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Columnista - 4 enero, 2020

Valledupar, eterna musa del canto

Valledupar es una ciudad celebrada por la música. Como diría en su emblemática canción, el periodista barranquillero, Andrés Salcedo: “Valledupar, edénico lugar que brilla bajo el cielo de la tierra mía”. La tierra mía, es la inmensidad del Caribe colombiano: donde el mar en su sinfonía azul se abraza con el cielo, en el cenit […]

Valledupar es una ciudad celebrada por la música. Como diría en su emblemática canción, el periodista barranquillero, Andrés Salcedo: “Valledupar, edénico lugar que brilla bajo el cielo de la tierra mía”. La tierra mía, es la inmensidad del Caribe colombiano: donde el mar en su sinfonía azul se abraza con el cielo, en el cenit de nubes trasparentes.

El edénico lugar, es nuestro paisaje de cerros y sabanas, con policromías de pájaros y flores en el murmullo de los ríos, y las fraternas sonrisas de sus habitantes que sueñan con guitarras y acordeones.

El Valle de Upar era una villa prehispánica. Antes de la llegada de los conquistadores, este territorio de extensas llanuras era poblado por los indígenas Chimilas, y en las estribaciones y en el corazón de la apacible y boscosa Sierra Nevada, estaban los Koguis, Arhuacos, Wiwa y Kankuamos.

El historiador Tomás Darío Gutiérrez explica en su libro, Valledupar Música de una Historia: “La ciudad del gran Cacique Upar, era Eupari, considerada la capital de la nación de las tribus indígenas Chimilas que abarcaban casi en su totalidad el valle del río Cesar.
Los Chimilas tenían dos grandes provincias, la del norte que pertenecía a Upar y la del sur de los Pocabuy”.

Con la conquista se oficializa su fundación como ciudad dependiente del imperio de España. La primera fundación fue el primero de octubre de 1544, por el capitán español Francisco Salguero. Y la segunda el 6 de enero de 1550, por el capitán Hernando de Santana, es la que hace tiempo venimos celebrando.

Aunque algunos historiadores, afirmen que la primera fundación no tuvo reconocimiento oficial por parte del gobierno de España; pero la Ley 95 de 1940 de Colombia, deja duda del no reconocimiento de la primera fundación.

Tomo unos apartes de la Ley 95 de 1940, que crea al Colegio Nacional Loperena, y dice: “por la cual la Nación se asocia a la celebración del cuarto centenario de la fundación de la ciudad de Valledupar, en el Departamento del Magdalena, y se honra la memoria de una heroína nacional.

El Congreso de Colombia, decreta en su artículo primero: La Nación se asocia a la celebración del cuarto centenario de la fundación de la ciudad de Valledupar en el Departamento del Magdalena, que tendrá lugar el 1° de octubre de 1944”.

Esta discusión debe ser tema para los historiadores; porque como dice el Papa Francisco, siempre busquemos motivos para celebrar. Todos estamos invitados a celebrar los 470 años de Valledupar, ciudad embellecida por parques y avenidas, y declarada por la Unesco, Ciudad Creativa de la música.

A nuestro alcalde, Mello Castro González y su equipo de colaboradores, éxitos en su administración.

A nuestro amigo escritor y columnista del Pilón, Carlos Liñán Pitre, felicitaciones por su nombramiento como jefe de la Oficina de Cultura de Valledupar, quien en su gestión aspira “lograr un giro copérnico cultural que la ciudad tanto necesita”.

Columnista
4 enero, 2020

Valledupar, eterna musa del canto

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Atuesta Mindiola

Valledupar es una ciudad celebrada por la música. Como diría en su emblemática canción, el periodista barranquillero, Andrés Salcedo: “Valledupar, edénico lugar que brilla bajo el cielo de la tierra mía”. La tierra mía, es la inmensidad del Caribe colombiano: donde el mar en su sinfonía azul se abraza con el cielo, en el cenit […]


Valledupar es una ciudad celebrada por la música. Como diría en su emblemática canción, el periodista barranquillero, Andrés Salcedo: “Valledupar, edénico lugar que brilla bajo el cielo de la tierra mía”. La tierra mía, es la inmensidad del Caribe colombiano: donde el mar en su sinfonía azul se abraza con el cielo, en el cenit de nubes trasparentes.

El edénico lugar, es nuestro paisaje de cerros y sabanas, con policromías de pájaros y flores en el murmullo de los ríos, y las fraternas sonrisas de sus habitantes que sueñan con guitarras y acordeones.

El Valle de Upar era una villa prehispánica. Antes de la llegada de los conquistadores, este territorio de extensas llanuras era poblado por los indígenas Chimilas, y en las estribaciones y en el corazón de la apacible y boscosa Sierra Nevada, estaban los Koguis, Arhuacos, Wiwa y Kankuamos.

El historiador Tomás Darío Gutiérrez explica en su libro, Valledupar Música de una Historia: “La ciudad del gran Cacique Upar, era Eupari, considerada la capital de la nación de las tribus indígenas Chimilas que abarcaban casi en su totalidad el valle del río Cesar.
Los Chimilas tenían dos grandes provincias, la del norte que pertenecía a Upar y la del sur de los Pocabuy”.

Con la conquista se oficializa su fundación como ciudad dependiente del imperio de España. La primera fundación fue el primero de octubre de 1544, por el capitán español Francisco Salguero. Y la segunda el 6 de enero de 1550, por el capitán Hernando de Santana, es la que hace tiempo venimos celebrando.

Aunque algunos historiadores, afirmen que la primera fundación no tuvo reconocimiento oficial por parte del gobierno de España; pero la Ley 95 de 1940 de Colombia, deja duda del no reconocimiento de la primera fundación.

Tomo unos apartes de la Ley 95 de 1940, que crea al Colegio Nacional Loperena, y dice: “por la cual la Nación se asocia a la celebración del cuarto centenario de la fundación de la ciudad de Valledupar, en el Departamento del Magdalena, y se honra la memoria de una heroína nacional.

El Congreso de Colombia, decreta en su artículo primero: La Nación se asocia a la celebración del cuarto centenario de la fundación de la ciudad de Valledupar en el Departamento del Magdalena, que tendrá lugar el 1° de octubre de 1944”.

Esta discusión debe ser tema para los historiadores; porque como dice el Papa Francisco, siempre busquemos motivos para celebrar. Todos estamos invitados a celebrar los 470 años de Valledupar, ciudad embellecida por parques y avenidas, y declarada por la Unesco, Ciudad Creativa de la música.

A nuestro alcalde, Mello Castro González y su equipo de colaboradores, éxitos en su administración.

A nuestro amigo escritor y columnista del Pilón, Carlos Liñán Pitre, felicitaciones por su nombramiento como jefe de la Oficina de Cultura de Valledupar, quien en su gestión aspira “lograr un giro copérnico cultural que la ciudad tanto necesita”.