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Columnista - 18 septiembre, 2020

Una estaca de 26 años

“Ensancha el sitio de tu tienda y las cortinas de tus habitaciones sean extendidas; no seas escasa; alarga tus cuerdas y refuerza tus estacas”. Isaías 54,2 La estaca es un trozo de madera, de forma cilíndrica o rectangular, usada para mantener unidos retazos de tela o para sostener artículos que se puedan colgar de él. […]

“Ensancha el sitio de tu tienda y las cortinas de tus habitaciones sean extendidas; no seas escasa; alarga tus cuerdas y refuerza tus estacas”. Isaías 54,2

La estaca es un trozo de madera, de forma cilíndrica o rectangular, usada para mantener unidos retazos de tela o para sostener artículos que se puedan colgar de él. Especialmente servía para amarrar las cuerdas de las tiendas, a fin de asegurarlas a tierra.

Durante su primera expedición Antártica, el Almirante Byrd, voló al Polo mismo y estuvo allí durante seis meses, su pequeño refugio fue enterrado por nevada tras nevada, ventisca tras ventisca. Solamente había luz para ver a unos pocos metros. Cada día se abría paso con una pala, hacia la superficie a manera de ejercicio. Todos los días caminaba unos pocos pasos cerca del refugio. Un día al regresar, perdió la orientación, se asustó porque no podía ver la cúpula de su chimenea. Siendo un veterano, controló el pánico y rehusó moverse, ya que conocía que esto lo podría llevar aún más lejos de su refugio.

Entonces, clavó una estaca en la nieve y usándola como centro, caminó en círculos alrededor de ella. Al no encontrar el refugio, extendió su radio y caminó otro círculo, siempre con los ojos en la estaca, mientras buscaba en la oscuridad algún indicio de su refugio. La tercera vez que lo hizo, el círculo era tan grande que casi pierde de vista la estaca; pero siguió caminando, dependiendo siempre de su punto de referencia. Sabía que, si lo perdía, el hielo y la nieve reclamarían una nueva víctima.

El diario El Pilón, en estos veintiséis años, ha sido para nosotros, los provincianos de padilla, como una estaca, alrededor de la cual nos hemos podido mover para no perder el rumbo de nuestra historia. Ha sido un norte, un referente en donde hemos mantenido puesta nuestra mirada para encontrar el refugio que nos ampare de las ventiscas de la adversidad y el frío de las relaciones. Hoy, rindo un homenaje de gratitud y bienaventuranza, en su vigésimo sexto aniversario, al diario de todos los provincianos. “El Pilón es lo nuestro”.

Se cuenta que, durante la segunda guerra mundial, un soldado judío de las fuerzas aliadas le dijo a su capellán que le recomendara un libro que le mantuviera en contacto con la realidad de su fe, puesto que estaría con su unidad en alta mar por largo tiempo.

Ante la sorpresa del soldado, el capellán le sugirió que llevara un pequeño calendario que le recordaría los días de recogimiento, de regocijo y de duelo. Esto resume en forma muy sucinta la labor del diario el Pilón de Valledupar. La anécdota vale para acreditar la trascendencia e importancia del Pilón en la influencia de nuestra escala de valores en cuanto a la santificación de lo cotidiano.

En estos veintiséis años, nos ha brindado la posibilidad de otorgarle a cada acto de nuestra vida, aún de aparente trivialidad e insignificancia, una dimensión diferente. A discrepancia del hombre moderno, mentalmente dominado por el espacio, para quien todas las horas son iguales, carentes de calidad, el tiempo es invariable, iteractivo, homogéneo; la Biblia percibe el carácter distintivo del tiempo. Dios vino desde la eternidad al tiempo y habita donde el hombre le ha permitido penetrar. En este contexto, El Pilón nos ha enseñado a valorar y santificar el tiempo, a sentirnos ligados a los acontecimientos sagrados y a aprender a consagrar a Dios las acciones noticiosas que emergen del grandioso fluir de cada año.

Gracias a los directores, periodistas, columnistas, empleados y operarios. La apuesta por lo local en los últimos años ha engrandecido nuestra región. Nos seguiremos enfrentando con los cambios súbitos en la forma de comunicar, decir e interpretar el acontecer; pero, en medio de tanta confusión, nos han ayudado a aterrizar en la comprensión del hecho cotidiano y del entorno más próximo, con la fe, la esperanza y el amor en: la familia, los amigos y la región.

¡Gracias! ¡Lo mejor está por venir! ¡Alarga tus cuerdas y refuerza tus estacas!

¡Feliz cumpleaños, diario El Pilón!   

Columnista
18 septiembre, 2020

Una estaca de 26 años

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

“Ensancha el sitio de tu tienda y las cortinas de tus habitaciones sean extendidas; no seas escasa; alarga tus cuerdas y refuerza tus estacas”. Isaías 54,2 La estaca es un trozo de madera, de forma cilíndrica o rectangular, usada para mantener unidos retazos de tela o para sostener artículos que se puedan colgar de él. […]


“Ensancha el sitio de tu tienda y las cortinas de tus habitaciones sean extendidas; no seas escasa; alarga tus cuerdas y refuerza tus estacas”. Isaías 54,2

La estaca es un trozo de madera, de forma cilíndrica o rectangular, usada para mantener unidos retazos de tela o para sostener artículos que se puedan colgar de él. Especialmente servía para amarrar las cuerdas de las tiendas, a fin de asegurarlas a tierra.

Durante su primera expedición Antártica, el Almirante Byrd, voló al Polo mismo y estuvo allí durante seis meses, su pequeño refugio fue enterrado por nevada tras nevada, ventisca tras ventisca. Solamente había luz para ver a unos pocos metros. Cada día se abría paso con una pala, hacia la superficie a manera de ejercicio. Todos los días caminaba unos pocos pasos cerca del refugio. Un día al regresar, perdió la orientación, se asustó porque no podía ver la cúpula de su chimenea. Siendo un veterano, controló el pánico y rehusó moverse, ya que conocía que esto lo podría llevar aún más lejos de su refugio.

Entonces, clavó una estaca en la nieve y usándola como centro, caminó en círculos alrededor de ella. Al no encontrar el refugio, extendió su radio y caminó otro círculo, siempre con los ojos en la estaca, mientras buscaba en la oscuridad algún indicio de su refugio. La tercera vez que lo hizo, el círculo era tan grande que casi pierde de vista la estaca; pero siguió caminando, dependiendo siempre de su punto de referencia. Sabía que, si lo perdía, el hielo y la nieve reclamarían una nueva víctima.

El diario El Pilón, en estos veintiséis años, ha sido para nosotros, los provincianos de padilla, como una estaca, alrededor de la cual nos hemos podido mover para no perder el rumbo de nuestra historia. Ha sido un norte, un referente en donde hemos mantenido puesta nuestra mirada para encontrar el refugio que nos ampare de las ventiscas de la adversidad y el frío de las relaciones. Hoy, rindo un homenaje de gratitud y bienaventuranza, en su vigésimo sexto aniversario, al diario de todos los provincianos. “El Pilón es lo nuestro”.

Se cuenta que, durante la segunda guerra mundial, un soldado judío de las fuerzas aliadas le dijo a su capellán que le recomendara un libro que le mantuviera en contacto con la realidad de su fe, puesto que estaría con su unidad en alta mar por largo tiempo.

Ante la sorpresa del soldado, el capellán le sugirió que llevara un pequeño calendario que le recordaría los días de recogimiento, de regocijo y de duelo. Esto resume en forma muy sucinta la labor del diario el Pilón de Valledupar. La anécdota vale para acreditar la trascendencia e importancia del Pilón en la influencia de nuestra escala de valores en cuanto a la santificación de lo cotidiano.

En estos veintiséis años, nos ha brindado la posibilidad de otorgarle a cada acto de nuestra vida, aún de aparente trivialidad e insignificancia, una dimensión diferente. A discrepancia del hombre moderno, mentalmente dominado por el espacio, para quien todas las horas son iguales, carentes de calidad, el tiempo es invariable, iteractivo, homogéneo; la Biblia percibe el carácter distintivo del tiempo. Dios vino desde la eternidad al tiempo y habita donde el hombre le ha permitido penetrar. En este contexto, El Pilón nos ha enseñado a valorar y santificar el tiempo, a sentirnos ligados a los acontecimientos sagrados y a aprender a consagrar a Dios las acciones noticiosas que emergen del grandioso fluir de cada año.

Gracias a los directores, periodistas, columnistas, empleados y operarios. La apuesta por lo local en los últimos años ha engrandecido nuestra región. Nos seguiremos enfrentando con los cambios súbitos en la forma de comunicar, decir e interpretar el acontecer; pero, en medio de tanta confusión, nos han ayudado a aterrizar en la comprensión del hecho cotidiano y del entorno más próximo, con la fe, la esperanza y el amor en: la familia, los amigos y la región.

¡Gracias! ¡Lo mejor está por venir! ¡Alarga tus cuerdas y refuerza tus estacas!

¡Feliz cumpleaños, diario El Pilón!