Ha causado discusión la buena crónica, publicada en nuestra edición del sábado, del escritor Pedro Olivella, creador del otrora famoso Café Literario de San Diego, hoy residente en la capital de Córdoba, en la que ha ejercido condición especial en la magistratura, sobre los avances de Montería, en contraste con lo que sería el rezago de su querida Valledupar. […]
Ha causado discusión la buena crónica, publicada en nuestra edición del sábado, del escritor Pedro Olivella, creador del otrora famoso Café Literario de San Diego, hoy residente en la capital de Córdoba, en la que ha ejercido condición especial en la magistratura, sobre los avances de Montería, en contraste con lo que sería el rezago de su querida Valledupar. Ciudades hermanas y similares de nuestra costa.
Resalta su escrito tres aspectos de éxito de Montería, el de recuperación del espacio público en la ronda del río Sinú, con visión ecológica; los buses, y el sistema estratégico de transporte, que se ampliará con la modalidad de embarcaciones de pasajeros en el río, y la mayor sensación de seguridad, en buena parte asociada a una policía metropolitana que llevó los efectivos a los 1.000 policías. Además, aún conserva, sin rejas, la costumbre de sentarse en la puerta de la calle.
Ve un sentido de continuidad virtuosa de los alcaldes de la última década en mantener ese ritmo de progreso, del que se infiere satisfacción y trabajo de su población. Por sus testimonios, de gente del Cesar acogida en Córdoba, es evidente que las cosas por esas tierras monterianas, que no son propiamente la Sabana, andan bien; o por lo menos mejor.
Pero Valledupar, que ha tenido un crecimiento más fuerte en el último periodo intercensal 2015-2018 -en la sola cabecera urbana tiene 470 mil habitantes frente a 400 mil de Montería, ambos municipios por encima de quinientos mil- a juicio de los vallenatos tiene qué mostrar, aunque no necesariamente fruto de la acción gubernamental.
La buena crónica, que tiene ribetes de reportaje y ensayo, muestra más el timonazo que, al curso exitoso de la ciudad ganadera, le dio el sector público, particularmente sus alcaldías. Sin desconocer cómo los particulares jugaron un papel importante en el transporte de buses, antes de la implantación del Sistema Estratégico, y en la construcción del Terminal de Transporte, lo que habría relegado el mototaxismo, más extendido en nuestro valle.
Pero Valledupar, sin aludir al factor del impulso gubernamental, tiene unas estrellas de desarrollo y atracción.
Valledupar, aunque no ha hecho el parque del río como sí lo hizo Montería en casi 4 kilometros (tendrá 7 el proyectado ecoparque lineal del Guatapurí), tiene un atributo natural de una fuente no caudalosa, ni navegable, pero de aguas claras y frías que ofrecen sensacional balneario para la gente, demarcado por gigantes y bellas rocas. Posee una perspectiva sobre la Sierra Nevada, de indígenas visibles y numerosos, y unas fiestas como el Festival Vallenato, con el reconocimiento internacional de su música y las historias vallenatas contadas y cantadas
Cada ciudad tiene su especial condición natural e idiosincrática, y de influencia regional. En Montería es más visible la influencia paisa. Valledupar, 300 kilómetros a su alrededor, no tiene ninguna ciudad de alta población, como sí las tienen Santa Marta o Montería. Quizás eso explique su crecimiento reciente, en aprovechamiento de su condición única.
A los ojos de mandatarios y ciudadanos el debate sigue… porque ¡Valledupar nos encanta!
Ha causado discusión la buena crónica, publicada en nuestra edición del sábado, del escritor Pedro Olivella, creador del otrora famoso Café Literario de San Diego, hoy residente en la capital de Córdoba, en la que ha ejercido condición especial en la magistratura, sobre los avances de Montería, en contraste con lo que sería el rezago de su querida Valledupar. […]
Ha causado discusión la buena crónica, publicada en nuestra edición del sábado, del escritor Pedro Olivella, creador del otrora famoso Café Literario de San Diego, hoy residente en la capital de Córdoba, en la que ha ejercido condición especial en la magistratura, sobre los avances de Montería, en contraste con lo que sería el rezago de su querida Valledupar. Ciudades hermanas y similares de nuestra costa.
Resalta su escrito tres aspectos de éxito de Montería, el de recuperación del espacio público en la ronda del río Sinú, con visión ecológica; los buses, y el sistema estratégico de transporte, que se ampliará con la modalidad de embarcaciones de pasajeros en el río, y la mayor sensación de seguridad, en buena parte asociada a una policía metropolitana que llevó los efectivos a los 1.000 policías. Además, aún conserva, sin rejas, la costumbre de sentarse en la puerta de la calle.
Ve un sentido de continuidad virtuosa de los alcaldes de la última década en mantener ese ritmo de progreso, del que se infiere satisfacción y trabajo de su población. Por sus testimonios, de gente del Cesar acogida en Córdoba, es evidente que las cosas por esas tierras monterianas, que no son propiamente la Sabana, andan bien; o por lo menos mejor.
Pero Valledupar, que ha tenido un crecimiento más fuerte en el último periodo intercensal 2015-2018 -en la sola cabecera urbana tiene 470 mil habitantes frente a 400 mil de Montería, ambos municipios por encima de quinientos mil- a juicio de los vallenatos tiene qué mostrar, aunque no necesariamente fruto de la acción gubernamental.
La buena crónica, que tiene ribetes de reportaje y ensayo, muestra más el timonazo que, al curso exitoso de la ciudad ganadera, le dio el sector público, particularmente sus alcaldías. Sin desconocer cómo los particulares jugaron un papel importante en el transporte de buses, antes de la implantación del Sistema Estratégico, y en la construcción del Terminal de Transporte, lo que habría relegado el mototaxismo, más extendido en nuestro valle.
Pero Valledupar, sin aludir al factor del impulso gubernamental, tiene unas estrellas de desarrollo y atracción.
Valledupar, aunque no ha hecho el parque del río como sí lo hizo Montería en casi 4 kilometros (tendrá 7 el proyectado ecoparque lineal del Guatapurí), tiene un atributo natural de una fuente no caudalosa, ni navegable, pero de aguas claras y frías que ofrecen sensacional balneario para la gente, demarcado por gigantes y bellas rocas. Posee una perspectiva sobre la Sierra Nevada, de indígenas visibles y numerosos, y unas fiestas como el Festival Vallenato, con el reconocimiento internacional de su música y las historias vallenatas contadas y cantadas
Cada ciudad tiene su especial condición natural e idiosincrática, y de influencia regional. En Montería es más visible la influencia paisa. Valledupar, 300 kilómetros a su alrededor, no tiene ninguna ciudad de alta población, como sí las tienen Santa Marta o Montería. Quizás eso explique su crecimiento reciente, en aprovechamiento de su condición única.
A los ojos de mandatarios y ciudadanos el debate sigue… porque ¡Valledupar nos encanta!