es la posición social, es lo que lleva en el corazón y eso se lo demostró con sus canciones; pienso que lo más hermoso que me llevo es su enseñanza de siempre, humildad, sencillez, eso fue mi viejito y eso seguiré haciendo por la vida”, expresó Rolando.
No lloró ante el público, dijo que el día jueves lo hizo muchas veces y para el acto final le pidió fuerzas a Dios para cantarle la canción ‘La escuela del poder’ en honor a Valencia de Jesús, pueblo que vio nacer a su progenitor.
“Yo nací en un pueblecito de la América Latina, en una casita vieja de paredes de bahareque, pero me enseñó la vida a ser un hombre muy fuerte y aquí estoy parado al frente con la escuela del poder, la que Dios puso en mi mente pa’ poderme defender”, dijo el rey vallenato en ese canto.
Después César Ochoa contó una anécdota de su papá cuando vivían en Sincelejo y llamó a su hijo, César Jr., para que cantara la canción ‘La plata’ que dio vueltas al mundo en la voz de Diomedes Díaz.
Hacia las 11:20 de la mañana culminaron los actos y de inmediato se escuchó el sonido de las campanas de la iglesia que indicaban la salida del cuerpo de vida de Calixto Ochoa rumbo al cementerio local. Este juglar nació un 14 de agosto de 1934 en la denominada ‘Calle del Mamón’ de Valencia, en una vivienda de barro y palma.
Adiós sin regreso
Muchas fueron las personalidades de la política y músicos que acompañaron a Calixto Ochoa en su despedida. El exgobernador del Cesar, Lucas Gnecco, el alcalde de Valledupar, Fredys Socarrás, la primera dama del departamento, Cielo Gnecco, los representantes por el Cesar, José Alfredo Gnecco y Eloy Quintero Romero.
Por el folclor vallenato se vieron artistas como Sergio Moya Molina, Ovidio Granados, Ivo Díaz, Rafael Manjarrés, Franklin Moya, Julián Rojas, ‘Pepín Soto’, José María Ramos Jr., entre otros.
El ataúd recorrió las calles principales de Valencia, pasó por la vivienda donde nació Calixto y el lugar que lo vio crecer, para finalmente llegar al cementerio de la población. La caravana fue acompañada por el pueblo entero y el arribo del cuerpo se dio a las 12:00 del mediodía, bajo un sol que quemaba la humanidad de los seguidores.
En la tumba lo esperaron sus hijos, sus familiares y artistas como Jorge Oñate. El cantante se paró frente al féretro y cantó la canción ‘Lirio rojo’ con el acompañamiento del público, ya cuando el ataúd iba en descenso, los valencianos comenzaron a cantar “por eso la plata que caiga en mis manos, la gasto en mujeres, bebidas y bailando”.
Partió gran parte de la música colombiana, se marchó la historia picaresca del vallenato, el ídolo de Valencia, un creador de estilos y la leyenda sin fin de todo un pueblo. Adiós a Calixto Antonio Ochoa Campo.
Por Carlos Mario Jiménez
carlos.jimenez@elpilon.com.co