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Columnista - 19 octubre, 2019

Valledupar en prospectiva, reto del nuevo alcalde

Con éxito fue sustentado el pasado miércoles 16 de octubre el estudio sobre la Planificación urbana en América Latina: el caso de Valledupar. Los autores Jaime Bonet y Diana Ricciulli nos compartieron a los asistentes una mirada en retrospectiva de la ciudad, basándose en cartografía, archivos históricos, periódicos, entrevistas, documentos e imágenes. El repaso por […]

Con éxito fue sustentado el pasado miércoles 16 de octubre el estudio sobre la Planificación urbana en América Latina: el caso de Valledupar. Los autores Jaime Bonet y Diana Ricciulli nos compartieron a los asistentes una mirada en retrospectiva de la ciudad, basándose en cartografía, archivos históricos, periódicos, entrevistas, documentos e imágenes.

El repaso por la Valledupar de la primera mitad del siglo XX, describe una ferviente admiración por la visión de largo plazo, el legado de Manuel Carrerá y el primer plan de desarrollo urbano, Insfopal y el primer plan maestro de acueducto y alcantarillado, la sanidad de las finanzas públicas, la irrupción del cultivo del algodón como emblema de la vocación agropecuaria y la confianza que inspiraban los gobernantes de turno.

El estudio concibe información secundaria de mucha utilidad, para analizar el contexto y gestionar el futuro. El pasado promisorio de mediados del siglo XX descrito en el estudio, detuvo su andar promisorio a partir de la medianía de la década del noventa.

En contraste irrumpieron con mucha fuerza el crecimiento poblacional, la globalización de la economía, inherente al agotamiento de la bonanza algodonera, dirigentes políticos sin visión, ambiciosos, vanidosos y con el sello para certificar la incredulidad por la actividad política, deterioro de la gestión fiscal, gestando procesos de crédito que llevaron a la ciudad a acogerse a la Ley 550. Este periodo de estatismo tuvo el agregado del recrudecimiento de la violencia y de la campante corrupción que llegó para quedarse.

La inobservancia o la ignorancia supina o creer adrede que la ciudad es todavía de casitas de  bahareque y no un sistema en constante evolución, conllevó al desarrollo de los factores que definen la  fragilidad urbana, traducido en el proceso de urbanización desconectado de las tendencias migratorias internas y externas (Tipo Venezuela), que estimulan las deficiencias en la continuidad de la prestación de los servicios básicos, incluyendo seguridad, transporte público, agua y energía y aumento de la informalidad.

El próximo alcalde de Valledupar, cargará en sus hombros el pesado piano del creciente desempleo, la correlación entre economía y violencia, semejanza que propone complejidades por las razones multicausales de la inseguridad, la obsolescencia del sistema vial y el transporte público y los problemas en materia de movilidad.

Winston Chrichil, dejó para nuestra apropiación esta frase: las dificultadas dominadas son oportunidades ganadas. Es momento de hacer lo que parece imposible, virar los intereses hacia la ciudad, ese acuerdo es prioritario para la clase política y la ciudadanía en general, si no actuamos con determinación, coadyuvaremos en el camino progresivo de hacer inviable como ciudad y sociedad a Valledupar, soslayando que un territorio con visión de largo plazo, seguro y que genera confianza es susceptible de progreso.

Es pertinente analizar la vocación de la ciudad, para comprender el efecto post-Carbón, en aras de solventar lo que no se hizo con la bonanza algodonera y el todavía incipiente sector agropecuario. Hay que pensar en la implementación de un sistema de transporte movido con energía solar, cancelar el Área Metropolitana como embeleco burocrático, para que funcione con vocación y visión territorial.

La ciudad debe ofrecer garantías en la prestación de los servicios públicos, es perentorio aprovechar los recursos energéticos de la región, los cuales tienen amparo y respaldo legal, el costo fijo del consumo de energía eléctrica es un hueco en el bolsillo para cualquier inversionista, en cuanto al servicio de acueducto hay que transformar Emdupar, y por sobre todas las cosas, priorizar la inversión, para que sea coherente con el desarrollo social y humano.

Columnista
19 octubre, 2019

Valledupar en prospectiva, reto del nuevo alcalde

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Elquis Diaz

Con éxito fue sustentado el pasado miércoles 16 de octubre el estudio sobre la Planificación urbana en América Latina: el caso de Valledupar. Los autores Jaime Bonet y Diana Ricciulli nos compartieron a los asistentes una mirada en retrospectiva de la ciudad, basándose en cartografía, archivos históricos, periódicos, entrevistas, documentos e imágenes. El repaso por […]


Con éxito fue sustentado el pasado miércoles 16 de octubre el estudio sobre la Planificación urbana en América Latina: el caso de Valledupar. Los autores Jaime Bonet y Diana Ricciulli nos compartieron a los asistentes una mirada en retrospectiva de la ciudad, basándose en cartografía, archivos históricos, periódicos, entrevistas, documentos e imágenes.

El repaso por la Valledupar de la primera mitad del siglo XX, describe una ferviente admiración por la visión de largo plazo, el legado de Manuel Carrerá y el primer plan de desarrollo urbano, Insfopal y el primer plan maestro de acueducto y alcantarillado, la sanidad de las finanzas públicas, la irrupción del cultivo del algodón como emblema de la vocación agropecuaria y la confianza que inspiraban los gobernantes de turno.

El estudio concibe información secundaria de mucha utilidad, para analizar el contexto y gestionar el futuro. El pasado promisorio de mediados del siglo XX descrito en el estudio, detuvo su andar promisorio a partir de la medianía de la década del noventa.

En contraste irrumpieron con mucha fuerza el crecimiento poblacional, la globalización de la economía, inherente al agotamiento de la bonanza algodonera, dirigentes políticos sin visión, ambiciosos, vanidosos y con el sello para certificar la incredulidad por la actividad política, deterioro de la gestión fiscal, gestando procesos de crédito que llevaron a la ciudad a acogerse a la Ley 550. Este periodo de estatismo tuvo el agregado del recrudecimiento de la violencia y de la campante corrupción que llegó para quedarse.

La inobservancia o la ignorancia supina o creer adrede que la ciudad es todavía de casitas de  bahareque y no un sistema en constante evolución, conllevó al desarrollo de los factores que definen la  fragilidad urbana, traducido en el proceso de urbanización desconectado de las tendencias migratorias internas y externas (Tipo Venezuela), que estimulan las deficiencias en la continuidad de la prestación de los servicios básicos, incluyendo seguridad, transporte público, agua y energía y aumento de la informalidad.

El próximo alcalde de Valledupar, cargará en sus hombros el pesado piano del creciente desempleo, la correlación entre economía y violencia, semejanza que propone complejidades por las razones multicausales de la inseguridad, la obsolescencia del sistema vial y el transporte público y los problemas en materia de movilidad.

Winston Chrichil, dejó para nuestra apropiación esta frase: las dificultadas dominadas son oportunidades ganadas. Es momento de hacer lo que parece imposible, virar los intereses hacia la ciudad, ese acuerdo es prioritario para la clase política y la ciudadanía en general, si no actuamos con determinación, coadyuvaremos en el camino progresivo de hacer inviable como ciudad y sociedad a Valledupar, soslayando que un territorio con visión de largo plazo, seguro y que genera confianza es susceptible de progreso.

Es pertinente analizar la vocación de la ciudad, para comprender el efecto post-Carbón, en aras de solventar lo que no se hizo con la bonanza algodonera y el todavía incipiente sector agropecuario. Hay que pensar en la implementación de un sistema de transporte movido con energía solar, cancelar el Área Metropolitana como embeleco burocrático, para que funcione con vocación y visión territorial.

La ciudad debe ofrecer garantías en la prestación de los servicios públicos, es perentorio aprovechar los recursos energéticos de la región, los cuales tienen amparo y respaldo legal, el costo fijo del consumo de energía eléctrica es un hueco en el bolsillo para cualquier inversionista, en cuanto al servicio de acueducto hay que transformar Emdupar, y por sobre todas las cosas, priorizar la inversión, para que sea coherente con el desarrollo social y humano.