Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 23 enero, 2020

Voces que defienden al género

Alta tensión. Preocupante, inquietante, algo tan viejo y repetido como los nuevos gobiernos y sus críticos que tanto abundan, gusten y disgusten. A lo mejor, entretienen, pero sacan lo peor de lo humano que llevamos dentro. Por eso trataré de hablar de otra cosa, sin olvidar que ganamos, ¡al fin!, el primer lugar en corrupción […]

Alta tensión. Preocupante, inquietante, algo tan viejo y repetido como los nuevos gobiernos y sus críticos que tanto abundan, gusten y disgusten. A lo mejor, entretienen, pero sacan lo peor de lo humano que llevamos dentro. Por eso trataré de hablar de otra cosa, sin olvidar que ganamos, ¡al fin!, el primer lugar en corrupción como país, algo que la inmensa mayoría de políticos y dirigentes de todos los tamaños venían intentando sin resultados favorables, pero al César lo que es del César.

Podemos echarnos a llorar sobre la leche derramada, pero con el verano las vacas bajan su cuota, con incendios en Australia y la Amazonía ya es suficiente. Guaidó no deja de visitarnos por raticos, pero ya muy aguado, mientras Maduro sigue firme, pero más podrido, dicen los internacionalistas.

Para qué comentar la guerra comercial con China, ese pueblo milenario lo ha inventado casi todo, desde el uso de la pólvora, la imprenta, el papel, las cometas, hasta las pastas y los fideos y el precursor del hoy acordeón. Sería perder tiempo en tratar de explicar la guerra de Trump con Irán, cuando los persas antiguos cambian de nombre y de guerra, como cambiar de gafas, eso es eterno. Y más eterno entenderlo.

Entonces nos queda el capital (no el de Marx) y el erotismo, ese sí, de siempre. Capital erótico un libro de Catherine Hakim, una socióloga americana, cuya obra, una década después, sigue intacta presentando inquietantes preguntas, sobre algo que los hombres queremos y merecemos gratis, como el sexo y que ellas están en capacidad de proporcionarnos, pero las escuelas económicas y las circunstancias agregaron a la cosa precio, no valor.

Las feministas sostienen automáticamente, que la sexualidad, incluso el propio género, no son naturales, sino “construcciones sociales” y que no los conforma en absoluto la fisiología.

Alegan que se trata de una simple “construcción cultural” y que tradicionalmente se ha reprimido la sexualidad de las mujeres. Y claro, aparece la religión, en este caso la católica con su carga de reproches. El cristianismo, -dice la autora- reforzó la dicotomía virgen/puta mediante las imágenes de las dos Marías, la madre virginal de Cristo y María Magdalena la bella cortesana y pecadora arrepentida.

El placer y la belleza se presentan como invitaciones al pecado, la transgresión y la iniquidad. Finalmente anota la doctora Hakim, que el sexo fuera del matrimonio es casi obligatorio porque hombres y mujeres valoran el arte de la seducción. Y ahí alguien mete la mano, está por definirse si es Dios o es el diablo.

Todo este pequeño tratado, mezcla de religión, ciencia, y defensa femenina, es por la presencia de las voces de mujeres en la ciudad, ahora cuando se arma el plan de desarrollo y seguramente incluirán programas y presupuestos para temas de género, que en su gran mayoría terminan en fundaciones casi desconocidas, generalmente del grupo de los comités de aplausos de las primeras gestoras sociales, pero la mayoría de los problemas siguen intactos y en los peores casos, en aumento.

Como estamos con carnavales autorizados, mientras los comerciantes y mini empresarios de la fiesta antigua, de ponen de acuerdo con el decreto confuso y disperso para permisos y farras, no olvidemos que el Capital erótico entre las féminas es una enorme ventaja, tanto educativa, empresarial, laboral e intelectual. Porque no solo del pan vive el hombre, para matar el hambre, por supuesto. Hay jueves dispersos, este por ejemplo.

Columnista
23 enero, 2020

Voces que defienden al género

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Edgardo Mendoza Guerra

Alta tensión. Preocupante, inquietante, algo tan viejo y repetido como los nuevos gobiernos y sus críticos que tanto abundan, gusten y disgusten. A lo mejor, entretienen, pero sacan lo peor de lo humano que llevamos dentro. Por eso trataré de hablar de otra cosa, sin olvidar que ganamos, ¡al fin!, el primer lugar en corrupción […]


Alta tensión. Preocupante, inquietante, algo tan viejo y repetido como los nuevos gobiernos y sus críticos que tanto abundan, gusten y disgusten. A lo mejor, entretienen, pero sacan lo peor de lo humano que llevamos dentro. Por eso trataré de hablar de otra cosa, sin olvidar que ganamos, ¡al fin!, el primer lugar en corrupción como país, algo que la inmensa mayoría de políticos y dirigentes de todos los tamaños venían intentando sin resultados favorables, pero al César lo que es del César.

Podemos echarnos a llorar sobre la leche derramada, pero con el verano las vacas bajan su cuota, con incendios en Australia y la Amazonía ya es suficiente. Guaidó no deja de visitarnos por raticos, pero ya muy aguado, mientras Maduro sigue firme, pero más podrido, dicen los internacionalistas.

Para qué comentar la guerra comercial con China, ese pueblo milenario lo ha inventado casi todo, desde el uso de la pólvora, la imprenta, el papel, las cometas, hasta las pastas y los fideos y el precursor del hoy acordeón. Sería perder tiempo en tratar de explicar la guerra de Trump con Irán, cuando los persas antiguos cambian de nombre y de guerra, como cambiar de gafas, eso es eterno. Y más eterno entenderlo.

Entonces nos queda el capital (no el de Marx) y el erotismo, ese sí, de siempre. Capital erótico un libro de Catherine Hakim, una socióloga americana, cuya obra, una década después, sigue intacta presentando inquietantes preguntas, sobre algo que los hombres queremos y merecemos gratis, como el sexo y que ellas están en capacidad de proporcionarnos, pero las escuelas económicas y las circunstancias agregaron a la cosa precio, no valor.

Las feministas sostienen automáticamente, que la sexualidad, incluso el propio género, no son naturales, sino “construcciones sociales” y que no los conforma en absoluto la fisiología.

Alegan que se trata de una simple “construcción cultural” y que tradicionalmente se ha reprimido la sexualidad de las mujeres. Y claro, aparece la religión, en este caso la católica con su carga de reproches. El cristianismo, -dice la autora- reforzó la dicotomía virgen/puta mediante las imágenes de las dos Marías, la madre virginal de Cristo y María Magdalena la bella cortesana y pecadora arrepentida.

El placer y la belleza se presentan como invitaciones al pecado, la transgresión y la iniquidad. Finalmente anota la doctora Hakim, que el sexo fuera del matrimonio es casi obligatorio porque hombres y mujeres valoran el arte de la seducción. Y ahí alguien mete la mano, está por definirse si es Dios o es el diablo.

Todo este pequeño tratado, mezcla de religión, ciencia, y defensa femenina, es por la presencia de las voces de mujeres en la ciudad, ahora cuando se arma el plan de desarrollo y seguramente incluirán programas y presupuestos para temas de género, que en su gran mayoría terminan en fundaciones casi desconocidas, generalmente del grupo de los comités de aplausos de las primeras gestoras sociales, pero la mayoría de los problemas siguen intactos y en los peores casos, en aumento.

Como estamos con carnavales autorizados, mientras los comerciantes y mini empresarios de la fiesta antigua, de ponen de acuerdo con el decreto confuso y disperso para permisos y farras, no olvidemos que el Capital erótico entre las féminas es una enorme ventaja, tanto educativa, empresarial, laboral e intelectual. Porque no solo del pan vive el hombre, para matar el hambre, por supuesto. Hay jueves dispersos, este por ejemplo.