El historiador Tomás Darío Gutiérrez ha indagado en la posible existencia de murallas en Valledupar en su pasado histórico. Aunque su presencia ha sido cuestionada debido a la falta de hallazgos arqueológicos y a la existencia de una sola fuente documental proveniente de los cronistas de Indias, este escrito pretende reafirmar la existencia de estas murallas basándose en dos documentos datados en 1583, que brindan descripciones detalladas.
DOCUMENTOS HISTÓRICOS
La documentación histórica posibilita un entendimiento más preciso del pasado y, en este caso, proporciona pruebas contundentes sobre la existencia de las murallas en cuestión.
El primero de estos documentos se encuentra registrado en el libro publicado por la Universidad del Norte de Barranquilla, titulado ‘De las Indias remotas… Cartas del cabildo de Santa Marta (1529 – 1640)’. Este libro transcribe correspondencia enviada por el cabildo de Santa Marta al virrey, que se encuentra en el Archivo General de la Nación. A continuación, se presentan fragmentos clave de la carta:
“Don Lope de Horozco, gobernador de esta provincia de Santa Marta, a dos años que anda sirviendo a Vuestra Majestad en la ciudad del Valle de Upar, acerca de qué sucedió que los indios naturales la vinieron a quemar y quemaron una noche y mataron muchos hombres e mujeres que en el dicho pueblo había, por ser de noche y tomarlos desapercibidos”
El relato narra la estancia del gobernador de Santa Marta en Valledupar por un período de dos años, y destaca cómo los indígenas lograron tomar y quemar la ciudad durante la noche.
“Cosa que, de más, de treinta años a esta parte quel dicho pueblo estaba poblado, nunca tal había hecho, y así el dicho gobernador ha tenido necesidad de hazer gente a su costa y asistir con ella más de año y medio hasta dejarlos pacíficos y hechas casa de nuevo”.
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Esto confirma la fecha de fundación de Valledupar en 1550, además de señalar que después de más de treinta años de paz, los indígenas atacaron y quemaron la ciudad. El gobernador respondió declarando la guerra a los indígenas, venciéndolos y reconstruyendo el poblado.
“Y echó cerca del dicho pueblo…”
Surge aquí la pregunta: ¿Qué se entiende por “cerca”? La respuesta se encuentra en el mismo libro, en una solicitud del cabildo de Santa Marta para construir una fortificación, en la que describen que la fortaleza debe estar cercada por una cerca sólida. Esta descripción se encuentra en el Archivo General de Indias, específicamente en MP-PANAMÁ,4, en lugar de MP-PANAMÁ,79 como se menciona en el libro.
La descripción en cuestión reza:
“A de ir esta fortaleza cercada con una cerca fuerte y a la banda de la mar dos torreones los que guarden las dos entradas del puerto con artillería…”
Se puede deducir que lo que denominan como “cerca fuerte” equivale a lo que hoy en día entendemos como muralla. Además, se puede encontrar evidencia de la utilización de “cerca” como sinónimo de muralla en la ciudad de Madrid, donde existieron múltiples cercas defensivas, aunque solo los restos de la cerca de “Felipe II” han perdurado.
Cerca de Felipe II, Fuente: “Murallas, cercas y puertas de Madrid”
Teniendo claro que “cerca” corresponde a murallas, continuemos la carta:
“Y echó cerca del dicho pueblo de más de dos tapias de alto, con dos puertas, para que otra vez no tengan los dichos naturales abilantes a hazer semejantes desverguenzas”
Claramente dicen que la muralla de Valledupar tenía más de dos “tapias” de altura, considerando que una “tapia” de esa época se traduce a aproximadamente cuatro metros y medio de hoy. Esto implica que la muralla tenía una altura mínima de nueve metros. Esta estimación otorga mayor seguridad en su función defensiva, ya que, para sostener dicha altura, por lo menos tuvo que haber tenido un grosor de al menos un metro en su base.
Hay un segundo documento que Carlos Liñan-Pitre descubrió en el Archivo General de Indias, una carta escrita por el cabildo de Valledupar describiendo los mismos sucesos, que me permito transcribir:
“La ciudad de los Reyes del Valle de Upar besa los Reales pies de Vza Mag y hace saber cómo los indios de su provincia se rebelaron y estando la ciudad muy segura por que mas de treinta años que los dichos indios estaban en paz y estando descuidado maestre a la medianoche a los diez y nueve de diciembre del año passado de ochenta y uno”
En este pasaje se ofrece una precisión adicional: los indígenas se sublevaron y quemaron la ciudad el 19 de diciembre de 1581, a pesar de las tres décadas de convivencia pacífica.
“Dieron a la deja ciudad donde mataron mucha gente y quemaron la Santa iglesia mayor y el santísimo sacramento reliquias y ornamentos que en ella avía sin que quedase cosa y assi mismo robaron y quemaron toda la ciudad y muchos hatos y estancias de sus términos y la gente que se pudo escapar se recogieron en un cercado de tapias donde se fortificaron”
Los indígenas destruyeron la ciudad, y los sobrevivientes buscaron refugio detrás de murallas.
“y estuvieron tan pobre por el daño recibido que no tuvieron posible para enviar por socorro armas y municiones pidió a la ciudad del Río de la hacha le socorriese pues esta ciudad leaydo a socorrer muchas veces contra corsarios ingleses y franceses que laan robado”
“y envió aviso de lo sucedido a Don López de Horozco vuestro governador desta provincia que a la sazón estaba en la villa de tenerife a leguas de esta
Ciudad y solo él la corrió luego q lo supo a su costa hizo juntar y juntar gente de guerra armas y municiones con todo lo cual personalmente se puso en camino y vino a esta ciudad al castigo y pacificación de la tierra.”
Se envió un aviso al gobernador López de Orozco, quien estaba en ese momento en la Villa de Tenerife. Ante esta noticia, López de Orozco actuó de manera inmediata, costeando personalmente la formación de una fuerza armada y el aprovisionamiento de armas y municiones. Se puso al frente de esta fuerza y se desplazó hacia Valledupar para restablecer el orden y la paz en la región.
“El cual del mas del eccsilbo trabajo que tuvo gasto mucho en armas y municiones y en muchas cossa que dio a los soldados que fueron al castigo y pacificación de la tierra y para la reedificación desta ciudad puxo oficiales albañiles carpinteros herreros y fragua y mediante este favor la ciudad se a reedificado y fortificado y está cercada toda de forma que no puede ser ofendida”.
El cabildo de Valledupar menciona los esfuerzos notables de López de Orozco, tanto en términos de recursos invertidos en la formación de una fuerza militar como en la reconstrucción de la ciudad y su fortificación.
Además, se enfatiza que las murallas erigidas aseguraron la protección de la ciudad. Finaliza el documento solicitando dinero para el sostenimiento de las murallas y otras necesidades de la ciudad.
Es fundamental contextualizarse en el ámbito histórico y considerar que en ese momento Valledupar no contaba con más que un puñado de casas. Por lo tanto, el lector que las esté comparando con las murallas de Cartagena estaría cometiendo un craso error. Aunque las murallas de Valledupar fueran las primeras, es evidente que no podrían igualar la envergadura de las murallas de Cartagena, las cuales demandaron casi doscientos años para su construcción.
Es importante destacar que las firmas de individuos cuyos apellidos aún perduran en Valledupar, como Villazón y Becerra, aparecen en el documento.
En resumen, aunque únicamente quedan vestigios de una de las cercas —o murallas— en Madrid, la existencia de todas ellas no está en duda. De manera similar, la presencia de murallas en Valledupar debería ser considerada un hecho. Ahora que se ha establecido con certeza que Valledupar fue una ciudad amurallada y la primera de lo que hoy llamamos Colombia, surgen nuevas interrogantes que requieren investigación. ¿Qué pasó con estas murallas? ¿Dónde estaban ubicadas exactamente? ¿Es posible realizar excavaciones para encontrar sus restos? ¿Durante las obras de construcción en el centro histórico de la ciudad, se han seguido los protocolos adecuados para la conservación arqueológica? Estas preguntas señalan un camino promisorio para futuras investigaciones históricas en la región.
POR ERNESTO ALTAHONA CASTRO/ESPECIAL PARA EL PILÓN.