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Análisis - 10 abril, 2021

Una agenda ambiental para Valledupar y el departamento

El efecto dramático del cambio climático (la demostración de que la región de Valledupar, el norte del departamento y sur de La Guajira, es una zona muy afectada), es un elemento que debe orientar la política ambiental.

Río Guatapurí.
Río Guatapurí.

La variable ambiental toma mayor lugar en nuestras vidas. La naturaleza no nos abandona, tampoco perdona;  hay que conservarla. Es lo que ha hecho un grupo de 25 vallenatos, amantes de los árboles, estudiosos o apasionados, en general académicos, y en el fondo ambientalistas, que se reúnen bajo una organización espontánea llamada la Mesa del Árbol, que nació en el 2019, con ocasión de un Foro de EL PILÓN en la Fundación Universitaria del Área Andina.

Lea también: EL PILÓN realizará este viernes 9 de abril el foro ‘Hablemos del árbol’

 Queremos estampar, afirmar, un grito, una denuncia frente a hechos de violencia contra nuestros líderes ambientales. Ese grito es como un árbol emblemático que se adore cual divino santo, un ave que se avista en el paisaje, un espacio que se respira, un río protegido.

La Mesa recuerda que hay una serie de normas de ineludible obligación pero pide que se cumplan. Una tan repetida, verbigracia, como la Ley 99/93, que establece que se debe  asignar un porcentaje de ingresos del municipio para proteger las cuencas. Hay problemas graves de gestión y ejecución ambiental.

La Mesa recuerda rápidamente  temas que pueden generar un largo debate:

El río Guatapurí, su preservación, los riesgos asociados; el parque lineal o Ecoparque, financiado con  los  recursos del fondo creado por el POT, proveniente de cargas las urbanísticas, cobradas a urbanizadores (de donde salieron recursos para el parque de La Provincia). El Plan de Ordenamiento y Manejo, Pomca, que el 2 de marzo de 2020 adoptó Corpocesar, cumplido un año pedimos encarecidamente su puesta en ejecución.

La Sierra Nevada, sus bosques, su manejo, sus etnias; el Parque Natural Regional los Besotes;   la necesidad de recuperar también las cuencas de ríos como el Cesar, que nace en La Guajira y pasa por el municipio de Valledupar, para que este le contamine sus aguas con las residuales de la ciudad, Badillo, Mariangola, etc.

El necesario Jardín Botánico; los viveros; el  incentivo que debería hacerse a bosques preservados en predios convertidos en verdaderas reservas de la sociedad civil.

El efecto dramático del cambio climático (la demostración de que la región  de  Valledupar, el norte del departamento y sur de La Guajira,  es una zona muy afectada por sequías), elemento que debe  orientar  la política ambiental.

Árboles de Valledupar.

La agricultura que debe hacer menor uso del agua y la necesidad del desarrollo de proyectos silvopastoriles y ganadería regenerativa. La reforestación; los acuíferos, de los que se ha hablado y hasta ahora se empiezan a estudiar.  El manejo de las basuras y su separación, la escombrera, el reciclaje; el PGIR.

No deje de leer: Wilfredo Rosales, la memoria pródiga del vallenato

La protección de nuestros cerros tutelares, empezando por el de Hurtado. La protección de humedales, como el Eneal, y de las acequias que cruzan la ciudad.   Los negocios verdes. Discutir la propuesta que ha surgido de un fondo de emprendimiento ambiental, que recoja los importantes trabajos de tesis de nuestros jóvenes.

El  Plan de Arbolado de la ciudad, tan incumplido. La permanente actualización del Inventario forestal, que incluye el de la flora urbana, y la fauna relacionada.

Las controvertidas autorizaciones de la Corporación, antes a  Electricaribe, ahora a Afinia,  para “rapar” los árboles. La ya amenazante contaminación auditiva mientras nos llega la atmosférica, para la que se anhelan  buses a gas climatizados, eléctricos y más  bicicletas.

Los propuestos  ‘hogares ambientales’, para ahorrar energía, basura, con su granja del hogar; un componente de la educación ambiental, para lo cual debe funcionar el Comité Interistitucional (CIDEA).  Cultura y educación ambiental son el instrumento articulador y pivote central de una política ambiental.

Lea también: Podas en Valledupar se camuflan en la clandestinidad

Los temas ambientales del departamento debemos considerarlos, la apuesta por sembrar millones de árboles, los PSA, la recuperación de las cuencas, el río Cesar, como eje dorsal,  y la ciénaga de Zapatosa, la serranía de Perijá, los Pomcas aprobados y los nuevos en formulación, los parques naturales regionales, el río Magdalena; la previsión de  riesgos como incendios;  los temas mineros del presente  y sus desafíos como los metales,  las compensaciones ambientales; la modalidad de las proyectadas y controversiales nuevas explotaciones no convencionales de gas y petróleo; el desarrollo de proyectos de generación y transmisión de energías renovables, los sistemas de acueductos, alcantarillado y saneamiento básico de los municipios; y, especialmente,  el papel de la Corporación regional, son elementos de esa agenda del territorio departamental.

 Todo eso y más, mientras en Valledupar esperamos que en algunos meses se independice de la recién creada Secretaría de Desarrollo, Ambiente y Turismo (creación que constituye un avance en la dirección correcta), el funcionamiento de una Secretaría Ambiental del municipio, con su personal y presupuesto, pues sin doliente, interlocutor y responsable, lo ambiental quedará en el aire.

Por: Mesa del Árbol

Análisis
10 abril, 2021

Una agenda ambiental para Valledupar y el departamento

El efecto dramático del cambio climático (la demostración de que la región de Valledupar, el norte del departamento y sur de La Guajira, es una zona muy afectada), es un elemento que debe orientar la política ambiental.


Río Guatapurí.
Río Guatapurí.

La variable ambiental toma mayor lugar en nuestras vidas. La naturaleza no nos abandona, tampoco perdona;  hay que conservarla. Es lo que ha hecho un grupo de 25 vallenatos, amantes de los árboles, estudiosos o apasionados, en general académicos, y en el fondo ambientalistas, que se reúnen bajo una organización espontánea llamada la Mesa del Árbol, que nació en el 2019, con ocasión de un Foro de EL PILÓN en la Fundación Universitaria del Área Andina.

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 Queremos estampar, afirmar, un grito, una denuncia frente a hechos de violencia contra nuestros líderes ambientales. Ese grito es como un árbol emblemático que se adore cual divino santo, un ave que se avista en el paisaje, un espacio que se respira, un río protegido.

La Mesa recuerda que hay una serie de normas de ineludible obligación pero pide que se cumplan. Una tan repetida, verbigracia, como la Ley 99/93, que establece que se debe  asignar un porcentaje de ingresos del municipio para proteger las cuencas. Hay problemas graves de gestión y ejecución ambiental.

La Mesa recuerda rápidamente  temas que pueden generar un largo debate:

El río Guatapurí, su preservación, los riesgos asociados; el parque lineal o Ecoparque, financiado con  los  recursos del fondo creado por el POT, proveniente de cargas las urbanísticas, cobradas a urbanizadores (de donde salieron recursos para el parque de La Provincia). El Plan de Ordenamiento y Manejo, Pomca, que el 2 de marzo de 2020 adoptó Corpocesar, cumplido un año pedimos encarecidamente su puesta en ejecución.

La Sierra Nevada, sus bosques, su manejo, sus etnias; el Parque Natural Regional los Besotes;   la necesidad de recuperar también las cuencas de ríos como el Cesar, que nace en La Guajira y pasa por el municipio de Valledupar, para que este le contamine sus aguas con las residuales de la ciudad, Badillo, Mariangola, etc.

El necesario Jardín Botánico; los viveros; el  incentivo que debería hacerse a bosques preservados en predios convertidos en verdaderas reservas de la sociedad civil.

El efecto dramático del cambio climático (la demostración de que la región  de  Valledupar, el norte del departamento y sur de La Guajira,  es una zona muy afectada por sequías), elemento que debe  orientar  la política ambiental.

Árboles de Valledupar.

La agricultura que debe hacer menor uso del agua y la necesidad del desarrollo de proyectos silvopastoriles y ganadería regenerativa. La reforestación; los acuíferos, de los que se ha hablado y hasta ahora se empiezan a estudiar.  El manejo de las basuras y su separación, la escombrera, el reciclaje; el PGIR.

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La protección de nuestros cerros tutelares, empezando por el de Hurtado. La protección de humedales, como el Eneal, y de las acequias que cruzan la ciudad.   Los negocios verdes. Discutir la propuesta que ha surgido de un fondo de emprendimiento ambiental, que recoja los importantes trabajos de tesis de nuestros jóvenes.

El  Plan de Arbolado de la ciudad, tan incumplido. La permanente actualización del Inventario forestal, que incluye el de la flora urbana, y la fauna relacionada.

Las controvertidas autorizaciones de la Corporación, antes a  Electricaribe, ahora a Afinia,  para “rapar” los árboles. La ya amenazante contaminación auditiva mientras nos llega la atmosférica, para la que se anhelan  buses a gas climatizados, eléctricos y más  bicicletas.

Los propuestos  ‘hogares ambientales’, para ahorrar energía, basura, con su granja del hogar; un componente de la educación ambiental, para lo cual debe funcionar el Comité Interistitucional (CIDEA).  Cultura y educación ambiental son el instrumento articulador y pivote central de una política ambiental.

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Los temas ambientales del departamento debemos considerarlos, la apuesta por sembrar millones de árboles, los PSA, la recuperación de las cuencas, el río Cesar, como eje dorsal,  y la ciénaga de Zapatosa, la serranía de Perijá, los Pomcas aprobados y los nuevos en formulación, los parques naturales regionales, el río Magdalena; la previsión de  riesgos como incendios;  los temas mineros del presente  y sus desafíos como los metales,  las compensaciones ambientales; la modalidad de las proyectadas y controversiales nuevas explotaciones no convencionales de gas y petróleo; el desarrollo de proyectos de generación y transmisión de energías renovables, los sistemas de acueductos, alcantarillado y saneamiento básico de los municipios; y, especialmente,  el papel de la Corporación regional, son elementos de esa agenda del territorio departamental.

 Todo eso y más, mientras en Valledupar esperamos que en algunos meses se independice de la recién creada Secretaría de Desarrollo, Ambiente y Turismo (creación que constituye un avance en la dirección correcta), el funcionamiento de una Secretaría Ambiental del municipio, con su personal y presupuesto, pues sin doliente, interlocutor y responsable, lo ambiental quedará en el aire.

Por: Mesa del Árbol