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Columnista - 29 febrero, 2016

UP: Desde hace 30 años

“La tolerancia es la cortesía de la inteligencia”. Pedro Emilio Coll. Estamos cerca de la firma de un Acuerdo político que pondrá fin a décadas de confrontación armada con uno de los actores, pero esa certeza parece exaltar los nervios y temores de muchos colombianos que tal vez no logran imaginarse cómo será la vida […]

“La tolerancia es la cortesía de la inteligencia”. Pedro Emilio Coll.

Estamos cerca de la firma de un Acuerdo político que pondrá fin a décadas de confrontación armada con uno de los actores, pero esa certeza parece exaltar los nervios y temores de muchos colombianos que tal vez no logran imaginarse cómo será la vida sin el azote de la guerra, sin la cotidiana dosis de muerte y desastre.

Es que la democracia nos ha sido siempre esquiva y no hemos aprendido a ejercitar la tolerancia política. Los odios y las pasiones han intoxicado nuestra razón y eso le ha impedido a muchos, entender que otra Colombia es posible, que la Paz es viable y que la convivencia política -en medio de las diferencias- es, no sólo sana, sino indispensable para la vida en sociedad. “Aunque toda sociedad está basada en la intolerancia, todo progreso estriba en la tolerancia”, dijo Bernard Shaw.

La historia de lo ocurrido con el movimiento político Unión Patriótica nos dice que la eliminación del contrario ha sido una constante en nuestra historia política, ilustra dolorosamente sobre las enormes carencias de esta imperfecta democracia y revela las funestas consecuencias de la intolerancia política. Conviene conocer la historia para no correr el riesgo de repetirla.

Hace 30 años, en marzo de 1986, la recién creada UP, participó, por primera vez, en elecciones; obtuvo 14 curules en el Congreso (cinco senadores y nueve Representantes a la Cámara), 14 Diputados y 351 Concejales. Apenas un año después habían sido asesinados dos de sus candidatos presidenciales, cinco parlamentarios, decenas de diputados, concejales, líderes sociales, militantes de base y simpatizantes; muchos fueron desaparecidos, otros optamos por el exilio.

En el Cesar la UP eligió, en 1986, un diputado, siete concejales en distintos municipios y, puesto que en La Jagua de Ibirico fue el partido más votado, la gobernadora de entonces nombró como alcalde a Ricardo Lacouture, militante UP. En Becerril la mayoría de votos fue para Antonio Quiroz, el primero de los concejales UP asesinados. Quien esto escribe es la única concejal, de los elegidos en 1986, sobreviviente al exterminio de la UP en el Cesar
El genocidio contra la UP fue un golpe cruel a la precaria democracia colombiana y una enorme frustración para quienes creimos en un movimiento que representaba los sueños de justicia social y reivindicaba los derechos de las mayorías siempre olvidadas.

La ruptura de este proceso implicó la prolongación de la guerra y significó la pérdida de vidas humanas valiosas.

Sin embargo, la UP insiste y persiste en su propósito de lograr la paz por la que luchamos desde hace 30 años
Queremos detener los vientos de la muerte, superar los miedos y promover un renacer a la vida para todos.

Queremos unir las manos amigas para que cerradas en puños y abrazos nos den la fuerza que todos urgimos y forjar así una patria de nuevos sueños y grandes esperanzas.

Columnista
29 febrero, 2016

UP: Desde hace 30 años

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Imelda Daza Cotes

“La tolerancia es la cortesía de la inteligencia”. Pedro Emilio Coll. Estamos cerca de la firma de un Acuerdo político que pondrá fin a décadas de confrontación armada con uno de los actores, pero esa certeza parece exaltar los nervios y temores de muchos colombianos que tal vez no logran imaginarse cómo será la vida […]


“La tolerancia es la cortesía de la inteligencia”. Pedro Emilio Coll.

Estamos cerca de la firma de un Acuerdo político que pondrá fin a décadas de confrontación armada con uno de los actores, pero esa certeza parece exaltar los nervios y temores de muchos colombianos que tal vez no logran imaginarse cómo será la vida sin el azote de la guerra, sin la cotidiana dosis de muerte y desastre.

Es que la democracia nos ha sido siempre esquiva y no hemos aprendido a ejercitar la tolerancia política. Los odios y las pasiones han intoxicado nuestra razón y eso le ha impedido a muchos, entender que otra Colombia es posible, que la Paz es viable y que la convivencia política -en medio de las diferencias- es, no sólo sana, sino indispensable para la vida en sociedad. “Aunque toda sociedad está basada en la intolerancia, todo progreso estriba en la tolerancia”, dijo Bernard Shaw.

La historia de lo ocurrido con el movimiento político Unión Patriótica nos dice que la eliminación del contrario ha sido una constante en nuestra historia política, ilustra dolorosamente sobre las enormes carencias de esta imperfecta democracia y revela las funestas consecuencias de la intolerancia política. Conviene conocer la historia para no correr el riesgo de repetirla.

Hace 30 años, en marzo de 1986, la recién creada UP, participó, por primera vez, en elecciones; obtuvo 14 curules en el Congreso (cinco senadores y nueve Representantes a la Cámara), 14 Diputados y 351 Concejales. Apenas un año después habían sido asesinados dos de sus candidatos presidenciales, cinco parlamentarios, decenas de diputados, concejales, líderes sociales, militantes de base y simpatizantes; muchos fueron desaparecidos, otros optamos por el exilio.

En el Cesar la UP eligió, en 1986, un diputado, siete concejales en distintos municipios y, puesto que en La Jagua de Ibirico fue el partido más votado, la gobernadora de entonces nombró como alcalde a Ricardo Lacouture, militante UP. En Becerril la mayoría de votos fue para Antonio Quiroz, el primero de los concejales UP asesinados. Quien esto escribe es la única concejal, de los elegidos en 1986, sobreviviente al exterminio de la UP en el Cesar
El genocidio contra la UP fue un golpe cruel a la precaria democracia colombiana y una enorme frustración para quienes creimos en un movimiento que representaba los sueños de justicia social y reivindicaba los derechos de las mayorías siempre olvidadas.

La ruptura de este proceso implicó la prolongación de la guerra y significó la pérdida de vidas humanas valiosas.

Sin embargo, la UP insiste y persiste en su propósito de lograr la paz por la que luchamos desde hace 30 años
Queremos detener los vientos de la muerte, superar los miedos y promover un renacer a la vida para todos.

Queremos unir las manos amigas para que cerradas en puños y abrazos nos den la fuerza que todos urgimos y forjar así una patria de nuevos sueños y grandes esperanzas.