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Valledupar, sin conciencia ciudadana

En medio de la tristeza que produce escribir esta nota, el análisis crudo nos lleva a reconocer que en Valledupar no hay  conciencia ciudadana, y los valores no existen. El análisis parte de hechos que nos llevan a añorar los cuatros barrios y el centro que conformaban a Valledupar. Quizás esto sirva de insumo a críticas de quienes quieren ver a Valledupar como una metrópolis comparada con ciudades europeas. Planificando a corto plazo quizás nunca lleguemos a eso.

El vandalismo, la falta de cultura y de amor por la ciudad; la falta de empuje y conciencia propia, en la que aportemos al desarrollo de manera ejemplar, es lo que nos tiene así.

Inadmisible leer en EL PILÓN que un desadaptado dañó los paneles solares de Lorenzo Morales, una obra que es para beneficio propio. Resulta increíble conocer que en las torres de Nando Marín y otros sectores de Valledupar sus moradores tengan que pagar peaje para llegar a su propia casa. No es posible que las calles de esta ciudad estén inundadas de vendedores ambulantes, carretillas que obstaculizan el poco espacio público y las calles en el centro. ¿Hasta cuándo tendremos que soportar esto? Y las motos en contra vía son el pan nuestro de cada día.
Los conductores de vehículos públicos y particulares infringiendo las normas de tránsito, estacionados justo debajo de la señal de prohibido parquear. Increíble ver este desorden diario; los buses colectivos recogiendo pasajeros en cualquier parte atravesados sin importarles que esto genere trancón y los usuarios sin conciencia, esperando el servicio en cada esquina, no en los paraderos. Hay que ver el caos en cinco esquinas, ya no solo en horas pico. Los vendedores estacionarios,  ya no ambulantes, que se “tomaron” la ciclo ruta de la calle 17 y la 9. Por allí no pasa ni siquiera la gente a pie, mucho menos una bicicleta. La pelea eterna, y solitaria además, que le asiste a la señora Alba Luque y su equipo de Aviva, llamando la atención de las autoridades para que lo poco que queda del centro histórico, en sus casas, no sea objeto del vandalismo operante en esta zona. Con usted doña Alba, seguiremos en la lucha con denuedo.

El vandalismo no dejará desarrollar a Valledupar, en vano un alcalde, póngale el nombre que quiera, mientras no se fije la meta de acabar con este desorden social, desterrar la falta de cultura y el canibalismo de valores que hoy observamos, será más difícil llegar a ser la mega ciudad con puentes elevados y mega mercados con que sueñan algunos. Como dijera el primo Elver Rodríguez, llegaron de afuera a jodernos la ciudad, y nosotros los vallenatos nos estamos dejando, increíble. Esto suena muy regionalista. ¿Pero entonces, quién alza la voz? Vamos a trabajar por la cultura ciudadana. Esto no es responsabilidad exclusiva del señor alcalde, ni de Sandra Cujia, de Gobierno. Nos toca a todos.
Sólo Eso.

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Eduardo Santos Ortega Vergara: