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Columnista - 21 enero, 2024

Un tiro en el pie

Es así, como a la audiencia colombiana, que disfrutó novelas como Café con aroma de mujer, Betty la fea y, últimamente, Leandro Díaz, con el papel protagónico de Silvestre Dangond, hoy vemos con estupor la cantidad de series televisivas, películas y libros que parecieran rendirle tributo al narcotráfico.

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Grandes sumas de dinero, invierte nuestro país promocionando el café colombiano, admirado por su aroma y textura; los modistos y diseñadores colombianos hacen lo propio en las pasarelas del mundo, destacando las bellísimas confecciones nacionales; las flores colombianas han logrado posicionarse en el mundo, por su variedad y belleza; no obstante, todos estos esfuerzos contrastan con lo que podríamos denominar una campaña de autodesprestigio del país de la belleza.


Es así, como a la audiencia colombiana, que disfrutó novelas como Café con aroma de mujer, Betty la fea y, últimamente, Leandro Díaz, con el papel protagónico de Silvestre Dangond, hoy vemos con estupor la cantidad de series televisivas, películas y libros que parecieran rendirle tributo al narcotráfico. Entre los muchos ejemplos que podemos citar están: Pablo Escobar: El patrón del mal, Las muñecas de la mafia, La catedral, Narcos; y libros como El cazador de la mafia, Amando a Pablo, Odiando a Escobar, El verdadero Pablo, El mundo secreto de la mafia y un largo etcétera.


Las películas son producidas en Colombia y en ellas actúan actores y actrices nacionales, y los libros son producidos y editados en Colombia. Esto es, en nuestro sentir, un tiro en el pie para la imagen del país, la misma que queremos enaltecer con nuestro folclor, con nuestra biodiversidad, con nuestros renombrados autores literarios, deportistas que han dejado el nombre de nuestro país en alto; pero a nivel interno se hace todo lo contrario, y después nos quejamos del estigma contra los colombianos en los aeropuertos internacionales, en los foros internacionales sobre delitos transnacionales o crimen organizado.


Los Estados Unidos, país altamente consumidor de sustancias estupefacientes, no incurre en el error nuestro, y se dio el lujo de producir la serie El padrino, un clásico del cine, que muestra a Vito Corleone, un inmigrante italiano que llegó a suelo norteamericano y logró amasar una fortuna gracias al contrabando de licor y a los casinos, sin embargo, lo describen como un ser caritativo, solidario y bonachón, además de la famosa película Scarface (Cara cortada) con el actor Al Pacino y pare de contar. Deberíamos tomar ese ejemplo y propender por las cosas positivas de nuestro país que son muchas.


La cita de cierre: “Los seres humanos se desconocen a través de la imaginación y una actitud natural de simpatía hacia el prójimo que acerca a un individuo a otro, algo que nunca llegaría a ocurrir si las acciones humanas estuvieran guiadas exclusivamente por la razón. Ese sentimiento de simpatía y la imaginación atraen a los extraños y establecen entre ellos un vínculo que rompe la desconfianza y crea solidaridades recíprocas. La visión del hombre y de la sociedad que transpira este libro es positiva y optimista, pues Adam Smith cree que, pese a todos los horrores que se cometen, la bondad prevalece sobre la maldad”. Obra: La llamada de la tribu. Autor: Mario Vargas Llosa.


Darío Arregocés Baute
[email protected]

Columnista
21 enero, 2024

Un tiro en el pie

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Dario Arregoces

Es así, como a la audiencia colombiana, que disfrutó novelas como Café con aroma de mujer, Betty la fea y, últimamente, Leandro Díaz, con el papel protagónico de Silvestre Dangond, hoy vemos con estupor la cantidad de series televisivas, películas y libros que parecieran rendirle tributo al narcotráfico.


Grandes sumas de dinero, invierte nuestro país promocionando el café colombiano, admirado por su aroma y textura; los modistos y diseñadores colombianos hacen lo propio en las pasarelas del mundo, destacando las bellísimas confecciones nacionales; las flores colombianas han logrado posicionarse en el mundo, por su variedad y belleza; no obstante, todos estos esfuerzos contrastan con lo que podríamos denominar una campaña de autodesprestigio del país de la belleza.


Es así, como a la audiencia colombiana, que disfrutó novelas como Café con aroma de mujer, Betty la fea y, últimamente, Leandro Díaz, con el papel protagónico de Silvestre Dangond, hoy vemos con estupor la cantidad de series televisivas, películas y libros que parecieran rendirle tributo al narcotráfico. Entre los muchos ejemplos que podemos citar están: Pablo Escobar: El patrón del mal, Las muñecas de la mafia, La catedral, Narcos; y libros como El cazador de la mafia, Amando a Pablo, Odiando a Escobar, El verdadero Pablo, El mundo secreto de la mafia y un largo etcétera.


Las películas son producidas en Colombia y en ellas actúan actores y actrices nacionales, y los libros son producidos y editados en Colombia. Esto es, en nuestro sentir, un tiro en el pie para la imagen del país, la misma que queremos enaltecer con nuestro folclor, con nuestra biodiversidad, con nuestros renombrados autores literarios, deportistas que han dejado el nombre de nuestro país en alto; pero a nivel interno se hace todo lo contrario, y después nos quejamos del estigma contra los colombianos en los aeropuertos internacionales, en los foros internacionales sobre delitos transnacionales o crimen organizado.


Los Estados Unidos, país altamente consumidor de sustancias estupefacientes, no incurre en el error nuestro, y se dio el lujo de producir la serie El padrino, un clásico del cine, que muestra a Vito Corleone, un inmigrante italiano que llegó a suelo norteamericano y logró amasar una fortuna gracias al contrabando de licor y a los casinos, sin embargo, lo describen como un ser caritativo, solidario y bonachón, además de la famosa película Scarface (Cara cortada) con el actor Al Pacino y pare de contar. Deberíamos tomar ese ejemplo y propender por las cosas positivas de nuestro país que son muchas.


La cita de cierre: “Los seres humanos se desconocen a través de la imaginación y una actitud natural de simpatía hacia el prójimo que acerca a un individuo a otro, algo que nunca llegaría a ocurrir si las acciones humanas estuvieran guiadas exclusivamente por la razón. Ese sentimiento de simpatía y la imaginación atraen a los extraños y establecen entre ellos un vínculo que rompe la desconfianza y crea solidaridades recíprocas. La visión del hombre y de la sociedad que transpira este libro es positiva y optimista, pues Adam Smith cree que, pese a todos los horrores que se cometen, la bondad prevalece sobre la maldad”. Obra: La llamada de la tribu. Autor: Mario Vargas Llosa.


Darío Arregocés Baute
[email protected]