X

Una buena parranda en Villanueva

Por fin comprobé el encanto que tiene Villanueva para las parrandas, ahora entiendo, por qué en esta tierra las notas musicales flotan en el aire y se suspenden para que los artistas las toquen y encuentren la inspiración, que da como resultado creaciones hermosas. No en vano podemos mencionar a dinastías de tanta trayectoria como: los Romero, los Murgas, los Zuleta y artistas de gran talla como Jorgito Celedón, Jean Carlos Centeno, el Turco Gil, Egidio Cuadrado, entre otros. Pero el hecho de llegar a esa parranda fue únicamente por Esmeralda, la esposa de Juan Carlos Quintero,  que se obstinó en conocer ese universo mágico lleno de vallenato y brisa fría que proviene de la Serranía de Perijá.  Decididos nos fuimos a descubrir qué es lo que encierra ‘Cuna de Acordeones’ y al llegar a la casa del juez; Abel Daza, ingresamos un patio frondoso, impregnado de esos aromas a tierra mojada y esencias silvestres tan características de nuestra provincia, encontramos lo que un escritor añora, músicos y personajes cargados de tradición oral, dignos para recrear una novela. De entrada,  la hospitalidad característica de la gente villanuevera estuvo presente y un trago de Old Parr me hizo sentirme guajiro y vallenato, para entrar en ambiente, al escuchar la nota exquisita y ordenada  del ‘Pangue’ Maestre y el canto melodioso de Ponchito Cotes que le interpretaba la parranda y la mujer, al homenajeado, el ex vicepresidente Francisco Santos. Me dije, carajo esto hay que escribirlo, Francisco Santos el mismo del metro de Villanueva, bailaba con un paso medio raro y escuchaba con atención junto a otros cachacos que con sus cachetes colorados, no por el calor, sino por la emoción, se gozaban a personajes emblemáticos y macondianos como: Kao Mendoza, José ‘Casquita’ Mazenet y ‘Beto’ Barros, escuchando un anecdotario que hacían las delicias de  algunos asistentes: el Chijo Orozco, Evelio Daza, José Félix Lafaurie, Carlitos Quintero, entre otros.
Cuando terminaban los cuentos, pasaba una bandeja de friche, chicharrones con bollo limpio y yuca molinera;  y seguía la música, ahora el turno era para Israel Romero, quien hacía de las suyas con el acordeón recordando las buenas épocas del Binomio de Oro, para darle paso a un muchacho que me sorprendió mucho y que tiene un futuro prometedor, es muy completo, canta bien, toca el acordeón de buena forma y versea como pocos, se trata de Jaime Dangond, dicen que es el papá de Iván Zuleta, demostrando que el vallenato tiene remplazo y afloran talentos que garantizan que nuestro folklore perdure en el tiempo. Para terminar, no podían faltar las cuerdas y apareció el heredero de la dinastía Marín, con un guitarrista punteador como Manuel Rosado. Deimer interpretó canciones como Villanueva Mía y no me voy a morir por un amor, que conmovieron a más de uno, cerrando con broche de oro, lo que fue la mejor parranda del festival,  y todo gracias a quien, a Esmeralda, que promovió ese viaje y que terminó en una aventura literaria.
Estocada: Sería bueno que se aclarara pronto la historia del soborno de cien millones a los cinco concejales y que se conozcan los nombres. La opinión merece saber qué clase de cabildantes tenemos, justo ahora que se acercan las elecciones.

Categories: Columnista
admin: